domingo, 6 de noviembre de 2011

DESDE MI TORRE: MIS VIVENCIAS DE "EL TENORIO"


Poco podía pensar José Zorrilla, aunque bien que lo vivió en su vejez, que cuando escribía su "Don Juan Tenorio" se estaba erigiendo en uno de los autores más populares de España y, su obra, en la más representada del teatro español. Murió arrepentido de haberla escrito, reconociendo sus muchos defectos y el encasillamiento que ella produjo al resto de su obra. Él mismo llegó a confesarlo: "Y si hay alguno que me envidia el ser autor del Don Juan, ¡ojalá pudiera yo traspasárselo para que gozara en mi lugar las consecuencias de haberlo escrito"!

Decir  noviembre y recordar a Don Juan, sobre todo en Sevilla, era la misma cosa. Todos los años, desde que tengo uso de razón, las grandes compañías aterrizaban por la ciudad reponiendo este drama, cuyos versos pegadizos se sabían de memoria  hombres y mujeres de media España. El escenario preferido por antonomasia en nuestra ciudad era el del teatro San Fernando, aunque también tuvo su hueco en el Cervantes, el Lope de Vega y el Álvarez Quintero, y la obra siempre estaba representada por los galanes y actrices más famosos del momento. Pocos artistas de teatro han desechado el papel de don Juan o doña Inés, ya que daba gran prestigio a sus carreras. Desde 1844, en que al parecer se estrenó en Madrid, hasta hace algunos años, era impensable un mes de noviembre sin una representación de esta obra singular, y entre sus intérpretes más afamados pueden citarse a María Guerrero, Ricardo Calvo, el dramaturgo y Premio Nobel Jacinto Benavente -del que alguien con guasa decía que no sabía si iba a hacer el papel don Juan o de doña Inés, por aquello de una breve pérdida de aceite-, Nieves Suárez, Enrique Borrás, José Romeu, Catalina Bárcenas, Valeriano León, Aurora Redondo, Lola Membrives, Margarita Xirgu, Guillermo Marín -todo un clásico-, Niní Montiam, Armando Calvo, Mercedes Prendes, Amparo Rivelles, Manuel Dicenta, Jorge Mistral, Julia Delgado, Luis Prendes, Elvira Noriega, Enrique Diosdado, José María Rodero, Carlos Lemos, Amparo Soler Leal, José María Seoane, María Dolores Pradera, Milagros Leal, Berta Riaza, Nuria Torray, Guadalupe Muñoz Sampedro..., y más cercanos a la época en la que no me perdía ni una representación anual, cuando empecé a ganar mis primeros duros: José Luis Pellicena, Mari Carmen Prendes,  Armando Calvo, Elisa Ramírez, Carmen de la Maza, María Mahor, Ismael Merlo, Francisco Rabal, Natalia Dicenta, Sancho Gracia y Ana María Vidal... ¡Ahí es nada!

Recuerdo que mi querido padre, siempre tan recordado por mí y por los que tuvieron la suerte de conocerlo, llevaba un programa humorístico en Radio Nacional de España en Sevilla, titulado "La pluma loca", que realizaba junto a su íntimo amigo Ángel Cervantes. Cuando llegaba este mes, ni que decir tiene que el programa diario se dedicaba a hacer una parodia del "Don Juan", que escuchaba toda la ciudad en aquellos años de tanta penuria y tristeza. Al azar, he rescatado de los viejos papeles esta escena en la que se relata la conversación de la abadesa con doña Inés, de la que muestro un pequeñísimo flash, y la caricatura que de ellos hizo (Don Juan, mi padre; doña Inés, Ángel Cervantes) el gran dibujante y escritor de Osuna, Cristóbal Martín, del que me precio en poseer varias caricaturas y dibujos impagables para mi recuerdo.


