SUICIDIO
I
Comprendió que la vida
se la llevaba el viento
y no tuvo valor
para apuntarse a muerto.
Para ponerse a salvo
de la nada y sus miedos,
no encontró más salida
que escribir unos versos.
Pobre hombre aquel hombre
tan joven, tan ingenuo.
Ni siquiera sabía
que aquello era abrir fuego
y saltarse despacio
la tapa de los sueños.
II
No sé qué extraña mano
de niebla o desamor
le lleva, por el lento
y angosto corredor
en sombra, hacia su cuarto.
Entra y, alrededor,
las cosas hoy le miran
de otro modo. Calor
ya tiene y toma aire,
y papel y valor
para sentarse justo
delante del dolor
amargo de vivir
por dentro. Y en olor
de soledad, con la
desesperanza a flor
de sien -y de alma- coge,
tras de un leve temblor,
la pluma al fin. Y apunta.
Me temo lo peor.
Víctor Jiménez
No hay comentarios:
Publicar un comentario