domingo, 13 de noviembre de 2011

DESDE MI TORRE: ESE LLAMADO "CONGRESO INTERNACIONAL DE FLAMENCO"


Se ha celebrado en días anteriores en mi ciudad de Sevilla un Congreso en el que han dado en llamar "Internacional de Flamenco". Bien, muy bien, una forma de que Paulino Plata -que sabe de flamenco lo que yo de muñeriras- tape,  de cierta forma, el favoritismo que aún sigue mostrando con sus artistas y críticos preferidos. Si no es por mi compañero en estas lides Manuel Martín, por mi amigo José Luis Jiménez y por la conversación que tuvimos en el viaje a Barcelona con Fosforito y Gonzalo Rojo, no me entero de que este "Congreso" se celebra. No sé quién ha llevado las riendas de las relaciones externas del mismo, ni quién ha fabricado la base de datos de este Instituto Andaluz de Flamenco. Lo cierto es que yo no he recibido ni una sola carta, ni una sola llamada, ni un solo correo electrónico, ni  aviso de clase alguna.

Jamás he querido nada que no sea mío, pero es justo que cuando te quieren enterrar en vida levantes la voz y digas cuatro verdades a quien corresponda y quiera escuchar. En tantísimos años de historia del "flamenco oficial" en Andalucía, que es mi tierra, tan sólo una vez, cuando lo del Congreso del Nacimiento de Antonio Mairena, celebrado en la Isla de la Cartuja, me ha llamado la Junta de Andalucía para ofrecerme una conferencia, una. Bien puede entenderse que estoy tachado en rojo en la lista de los herejes que abogamos   libremente por la honradez y la libertad.

Le recuerdo a estos señores -a los que ya se les está acabando, afortunadamente, el gas de la prepotencia-, que quien firma este lógico desahogo es Premio Nacional de la Cátedra de Flamencología de Jerez y miembro de la misma. Premio Nacional por la revista "Sevilla Flamenca" de la misma Cátedra, Premio Nacional "Ricardo Molina " en el X Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, y, curiosamente, Premio Nacional de Periodismo "Manuel Torre" de la Junta de Andalucía (1983). Que quien esto expande desde su "torre", ha sido el periodista que ha realizado más páginas flamencas a lo largo de toda la prensa escrita de España, primero en el vespertino diario "Nueva Andalucía" y, más tarde, a las órdenes del padre Javierre, dirigiendo un suelto semanal de 8 páginas flamencas en "El Correo de Andalucía", escuela de la nueva hornada de periodistas y críticos. Que quien hoy quiere sacar parte de su "pedantoteca" particular a la opinión pública, realizó un sinfín de programas de radio sobre flamenco con la patente de "Ser del Sur" en la Cadena C.O.P.E, que están todos grabados a disposición de quien me los pida. Que servidor ha sido, y sigue siendo, referente de la crítica flamenca y, sobre todo, divulgador del tema flamenco por todas las latitudes, contándose por cientos la conferencias en ateneos, peñas, asociaciones, universidades -entre ellas las de Sevilla, Córdoba y Madrid-, etc. Que Emilio Jiménez Díaz, y pido a la Junta de Andalucía que, por favor, no borren mi nombre del Flamenco, fue quien hizo posible el arreglo y mantenimiento del abandonado Monumento a la Niña de los Peines de la Alameda y el posibilitador de sus inolvidables homenajes anuales; propulsor de la Peña "La Soleá" de Triana; rescatador de los cantes alfareros de "El Zurraque"; director de la revista "Sevilla flamenca"; miembro fundador -hasta que los socialistas se apoderaron de él por completo- del Patronato de la Bienal de Arte Flamenco "Ciudad de Sevilla";  primer componente de la Comisión para la petición del Título de Hijo Adoptivo de Sevilla de Antonio Mairena..., ah, y fundador, junto a don Enrique Osborne de la Distinción "Compás del Cante". ¿Sigo...?

Mi amigo Manuel Martín ha querido romper una lanza en este "Congreso Internacional" por aquellos que hemos quedado al margen. Ha sido el único que ha tenido la valentía de rescatar nuestra memoria de los olvidos del PSOE. Les dejo su escrito en el citado Congreso, dándole sinceramente las gracias por acordarse de los defenestrados por el régimen, régimen al que le queda menos salsa que una punta de solomillo de tres días. 


