
Caliente una mozuela cierto día,
en tanto que su madre en misa estaba,
llena de miedo y de inquietud, dudaba
si a su querido bien se lo daría.
Por miedo si preñada quedaría
el mozuelo sus ansias no acordaba,
y lleno de pasión la consolaba
diciendo que al venir lo sacaría.
Fueron tan poderosos los ataques
que por fin consiguió verla en el suelo,
y ella dijo al venir de los zumaques:
"¡Qué dulce es la sustancia del ciruelo!
Por tu vida, mi bien, que no lo saques
y más que llegue la barriga al cielo".
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