Ni en el campo del Polvo de Triana hubiesen pelado peor a este borrico, con menos pedigree que un podenco callejero y menos papeles que una liebre. Al menos, no es burro de noria y su dueño -si es que lo es-, ha tenido la delicadeza de llevarlo a la Feria, aunque no sabemos si para venderlo -¿quién lo compraría?- o para participar con él en el lustroso paseo de caballos del Real. No es el "Platero" juanramoniano ni uno de esos cuidados hermanos de raza a los que con tanto cariño trata mi amigo Pascual Rovira en el Pinar de la Sierra de Rute. Se ve que es un burro triste y andariego que no sabe si en ese chiringuito de la calle del Infierno al que lo han llevado le van a pegar un tiro o le van a dar algo de comer tras una jornada que ha sido y seguirá siendo agotadora, o lo van a vender al de las escopetas con miras trucadas para que nadie se lleve el premio...
Si el burro tiene mal pelaje, peor lo tiene el posible dueño, que se nos manifiesta bastante más guarro que el jumento. Los dos necesitan un buen pelado y un aseo en condiciones, porque, si esto ocurriese, el borrico, una vez reluciente, creo que sería menos animal que quien le pasa la mano por la cruz de su cuerpo.
No merece este burro ser carne de feria, hazmereír de los caballos cartujanos y árabes que pasean por el recinto, chufla de la chiquillería, suerte de compraventa de embusteros borrachos, trono para un perlanas que no lo cuida... Él está hecho para la hierba fresca del prado y el paseo junto al río entre las altas choperas que dora el sol en los otoños...
Podría ser peludo, suave y blando como aquel borriquillo de Juan Ramón, el moguereño que escribiese aquello tan hermoso: ¿Ni una descripción seria mereces, tú, cuya descripción cierta sería un cuento de primavera? ¡Si al hombre que es bueno debieran decirle asno! ¡Si al asno que es malo debieran decirle hombre! Irónicamente... De ti, tan intelectual, amigo del viejo y del niño, del arroyo y de la mariposa, del sol y del perro, de la flor y la luna, paciente y reflexivo, melancólico y amable, Marco Aurelio de los prados...
Este pobre burro mío, al que retrató un buen día nuestro amigo José Manuel, sólo es un triste asno de feria que va solícito allí donde lo llevan. No tuvo la suerte de dar con un poeta...
Fotografía: José Manuel Holgado Brenes
Texto: Emilio Jiménez Díaz
Pues, Emilio de mis entretelas, dió ahora y aquí, con un poeta, tu, sólo tu y nadie más que tu.
ResponderEliminar¿Te has fijado que el burrólogo se parece al alcalde sempiterno de Marinaleda, el Juan Manué y que sólo le falta el pañuelo palestino?
Reitero, gracias y enhorabuena.
Convendría haberlo puesto en el texto,aunque el burro tiene más dignidad que Sánchez Gordillo. ¡Pena de burro: de Sánchez Gordillo!
ResponderEliminar