I Congreso Internacional de Flamenco
Sevilla. Convento de Santa Clara. 12-11-2011

Sras. y Sres.
Saludos cordiales y muy buenas días.

En los 200 años de vida flamenca transcurridos, los medios de comunicación no siempre han sido el espacio donde reconocer a quienes ponen el arte en función de las necesidades y los intereses de la sociedad. La atención prestada resultó al principio bastante escasa y limitada a gacetillas, entrevistas y alguna que otra crónica, quedando fijada sobre todo en las revistas, cuya pionera fue ‘El Cante’, que vio la luz a finales de 1886, justamente hace ahora 125 años.

Tendríamos que esperar al 23 de julio de 1929 para encontrarnos con una crítica discográfica, cuando un lustro antes, en noviembre de 1924, ya había nacido la radio comercial en Barcelona. Pero no sería hasta 1935 cuando aparece Fernando el de Triana y su ‘Arte y artistas flamencos’, esperando por tanto hasta 1950 en que el flamenco toma plaza en RNE con Rafael Belmonte, al que siguieron Radio Vida (con Romualdo y Alfonso Eduardo), Vicente Marco en Madrid o Miguel Acal y Paco Herrera, además del papel divulgador que desempeñó Radio Cadena Flamenca a partir de 1983, sin duda el más afanoso proyecto, pues emitía de siete de la mañana a dos de la tarde, y ahora Flamenco Radio, de la RTVA.

No quisiera olvidar a Juan Luis Manfredi, Manuel Barrios, Fausto Botello, José Antonio Blázquez, Gonzalo Rojo, Agustín Gómez, Emilio Jiménez Díaz y otros muchos maestros que impulsaron a que ABC, El Correo de Andalucía, Nueva Andalucía, Diario 16, La Vanguardia, Diario de Jerez, Córdoba, Ideal o El País, entre los muchos, empezaran a dedicar al flamenco páginas especializadas a partir, sobre todo, del nacimiento de los Festivales Flamencos y por supuesto del agrupamiento de los aficionados en las Peñas Flamencas.

En el período comprendido entre 1963 y 1964, aparecen las primeras imágenes de flamenco en TVE con la serie ‘Flamenco. Una antología del cante y baile andaluces’, y habríamos de esperar a 2003 para conocer la web ‘Flamenco-news’ de la mano de Alberto García Reyes, con lo que ya tenemos completo los criterios de difusión del flamenco, desde los que divulgan los actos presenciales de sus redactores a los que también atienden aquellos principios que inspiraron a los precursores de las revistas, esto es, hacer del medio una tribuna para expresar teorías y vivencias, así como cubrir áreas de reflexión aún inexploradas o, acaso, enfocadas con un tratamiento insuficiente.

Pues bien, estos medios de comunicación han sido testigos preferenciales de cuánto ha acontecido en el hecho jondo durante los últimos 50 años, por lo que no entiendo la ausencia en este Congreso de nombres ilustres como Juan de la Plata, Onofre López, Emilio Jiménez Díaz, Agustín Gómez, Rafael Salinas, Paco Sánchez, Jesús del Río, Miguel Ángel González, Rafael Varela o Manuel Bohórquez, hombres que testificaron cómo fue en el pasado decenio de los ochenta cuando la Administración Pública comienza a producir espectáculos propios a fin de crear una nueva sensibilidad teatral, como lo constata la Bienal de Sevilla, la Cumbre de Madrid o el Festival de Jerez.

Pero estamos en los albores de un nuevo siglo. Y cuando se está cuestionando el término flamenco, el mundo nos acoge como lo más representativo de la realidad pluricultural y plurinacional del estado español. También así lo ha estimado la UNESCO al declararlo Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad. La UNESCO daba, obviamente, carácter oficial a lo evidente, pero, como ha puesto de manifiesto, no es la panacea de la productividad, no ha puesto un euro y, por consiguiente, no es el elixir alargador de la vida flamenca.

La garantía sólo puede partir, por el contrario, de las instituciones públicas, que han de aplicar medidas para preservar la dignidad flamenca, erradicar el nepotismo y suprimir la exclusión, optimizar los costes, hacer de lo jondo un elemento articulador de las competencias básicas en la enseñanza e impulsar la iniciativa privada como factor dinamizador de su tejido industrial...Y como notarios de esa realidad, los medios de comunicación.

