lunes, 30 de abril de 2012

MIS MEMORIAS DEL FLAMENCO (1)

TOMANDO APUNTES EN EL FESTIVAL DE LOS PALACIOS DE 1975 (Foto :  RAFEMO)

Varios amigos, entre ellos mi dilecto Ángel Vela, llevan tiempo dándome la tabarra para que vaya contando en estas páginas mis vivencias flamencas que, si bien llevan cubiertos treinta y ocho años de mi vida, yo jamás he creído interesantes, a pesar de que haya vivido intensamente, y con sus protagonistas, quizás los mejores tiempos de la historia flamenca, la gran época de los festivales veraniegos, la del sarpullido de concursos, tertulias, discografía y libros sobre el tema...

Si me he resistido siempre, ha sido porque en mi época de alta actividad -aunque ahora sólo acepto aquello que me gusta-, he podido gozar de las grandezas del Flamenco, pero también de sus miserias, que las tiene, y muchas, y jamás he sido hombre de contar aquellas que forjaron los propios artistas, la mayoría de ellos genios en el escenario y mindundis  en la vida normal. Hacer unas breves memorias del Flamenco que viví, es hacerla también de todas esas cosas penosas que rodean a este Arte singular de nuestra tierra sin parangón en el mundo. De todas formas, y cuando llegue la hora, intentaré dulcificarlas y hasta comprenderlas, porque también es verdad que han pesado más los momentos alegres, las ocurrencias y anécdotas, que las envidias, las calumnias y las amenazas ante una crítica que a algún que otro artista no favorecía.

Desde pequeño, he tenido al Flamenco muy de cerca por la gran afición que tenía mi abuelo paterno, con el que me crié los primeros años de mi vida; y en casa de mis padres siempre tenían sitio la gente de la farándula. Había, pues, un ambiente propicio para que no me costara el mínimo esfuerzo aficionarme de verdad. Ya, en mi más temprana juventud, leía apasionadamente algún que otro libro sobre el tema. En casa, tenía mi padre en su biblioteca la primera edición de "Arte y artistas flamencos", de Fernando el de Triana, "De cante grande y cante chico", de José Carlos de Luna, y una edición de los cantes flamencos recogidos y anotados por Antonio Machado Álvarez "Demófilo". Me apasionaban aquellas biografías de esos cantaores y cantaoras, bailaores, bailaoras y guitarristas que nos contaba Fernando, y me emocionaba con aquellas letras antiguas. Con el poco dinero que podía ahorrar cada mes, me iba a la librería "El toro suelto", que estaba en el Pasaje los Azahares de Sevilla, y compraba todo aquello que salía: las cosas de Manuel Ríos Ruiz, de Antonio Murciano, de González Climent, de Ricardo Molina, de Núñez de Prado... Poco a poco, me fui haciendo de una mini biblioteca especializada en el tema que me abría los ojos de par en par.

En cierta ocasión, escribí un artículo sobre el cante en Triana y lo envié, con ruego de su publicación, al vespertino "Nueva Andalucía", cuyo director era el periodista Javier Smith, y su redactor jefe Francisco Anglada. Cuál no sería mi sorpresa al verlo publicado a los pocos días en página completa e ilustrado a la perfección. Volví a repetir, y ocurrió lo mismo, aunque ahora con una llamada de la editorial para que me pasase por ella, ya que el director quería verme. Temeroso me acerqué allí y me recibió Smith con una sonrisa en los labios, invitándome a tomar asiento en su despacho. Era muy campechano y no le gustaba hacer pasar malos ratos a nadie, así que fue al grano y me dijo que le gustaba cómo escribía y que lo hiciera habitualmente, me presentó a Paco Anglada, que era un gran diagramador, aparte de ser como he dicho jefe de la redacción, y me enseñó el archivo y los talleres. Podía haber enviado conmigo a un "propio", pero prefirió hacerlo él mismo. Anglada ya sí fue el encargado de presentarme a los demás, chavales y chavalas jóvenes que hacían su méritos para quedarse en la plantilla o volar más alto el día de mañana: Paquita Godoy, Marta Carrasco, Luis Cátedra, Marisa, Perico Barbadillo... Me encontré allí como en mi casa y, aunque sabía que no habían de pagarme, sellé el trato con un apretón de manos y así surgió la página "Rincón Flamenco", cuya cabecera de portada e ilustraciones de cada sección pedí a mi ya entonces amigo el pintor Juan Valdés. Pasito a pasito, y hasta la desaparición del diario vespertino y mi incorporación a "El Correo de Andalucía", salieron 834 páginas, que hoy tengo debidamente informatizadas y que, como ya he hecho con varios amigos, están a disposición absoluta de aquellos que las deseen.

Mañana, si Dios quiere, seguiremos en esta nueva andadura que he iniciado por la terquedad y paliza de aquellos que bien me quieren.


4 comentarios:

  1. Gracías por el artículo de ayer de "El Caos". Con los tiempos que corren y con el PP se ha logrado que cualquier buena noticia dentro de la familia sabe dos veces más dulce.

    Bienvenida sea esta nueva andadura. Para los que no sabemos nada sobre el flamenco será muy interesante leer estas memorias de flamenco.

    Muchas gracias Emilio,

    Ia

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  2. El artículo de ayer no sólo quiso poner mi opinión sobre lo que está ocurriendo, sino la de muchísimos españoles a los que sólo han puesto la tristeza en sus labios.

    La nueva andadura del Flamenco, espero que te guste. Son muchas las vivencias que he tenido y sigo teniendo sobre este tema apasionante.

    Gracias, Ia.

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  3. Nunca es tarde. Esperamos con verdaderas ansias tus memorias del flamenco. Es mucho lo que vamos a saber y aprender. Tu obra flamenca, de la que también han salido críticos e intérpretes, no puede quedar en el olvido.

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  4. Tú has tenido la culpa de que recuerde unas historias que yo había dejado ya en el saco de los olvidos. Pero, a lo hecho, pecho.

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