Tú, rábano piadoso, en este día
visopija serás en mi trabajo;
serás lugartiniente de un carajo,
mi marido serás, legumbre mía.
Un poquito más largo convenía,
mas no importa, que irás por el atajo.
Entre de punta y sácame de cuajo
las gotas que el que pudre me pedía.
Ya entraste, mas las hojas quedan fuera.
Pues ¿qué han hecho las hojas a mi papo,
que no han de entrar, si es él el que lo pierde?
Las hojas entren, y ojalá viniera
el ramal de fray Lucas, de solapo,
y diérase mi coño un gentil verde.
Anónimo
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