Locutor.- ¡LA PLUMA LOCA en su cuarto capitulito de "Er Tenorio", drama fantástico, simpático, excéntrico, patético, camelístico, atómico, chachi y saleroso, en siete partes y un cachito, escrito en lenguaje trianero-macareno al alcance de todos los oídos. (Música triunfal). En este tramo, que va de San Vicente a don Vicente, para terminar en Vicentito, tendremos la dicha de escuchar la acaramelada voz de doña Inés. Oiremos la bó, la bó, la bó...

Público.- ¡La bofetá que te vamos a largar como no sigas!

Locutor.- Nos encontramos en la celda, pero no en la del Penal de El Puerto, sino en la celdita, primorosa, de doña Inés. Conectamos con la abadesa. Conectamos.

Abadesa.- 
Es la fetén.
El dicho de vuestro papi
habréis de cumplir chipén.
Aguayabada y morena,
tenéis un claustro elegante
grande como un paraíso,
sin tener que pagar guante.
¡Vaya una suerte de piso!
Dichosa mil veces vos,
salerosa doña Inés,
que en este mundo guasón
aún no pusiste tu pie.

Doña Inés.-
¡Por la gloria de Cotón!

Abadesa.-
Habéis recorrido el mundo,
doña Inés, en un galope.
No sabes qué es un tangay
y, mucho menos, si hay
el cine en Cinemascope.
Dichosa vos, porque ignora
las cosas raras que pasan,
y lo que cuesta una plaza
si quieres mascar ahora.
Dichosa, sí, yo me alegro,
y vuestra menda se alegra
al no conocer a un suegro
y, lo que es peor, la suegra.
¡Ay, en verdad os envidio,
mi gitana doña Inés,
si mi menda fuera Ovidio
un canto pondría a tus pies!

Doña Inés.-
Vos, estáis muy bien de canto...

Abadesa.-
Y de frente, estoy ¡chipén!
Inés de Ulloa, perdona
lo que deciros debía,
hace cuatro o cinco días
que os encuentro muy tristona.
¿Por qué no me respondéis
con tono de seguidilla?
¿Pa qué con risa gocéis,
os tengo que hacer cosquillas?

(Doña Inés lanza un suspiro mayúsculo, como cuando recibe la factura de la luz)

Habéis lanzado el reclamo
del pecho. ¿Es que sus-piráis?

Doña Inés.-
No, madre, es que nos quedamos.

Abadesa.-
Ah, ya comprendo. Esperáis
a vuestra dueña, ese diablillo
que a casa de vuestro papi
se piró pa un encarguillo.
Vamos, doña Inés, dormíos,
que lo bueno ya está bueno,
y estamos las dos expuestas
a que nos multe el sereno.
No cantes por lo bajini,
ni pegues un taconeo,
que hace tres horas que están
las novicias con Morfeo.

Doña Inés.-
Id con Dios, mami abadesa.
Que pase la noche bien.

Abadesa.-
Adios, hiji, duerme apriesa.
¡Bona noite, doña Inés!

Y aquí me paro, porque no es cuestión de daros la tabarra con los cientos y cientos de páginas que guardo en mis archivos con estos temas paternos que, cada vez que los repaso, me hacen reír a mandíbula batiente. Ni desperdicio tiene la escena que se desarrolla en la hostería de Cristófano Buttarelli -situada en una tasca de Triana-, ni la escena del sofá en un corral de vecinos. Tiempos, cosas, vivencias, recuerdos que hoy vuelven a acercarse a mí y que, dadivoso como siempre, he querido compartir con los demás. Mañana, si Dios y la crisis me siguen manteniendo vivo, un poquito más.

