viernes, 27 de abril de 2012

PORTADA DE FERIA: LA VISIÓN DE JOSÉ MANUEL HOLGADO (4)


¡Pasen y vean, señoras y señores, la mujer barbuda, el niño chimpacé, el hombre elefante...! En la Feria hay ofertas para todos los gustos (malos) y espacios para pasar un buen o un mal rato, según sea nuestra capacidad de elegir. Es escalofriante ver el telón de entrada de esta barraca. ¡Señoras y señores, pasen y vean en directo, por primera vez en la Feria de Sevilla, el degüello de una guapa mujer a la que después volveremos a la vida! ¡No se pierdan este único espectáculo en el mundo que se le escapó al doctor Mabuse, a Fumanchú, a Mengele, a Harold Shipman y al decapitador de Londres! ¡Entren y vivirán una experiencia inolvidable...!

Y la gente entraba..., y eso que decían que iban a divertirse a la feria. Y una vez dentro de la inmunda barraca, decorada horriblemente con escenas no menos horripilantes, luces de colores que se apagan y se encienden, verborrea conminativa de los expertos doctores, silencio sepulcral entre los inocentes paganinis, acojonados y sufrientes, a los que a muchos arrebatan la cartera por aquello de la oscuridad, y ¡zas!, en un momento, sin que apenas nadie pueda apercibirse el doctor Colemán, que en la realidad es un ditero de Cuenca, ha cortado la cabeza a la bella rubia, casi maquillada con Titanlux para borrarle la edad, mientras la sangre de mentirijilla mana a borbotones en un juego efectista de espejos y sangre de pollo con la que el doctor intimida al respetable, invitándolo a tentarla, lo que nadie se atreve. De nuevo, juego de luces, silencio de enfermería, corazones agarrotados, apagón sublime, y ¡zas! de nuevo: la bella rubia, decapitada hace dos minutos, radiante y feliz con una sonrisa profidén que le alcanza de oreja a oreja.... Aplausos y salida del garito de gentes con las caras blanquitas por el miedo pasado... Mientras, en la puerta de la barraca, anuncio de una nueva sesión del doctor Colemán, y otra legión de incautos para ver cómo se degüella en directo a una mujer con el DNI renovado muchas veces a lo largo de la vida. ¡Así es la Feria: diversión y alegría! Y ¿no es una alegría pasar un mal trago, estar al punto de un colapso, y que al rato de salir del inmundo barracón te hayas dado cuenta que ha volado la cartera del bolsillo...?


Fotografía: José Manuel Holgado Brenes
Texto: Emilio Jiménez Díaz

7 comentarios:

  1. José Manuel Holgado Brenes27 de abril de 2012, 13:41

    Querido Emilio, ¿tu sabes como se llama ésto que tan perfectamente has descrito, verdad? Sadismo visual.
    Texto perfecto. Gracias y enhorabuena
    José Manuel

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  2. Es que la foto que me mandaste tiene tela marinera.
    Pero me alegró mucho cuando la recibí porque he conocido bien este percal de cerca.
    Eres un genio de la imagen.

    Un abrazo.

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  3. Curiosa foto y divertido comentario que nos hace recordar otras Ferias. Se me viene a la memoria "Los hermanos canarios", dos desdichados enfermos de gordura que, sentados pacientemente en el interior de su barraca y como si no fuera con ellos, veían cómo la gente se le ponía por delante tal si contemplara a un par de monstruos de otro planeta.
    La verdad es que los gordos escaseaban en la España de posguerra. En Triana sólo vivía uno, el Niño el Té, un mayorista en el Barranco del pescado. Verlo regresar hasta su casa de la Cava de los civiles era todo un espectáculo. ¡Un gordo en Triana... increíble!

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  4. Esas ferias de los años sesenta nos traína cosas como las que tú comentas. Me acuerdo de aquellos gordos, o si no eran ellos, parecidos.
    Al Niño del Té no llegué a conocerlo. ¿Se tomaría un té con morcilla y pringá, no Ángel?
    Algunas de estas atracciones que nos traían la feria tenían suficiente entidad para hacer un libro sobre ellas.

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  5. Una vez entré en una de esas barracas y lo que tenian era un proyector de superocho con una pelicula verde. Lo que anunciaban no tenia nada que ver. El resultado es que para los chavales de aquella epoca fue un gustazo, nos tenian que echar a mis amigos y a mi porque no queriamos salir de alli. Un abrazo.

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  6. Pues esta de José Luis si que es buena...
    El Niño el Té, amigo Emilio, es nada menos que el progenitor de nuestro común y genial Paco Solís. La primera olla a presión de 22 que se vendió en Sevilla llegó a su cocina. Lo del mote fue porque desde muy niño se dedicó a la venta de pescado y como, tan chico, no pronunciaba bien el número tres, pues repetía algo así como... ¡Sardina a té peseta!
    Hombre de paz y padre de ocho hijos, José Solís, que así se llamaba, fue otro de nuestros impagables personajes de la Triana pura.

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  7. Desconocía que fuese el padre de nuestro buen amigo Paco. ¡Qué gracía! Pues una cosa más que sé gracias a ti.
    Lo que cuenta José Luis es verdad, la juventud golfa se metía en estas barracas para formar el cachondeo y liarla.

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