La llamada urgente me ha llegado esta tarde a través de mi paisano de arrabal Ángel Vela, comunicándome que el viejo amigo y gran escritor, Manuel Barrios, había fallecido. Aunque sabíamos que estaba mal y que ya se encontraba retirado en una residencia junto a su mujer, siempre hemos sabido de su fortaleza y de su incansable batallar, y jamás se espera uno, aún por esperada, la terrible noticia.
Tuve la suerte de conocer a este gaditano de la Isla de San Fernando hace muchos años, tantos que ni me acuerdo. Había sido amigo de mi padre en los tiempos de Radio Nacional, y yo continué esa amistad, agradeciéndole que en mis inicios en los terrenos del Flamenco -del que él era un apasionado- me abriese las puertas de la Tertulia Flamenca de Radio Sevilla y de "El Correo de Andalucía". Siempre lo llamaba como mi maestro, y se lo decía de corazón, porque fue mi maestro en muchas de las asignaturas de la vida. Era combativo y no se doblegaba ante las injusticias; denunció con valentía el señoritismo andaluz; fue de los que lucharon de verdad por la democracia, hasta el punto de tener que comparecer en varias ocasiones ante el temible TOP; fue un escritor extraordinario, con varias docenas de libros en los que destilaba un lenguaje especial, un articulista de primera línea y un radiofonista de los que forman escuela. Pero, sobre todo, fue para mí un amigo cabal y generoso, un asesor de gran valía y un espejo en el que reflejarse.
Hoy no es cuestión de relatar su amplia biografía. Es la hora de decirle adiós y de expresar mis sentidas condolencias a toda su familia, hora de rezar a Dios por su alma y de sentirse triste, muy triste, por tan gran pérdida. ¡Descanse en paz!
Hasta última hora estuvo regalándonos su sabiduría, y era un ejemplo para los que nos acercamos a la hora dolorosa de la vejez porque siempre tenía un proyecto que le reclamaba, siempre un libro donde verter sus conocimientos de sabio.
ResponderEliminarMañana, a la una de la tarde, será la despedida desde el tanatorio de la S-30.
Demasiado cruel este invierno...
Mi más sincero pésame a la familia de Manuel Barrios. Que en estos momentos de tristeza y dolor puedan encontrar un poquito de paz.
ResponderEliminarA Emilio y a Angel Vela que podáis encontrar algunos momentos de alegría entre tantos días tristes.
Un saludo,
Ia
Demasiado, Ángel, para -como decía Belmonte- tener un solo corazón.
ResponderEliminarEstimada Ia: Está esperando uno que termine un año malo para ver si el próximo es mejor, y las cosas se suceden como siempre. ¿Cuándo querrá Dios dejarnos eternamente una gozosa Primavera?
ResponderEliminarEn nombre de mi familia y en el mío propio quiero testimoniar nuestro más sincero agradecimiento por las numerosas muestras de condolencia que hemos recibido con motivo del reciente fallecimiento de mi padre, el escritor Manuel Barrios. Como siempre, también en sus últimos días estuvo luchando hasta el final, en este caso contra su EPOC, apenas ya sin pulmones, puro corazón, hasta que no pudo más. En su agenda tenía una buena lista de amigos y colegas, a quienes traté de localizar el pasado viernes, 24 de febrero, para comunicarles la triste noticia. Siento no haberlo logrado en todos los casos. Hacía tiempo que mi padre no trataba con muchos de ellos, de modo que las direcciones y teléfonos habían cambiado; pero él no los había olvidado. A su familia nos conforta comprobar que también la mayoría de ellos ha seguido manteniendo vivos su recuerdo y su amistad.
ResponderEliminarEn el tanatorio pudimos estrechar la mano y dar un abrazo a algunos de esos amigos, escritores, periodistas y flamencos, que se acercaron a darle el último adiós: Antonio Burgos, Jesús Heredia, Ángel Vela, Paco Reyero, Andrés Muriel... Ningún político lo acompañó. Mi padre siempre supo escoger a quienes merecía la pena tener cerca. Siempre evitó la Andalucía de la pandereta ideológica y de los muchos señoritismos y servilismos. Siempre apostó por el valor de una cultura andaluza que, desde las entrañas genuinas de lo popular, rescatase a nuestra tierra de su atraso secular. Poco que ver con la charanga de la cultura oficial. Mucho con una Andalucía más honda y callada, que hoy llora con nosotros. Y que en algunos de sus bien nacidos ha alcanzado a darle voz a ese dolor, por lo que sus familiares les manifestamos nuestra profunda gratitud
A Nicolás Salas, Antonio Burgos, Francisco Robles, Paco Reyero, José Luis Montoya, Eva Díaz, Andrés Muriel, Enrique Montiel, Francisco Giménez-Alemán, Alberto García Reyes, Abelardo Linares, Rafael de Cózar, Pedro Tabernero, Luis García Gil, José Luis Garrido Bustamante, Emilio Jiménez Díaz, Aquilino Duque, Víctor Márquez Reviriego, Lucas Haurie, Juan Luis Franco, Benito Fernández, Joaquín Arbide, así como a Francisco Jiménez Ortega (“F.E.A.”, Centro Cívico Alcosa), a la Asociación Cultural Ademán, Antonio Cruz, de la Fundación Antonio Mairena, Julio Pérez “Vito” y tantos otros, muchos anónimos, que han dejado mensajes de pésame en el contestador telefónico.
Manuel Barrios Casares
Querido amigo: No tuve la suerte de conocerte, pero tu padre me hablaba mucho de ti y estaba entusiasmado siguiendo tu carrera..., de esto ya hace muchos años. Sí tuve la suerte de conocer a tu hermana en una conferencia que di en Gines..., también hace muchos años. Pero tu inolvidable padre era singular. Ya digo que yo seguí con él la amistad que mi padre, muerto muy joven, tuvo con el tuyo en aquella Sevilla soñadora. Tu padre me ayudó muchísimo en mis inicios, y no había una vez que lo llamase para algo que no me dijese que sí. Recuerdo que, en cierta ocasión, le pedí que me presentase un libro, "Retratos entre dos raíles" en la Tertulia Flamenca "El Pozo de las Penas". Recogí a tus padres en vuestra casa y allá que nos encajamos. Como siempre, la presentación superó a la obra.
ResponderEliminarNo olvido tampoco, junto a mi paisano de arrabal, Ángel Vela, aquellos paseos trianeros de sábados o domingos. Siempre me regalaba un libro. Precisamente de la triste noticia me enteré por Ángel y no pude ir, no podía ir de ninguna manera..., porque 20 días antes, allí en Sevilla (yo vivo en Córdoba) entregó su alma a Dios mi querida esposa, y mi ánimo no estaba para más lutos. Sé que lo comprenderás.
Pero el amor y veneración que le he tenido a tu padre, como lector y como gran amigo, es una de las cosas más importantes que me han podido pasar en la vida.
A tu padre no le hacían falta los políticos alrededor. Deben sentirse avergonzados por las verdades del barquero que tu padre les cantaba de vez en cuando. Sin embargo, a todos los que citas al final de tu escrito, se nos quedó el corazón helado porque lo queríamos de verdad y supimos de su gran valentía y ejemplo diario.
Si algún día vienes por aquí, por esta Córdoba en la que aún se puede vivir, no dejes de llamarme -649-840315- para darte un abrazo personalmente y brindar por él.
Un fuerte abrazo.