11 comentarios:

  1. José Manuel Holgado Brenes6 de noviembre de 2011, 14:55

    Sí, querido Emilio, porque nos has dejado con la miel en los labios; no te cortes y ve insertandola poco a poco en estos días tan propios de noviembre, ya que tiene verdadera realidad, no visos solamente, de ser formidable, así se compensará por tí y en este medio, la ausencia de la obra seria o bufa, que nos han robado todas la emisoras de radio y de televisión, que absolutamente todos los medios de comunicación han olvidado queriendo, ni en la prensa. Ignorada, totalmente ignorada.
    Y es que tal obra de Zorrilla se presta bastante a la guasa; histórica fue la que escribieron Manolo Barrios y Agustín Embuena, y se presentó en el San Fernando por ellos mismos, Manuel Segura (don Luis), Embuena (Tenorio), Mariló Naval(doña Inés) etc. etc., todos de Radio Sevilla. Tanto gustó que el público provocó que se repitiera una o dos veces, retrasmitida también por la radio. Yo estuve en el primer día. Algunos años después ellos mismos hicieron otra.
    Don José Zorrilla y Moral la estrenó en 1844 y como bien tu dices, se arrepintió de haberla escrito, pero más se arrepintió todavía porque, a los pocos días del estreno vendió por cuatro cuartos los derechos de autor al empresario teatral, que fué el que vivió de ella hasta el fin de sus días. ¡Cuántos beneficios que perdió don José!
    La obra pictórica que encabeza tu extraordinario artículo es nada más y nada menos que doña María Guerrero, retratada por un "pintamonas", don Raimundo de Madrazo, al poco de su exitazo en el papel de doña Inés de Ulloa en 1890.
    ¡Qué pena, qué pena, que las generaciones actuales se estén degradando tantísimo por la falta de estas y otras cosas de categoría! El idioma empobreciéndose a pasos agigantados, falta ingenio y creatividad, no hay cultura apenas, los colegios enseñan solamente tonterías y mucho aprendizaje sexual y deporte y botellonas, pero veo los libros de mis nietos y me quedo helado y estos serán los dirigentes del país del mañana. Dios nos coja confesados. Y las televisiones, idem de lienzo, mucho acostadero y mucha sangre y nada de buenas obras de teatro, conciertos, los intelectuales olvidados, etc. etc. MATAIOTES, MATAIOTETOS, PANTA MATAIOTES que en griego decía San Agustín "vanidad de vanidades y todo vanidades". Y esa es otra -y corto el rollo- la pérdida del latín y el griego en los bachilleres, lenguas muertas (?) que tantísimo nos hacían saber y conocer. Muchos libros se venden y se compran, pero ¿se leen?

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  2. Eres sabio, sí señor. La actriz de la ilustración es nada más y nada menos que doña María Guerrero, una de las primeras protagonistas de doña Inés. En aquel tiempo, como bien dices, se solían hacer parodias de la obra de Zorrilla, tal el caso de mi padre con Ángel Cervantes, y la de mi maestro Barrios y Agustín Embuena, aunque creo que has equivocado el nombre del actor que representaba a don Luís, ya que no era Manuel Segura, sino mi tocayo Emilio Segura, tan gran actor como excelentísima persona.
    En estos tiempos se ha olvidado por completo "El Tenorio", pero, además, como hay tan pocas ganas de reír, hasta esas parodias que nos desternillaban en esos tiempos en los que había que relegar la miseria a un segundo plano.

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  3. Un acierto, Emilio, recuperar ese Tenorio desconocido que muestra el carácter ingenioso de tu padre en el ambiente intelectual, muy de la época, en que se movía.¡Cómo se lo pasaban!
    La caricatura es para imprimirla, que es lo que voy a hacer.

