OJOS DE CABALLO
¡Oh, Dios!, ¡Oh, Dios!,
cómo me gustaría poder mirar la tarde,
esta tarde de mayo abierta al campo,
con los ojos sin culpa del caballo.
Del hermoso caballo salvaje
que pasta en la pradera
libre de bridas.
Libre de espuelas y de fustas.
Libre del hombre.
¡Libre! ¡Libre!
Cómo me gustaría poder mirar el cielo,
ver las nubes que pasan por el cielo
con los ojos radiantes de inocencia
del caballo salvaje.
Del caballo
no servidor de nadie,
a no ser de sí mismo
de su vida y sus sueños.
Del caballo sin más y no nacido
para esclavo del hombre,
que todo lo esclaviza.
Cómo me gustaría poder mirar la vida
desde los claros ojos del caballo salvaje
y olvidarme del hombre, de este hombre
triste y civilizado que cargo cada día
como un pesado fardo de oscuros desencantos.
¡Oh, Dios!, ¡Oh, Dios!,
cómo me gustaría poder mirar la tarde,
esta tarde de mayo abierta al campo,
con los ojos sin culpa del caballo.
Del caballo salvaje.
Noviembre 2011. México D. F.
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