Los artistas flamencos, al menos los que usan la cabeza para algo más que para peinarse, quieren que los medios de comunicación sean intermediarios entre el flamenco y la sociedad, y, por tanto, no los consideran como medios de entretenimiento que dejan de lado su código deontológico por el lucro, sino como medios de información.

Los medios, por su parte, están obligados a informar, investigar, analizar, trazar horizontes y a desarrollar sus tareas con objetividad, equidad, ética y racionalidad, conscientes de la función social que desempeñan, que en este caso no es sino utilizar lo jondo como estrategia de inmersión cultural.

El influjo que ejercen los medios de comunicación de masas sobre la sociedad actual es, en consecuencia, innegable. En la mayoría de los casos esta capacidad de intervención sobre el individuo, y por ende, sobre la colectividad social, resulta beneficiosa. Sin embargo, en algunas ocasiones, puede tener un efecto realmente perjudicial.

Y digo esto no porque cada medio tenga su forma de tratar el material informativo, sino porque algunos parten en desventaja. La prensa escrita tradicional, por ejemplo, sabe que una noticia difundida en un periódico un día después ya es historia, de ahí que se enfrente a la voracidad de la televisión, al reto de la inmediatez de la palabra en la radiodifusión y al elemento más característico de los medios en la nueva Sociedad de la Información, es decir, la interactividad de los diarios digitales o internet, que son medios activos, no pasivos.

Esta irrupción es tal, que muchas veces resulta imposible identificar en qué momento se está consumiendo publicidad, servicio o entretenimiento, de ahí que en este Congreso el tema ‘Medios de comunicación y flamenco’ sea de un oportunismo innegable, ya que si entendemos por difusión flamenca el arte de divulgar o analizar esta manifestación universal parida en el seno de Andalucía, por la que traducimos al lenguaje de las palabras el lenguaje de los sentimientos y la creación, mucho me temo que los que parten en desventaja son aquellos medios que no cuentan con especialistas cualificados en sus redacciones o que dan la espalda a este fenómeno artístico, por más que difundan informaciones o emitan ocasionalmente juicios de valor que, evidentemente, provocan hilaridad en todo el mundo.

No podemos perder, por tanto, la objetividad en una sociedad que espera de nosotros que seamos imparciales, eficaces, justos y profesionales documentados. Y no perder la objetividad significa tanto asumir el primer compromiso ético del periodista, el del respeto a la verdad, como el de no subestimar la función social de quienes contribuyen al enriquecimiento cultural de un país.

En ese contexto, es siempre bueno recordar que cuando el hombre inventó la escritura algunos perdieron la memoria. Y para que eso no ocurra, está la crítica flamenca, que en su afán de exaltar el flamenco no debe inventar un porvenir, que para eso está la educación, sino abogar por que el flamenco viva en la ética, la ética como compañera de vida, de ahí que defienda una vida nueva sobre los cadáveres del pasado.

               Pero dicho esto, no toda la Prensa está a la altura que el flamenco exige como música de rango superior. Salvo las excepciones que están en la mente de todos, el tratamiento que algunos medios le conceden daña impunemente el espacio destinado a contenerlo, sobre todo aquellos que avalan el fraude, valorizan el arte demencial y ensalzan a esa carroña que, lanzada a los buitres del consumismo y creada por la persuasión que las discográficas ejercen sobre estos medios, son, junto a muchos garantes públicos, los únicos culpables de tanta desfachatez y tanto delito cultural.

Y esto tiene que ser delatado en este foro, al igual que el estilo que desde hace años Madrid convino en llamar Nuevo Flamenco y que Andalucía le puso ‘El sol, la sal y el son’, ese pop aflamencado que responde a claros intereses comerciales y que, aun careciendo de legitimidad flamenca, homologaron cuando el conformismo y el mal gusto fueron admitidos por la masa descalificada. Y como muestra, un botón: el Grammy latino a Niña Pastori como mejor disco de flamenco.

Con ello quiero significar dos cosas. Por un lado, que para mi generación, la frontera entre escritura, crítica, teoría e investigación, es borrosa, ya que unas no llevaron a las otras, es decir escribíamos porque nos gustaba escribir y porque nos interesaba el flamenco. Y por otro, que si un medio de comunicación es la única fuente de información sobre lo que los artistas están haciendo, la crítica es un ejercicio de la inteligencia y, por tanto, su tarea no es cultivar amigos o servir de instrumento de propaganda larvado, sino hacer crítica de las políticas culturales y por supuesto descartar todo cuanto afecte a su independencia, todo cuanto arrastre servidumbres.

