LA ENFERMERA
De un dolor temporal estuve herido,
nada grave, un recomer maldito
que me dejó sin fuerzas ni apetito.
Decían que me iba, y no fui ido.
Un milagro salvóme del descuido
de no vigilar bien el circuíto,
sangre perdía por aquel manguito
que casi da conmigo en el olvido.
Mas estuvo a mi lado una enfermera
de buen ver y muy guapa, era de Utrera,
que al curar cada día aquella alhaja
obró en mi enfermedad el gran milagro:
refriegas y refriegas sobre el magro.
¡Ay qué gran cuidadora y qué gran paja!
Emilio Jiménez Díaz
"Pecados veniales. Coñografías"
1999
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