EL HELADERO
Esta fotografía, del archivo de nuestro querido amigo José Manuel Holgado Brenes, nos transporta a los tiempos de la niñez, cuando estábamos deseando tener unas monedas para podernos comprar un cucurucho de helado de vainilla, fresa, nata o chocolate, que devorábamos en un santiamén. El carro de los helados era exactamente igual que el que retrata la instantánea: un sencillo carrito artesanal con sus cubetas para el material, con sus ampulosas tapaderas de brillante hojalata o acero, su toldito, y unas estanterías en su costado donde se almacenaban las galletas cónicas para la bola de helado, o la cuadrada para el llamado corte. La limpieza era eje fundamental de este ambulante negocio y tantos los cuchillos como los vaciadores estaban super limpios, así como los paños para la limpieza de la tapa y los utensilios y la chamarreta veraniega del heladero.
Con la modernidad, llenas las ciudades y los pueblos de heladerías de postín, la imagen de estos heladeros fueron desapareciendo de nuestras calles y plazas, de bulevares y parques. Con ellos, se fue un tiempo imposible de recuperar y uno de los oficios callejeros más apetecidos por la chavalería.
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