Claro es que para que el crítico recupere la capacidad de arbitraje que antaño tuvo, haga autocrítica, arriesgue y deje de instalarse en lo previsible; para que no quede, mismamente, sometido de continuo a un proceso de intoxicación, para no estar sujeto al veneno de quienes pretenden estrangular la libertad de expresión y para no ser el perfecto adulador que ni molesta ni estorba al poder establecido, necesita compromiso (con su cultura), independencia (para no ver emporcada su dignidad), espacio (para escribir), tiempo (para reflexionar) y un sueldo digno (para no tener que venderse para sobrevivir y así evitar el cohecho impropio).

A partir de ahí hay que exigirle los cuatro estilos que predominan en la crítica, tal que el descriptivo, el contextual, el poético y el estético-filosófico, cuatro modos de analizar el hecho flamenco que habrán de poner en evidencia las condiciones que subyacen en la obra de arte pero que, a mi entender, resultan imposibles si no se sabe escribir y describir, si no se sabe informar y estar informados, y si no se conoce la historia de este arte y las estéticas que lo enriquecen.

Pero mientras llega esa deidad, justo es reconocer que la crítica es necesaria porque el público necesita un portavoz, pero es prescindible porque ningún crítico tiene en este país el poder de hacer o deshacer carreras. Nuestras opiniones, si es que nos parece legítimo expresarlas, importan a pocos. No afectan en absoluto al mercado o son enmudecidas por el ruido publicitario.

En definitiva, para aquellos que no tienen memoria y se hacen una de papel y para los que verdaderamente difunden los valores culturales del flamenco, para todos, el análisis flamenco no es en la actualidad vinculante y ha decrecido en imparcialidad e independencia, al punto que tengo para mí que entre el crítico y el artista, entre los dos, el crítico es el prescindible, pero también lo es el artista entre él y la obra, y ésta si la enfrentamos al público, de ahí que aspire a que la crítica no sea tanto una fuente de información sobre lo que los artistas están haciendo, cuanto un diálogo: casi siempre con el artista, pero también con el público…. Que así sea y que todos se lo podamos contar a las generaciones venideras.

Muchas gracias.


4 comentarios:

  1. La verdad sólo tiene un camino (aunque el estilo Psoe de la Junta piense de forma distinta).

    Desconozco los tejemanejes del mundillo del flamenco, ni sabía de la existencia de un "Congreso Internacional", ni del sr. Martín o Plata, o del Grammy Latino de Niña Pastori....pero es muy lícito y honorable defender lo que es suyo, alzar la voz y poner a cada uno en su sitio.

    Detalle cabal a raudales del Sr. Martín y mi más sincero apoyo Don Emilio.

    Un saludo.

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  2. Yo no tengo nada mío, estimado Paco, pero sí la honradez legítima de quien se ve subestimado por cuatro mindundis, que no son más. Jamás he utilizado el Flamenco como plataforma de algo. No me ha hecho falta para vivir ni para darle estudios a mis hijos. En el mundo del Flamenco saben quién soy, excepto estos ineptos de la Junta. Manuel Martín ha sido valiente en esta exposición necesaria, que espero no le perjudique. Lo cual le he agradecido en este blog y en correo particular.
    ¿Se han mojado y se van a mojar otros? ¡Qué va, amigo Paco. La gente sabe nadar y guardar la ropa. No sé cómo lo hacen, pero es así!

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  3. Lo de Martín es demasiado esfuerzo a sabiendas -imagino- que nadie de los "destinatarios" va a leer lo que debería ser el texto de una conferencia con aforo completo.
    En el arte como en la política -que nada tiene ya de arte- la cima está llena de mediocres y, claro, cómo van a reconocer méritos de otros... Los mejores al olvido.

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  4. Pues ese fue el texto que Manuel Martín leyó en el citado Congreso Internacional, que digo yo que si hay algo internacional en el flamenco sin pasar por Triana...
    Conmigo no han querido contar para nada porque saben que voy por libre. Al final, me alegro de no tenerles que agradecer nada.

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