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  4. José Manuel Holgado Brenes6 de noviembre de 2011, 19:45

    Tienes toda la razón, amigo mío, Era efectivamente, Emilio Segura, pero es que yo he tenido un lapsus interesantísimo, porque don Manuel Segura era el padre de Emilio, a quien también conocí y de un "modo especial" pues don Manuel era Dentista con consulta en la calle Acetres y fué el Odontólogo que me sacó a mí mi primera muela a mediados de los años 50. El Dr. Freud -cuyas obras completas me he leído- creador de la teoría del psicoanálisis, entre otras cosas importantísimas y hoy bastante desacreditado, así le pagan sus sucesores, afirmaba que las cosas que jamás olvida el ser humano son aquellas que al experimentarlas se recibe una fuerte impresión, si es física mejor; como ves ese ha sido mi lapsus, que la memoria se me ha ido al padre de Emilio, el que me sacó la muela.
    Y al hilo de esto, te cuento una costumbrita perdida, gracias a Dios. Cuando en el siglo XIX y principios del XX se ejecutaba a los criminales públicamente, en Sevilla en la plaza de San Francisco, donde asistían muchísimas personas y las madres con sus niños pequeños incluso, al momento de apretar el tornillo del garrote vil, con el grito y estertores del desgraciado, las madres y las niñeras, le daban a sus nenes un fuerte golpe en la cabeza, para que jamás olvidaran lo que les pasaría si eran malos. Como ves, ratificación plena de las teorías freudianas. La madre de un buen amigo mío de chiquitita, la llevaron a una, y jamás se le olvidó aquello tan terrible ni el cosqui que le dió su niñera. ¡Tiene tela la cosa!

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  5. Querido Ángel: La "Singer", el teléfono..., no tiene desperdicio esta caricatura de Cristóbal Martín que tengo en mi estudio y que está fechada en 1954, cuando yo tenía 5 añitos.
    Se lo pasaban bomba y acababan con la cosecha de tinto y de alcaparrones de un año. Lo que yo no sé es cómo entre Cervantes, Florencio Quintero, el pintor y compañía, se han recuperado las soleras. Demasiado tristeza les había infligido la vida.

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  6. No me extraña nada, José Manuel, que hayas cambiado el nombre. A mí el de don Francisco Gámiz Bañales, el dentista amigo de mi padre, con consulta en la calle San Miguel esquina a Jesús del Gran Poder, no se me olvidará nunca. Por cierto, te cuento una anécdota más verídica que los chistes de Gandía. Mi padre me llevó un día a don Francisco para quitarme una muela, y yo le dije al dentista que antes viese la muela de mi padre, que siempre se quejaba de que tenía una picada. El dentista convenció a mi padre, que era su amigo, a dar ejemplo al niño. Mientras le ponía la anestesia, etc,. servidor se piró corriendo como un atleta y en diez minutos me puse en El Tardón. Lo bueno es que mi padre, cuando llegó a casa con una muela menos, en vez de pegarme se hartó de reír con mi ocurrencia. Bien podía haber pasado lo contrario.

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  7. Pues sí, la miel en los labios, hágalo, Emilio, creo que merecerá la pena. Yo personalmente, espero el resto. Cuando era secretario de mi hermandad, me pasaba muy buenos ratos en el archivo, leyendo legajos del diecisiete y documentos increíbles. Creo que usted debe tener un archivo digno de pasarse algunos días o semanas zambullido dentro. José Luis Tirado Fernández.

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  8. No me hable de usted, José Luis, que tengo cuatro nietos pero aún me gusta vestir a la moda y vacilar lo que puedo con mi barriguita "gambrinera", aunque ligo menos con guardia civil en el País Vasco. (Léase, Las Vancosgadas)
    Bueno, no es mal archivo el que tengo. Lo poco de bueno que hay en él me lo legó mi padre, pero sería muy cicatero por mi parte el no compartirlo con los demás. ¿Para qué serviría tener tantos papeles si no los das a conocer?

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  9. ¡Ojo! Donde dije "con" quise decir "que un guardia civil...!

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  10. No te preocupes, Emilio, también hay mujeres en la Guardia Civil. Saludos. José Luis Tirado Fernández.

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  11. Es que no es lo mismo decir que ligo menos que un guardia civil..., que con un guardia civil. No cuenta aquí el sexo, sino mi vista sobre el teclado.

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