EL LUCHADOR
Al ring saltó, cual bruto troglodita,
corpulento, de músculos atroces,
y enseñando sus dotes daba voces
que el público en aplausos felicita.
-¡Esto que tengo aquí es dinamitaaaa!,
gritaba con estruendos más feroces,
mientras al aire repartía coces
y seguía gritando: ¡Esto es trilitaaaa!
Y, mientras de sus pechos vacilaba,
una churrita mínima asomaba
por sus calzonas, pernil de la derecha.
Y un maricón que contemplaba aquello
le espetó al luchador chillando al cuello:
-¿A qué tanto explosivo si no hay mecha?
Emilio Jiménez Díaz
"Pecados veniales. Coñografías"
1999
No hay comentarios:
Publicar un comentario