Hoy es el primer día de esta Feria en crisis de 2012, pero, a pesar de ella, el pueblo llano abarrotará el recinto, aunque con apenas dinero en el bolsillo. Y se repetirá la tradición de visita a las "casetas" bellamente adornadas de las calles del Real y los ojos se harán nuevamente niños dejándose arrastrar con los miles de motivos que se ofrecen a su paso. Color, ambiente, bulla y sonidos, carruajes y coplas por "sevillanas", gitanas vendiendo claveles, mogollón de muchachos "litris", vestidos a la última, y muchos punkis, extranjeros absortos con tanto ir y venir de gentes y carruajes, y muchas ganas de divertirse, que es el principal ingrediente para que la cosa funcione con "fantas" para los pequeños y manzanilla sanluqueña para los mayores...
Pero si las calles están a tope, en esa feria añeja que nos trae la imagen de Holgado, donde no se cabe es en la llamada calle del Infierno. ¡Qué gran psicólogo quien le puso este nombre! Es el Edén de los niños y el martirio de los mayores, pero no hay más remedio que acercar a los críos y montarlos en los caballitos, en los cochecitos, en las mil y unas atracciones montadas para hacer buena caja con la grey infantil a costa de los padres. Pero un día es un día y, si hay que tirar la casa por la ventana, se tira. Padres y abuelos se van "empaluchaos"..., pero contentos. ¡Anda que los niños se iban a quedar sin calesitas...!
Es una calle de sonidos: el circo que nos convoca por potentes altavoces a la próxima función; cada atracción con música diferente por aquello de los gustos del dueño: Manolo Escobar, El Fary, Rafaela Carrá, Camarón...; los gritos de los que pregonan algo; la palabra engañosa del trilero; las risas de los niños; el murmullo de la gente; las ondas expansivas de las tómbolas que, a pulmón abierto, sin cansancio o respiro alguno, nos intentan vender la tablilla para que te lleves el peluche más grande que hayas podido imaginar, y que, después, no sabes qué hacer con él por las calles feriales...
La calle del Infierno es el pulso de la Feria. Mendigos y pedigüeños se apostan en ella llamando a la caridad, y los carteristas no quitan ojos a la muchedumbre. Se luce el muchachote fuerte que de un gancho de derecha quiere hacer sonar el gong del puching, y las parejas se retratan, tras telones pintados o subidas en un caballo de cartón. Los mirones se parten de risa viendo lo perdidos que están aquellos que se atrevieron a entrar en el laberinto de cristales, y los que presumen de buena puntería se agolpan para tirar al cigarrillo puesto sobre un palillo o tumbar a los patos que corren por una cinta. Salen gritos alborozados de la noria, chirriantes desde el látigo, y de mala leche desde los coches locos...
¡Calle del Infierno que uno dejó ya tan atrás con el paso de los años, y que ahora revive en los nietos! Por la Feria parece que no pasan los años, pero sí por nosotros. Lo rememoraba el poeta Ramón Charlo en su libro "Sevilla es sueño": ¡Ay, terrible Feria...! / Loca soñadora, / que todo lo embruja, / lo exalta y lo dora... / Novia, que cada año, / nos abre estos días, / la secreta puerta / de las fantasías... / ¡Feria de los sueños...! / ¡Sevilla y Abril...! / El reloj parado / y el pulso febril, / entre mariposas / llenas de inquietud, / ¡que nos traen las alas / de la juventud...!
Fotografía: José Manuel Holgado Brenes
Texto: Emilio Jiménez Díaz
Querido Emilio eres un verdadero artista de la palabra, cada día me alegro más del maravilloso tandem que estamos sacando adelante entre mis fotos y tus comentarios. Nunca lo agradeceré bastante.
ResponderEliminarAbrzs
Una imagen vale más que mil palabras, José Manuel. Por lo tanto, tú vales bastante más que yo: eres más sabio, más artista, más viejo, más gordo y diez toneladas más de buena persona.
ResponderEliminarSigue mandándome cosas de las que quieras. Seguirá el tandem.
Mañana, lee también la página.
Un fuerte abrazo.