
Alberto y mi hijo Emilio no paran de gastarme bromas con estas composiciones jocosas que a mí tanto me divierten. Ayer me enviaron esta ilustración de nada sospechosa: me gusta la Cruzcampo, los sombreros y las camisas de flores, de las que tengo un buen fondo de armario, desde las más ponibles hasta las más chabacanas, regalos que me hacía mi amigo Santi cuando venía del Caribe.
Pues ahí me ven, apoyado en el botellín que tantos gozos le ha dado a mi vida. Tal como leí en una camiseta playera que andaba por Matalascañas con la imgen del "Gambrinus": ¡Canonización, ya!
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