ENRIQUE BARRERO RODRÍGUEZ nació en Sevilla en 1969 y es profesor, especializado en Derecho Mercantil, de la Universidad de dicha ciudad. Dentro de su doctorado, ha escrito muchos temas y ha recibido muchos premios, pero en esta página nos referimos a él como poeta, un gran poeta de la escuela sevillana que, pese a su juventud, ha conseguido la madurez por medio de sus poemarios, llenos de intensidad y preñados de vida, de fe y de esperanza. Para completar esta trilogía, la caridad también la ha realizado invitando a comer a todos del pan sabroso y candeal de sus versos.
Su primer libro de poemas vio la luz en 1995 con el título "Colección de sonetos para un sueño", al que le siguieron "Breve nombre de amor" (1996), "Cien sonetos de amor" (1996), "Mejor indiferencia que esperanza" (1998), "La luz en tu mirada" (1998), "El tiempo en las orillas" (2000), "Poética elemental" (2002), "Varón de Dolores. Poemas de la Semana Santa de Sevilla" (2005), "Sur adentro. Acuarelas y poemas" (2005), Fe de vida" (2007), "Liturgia de la voz abandonada" (2009) e "Instantes de la luz" (2011).
Su macuto o morral de premios está lleno, señal de que su poesía ha cuajado por muchos puntos de nuestra geografía: "Gustavo Adolfo Bécquer", "Ciudad del Guadaira", "Juan Sierra", "Baeza", "Florentino Pérez Embid"..., y sigan poniendo. Poeta clásico, que da en la diana de la metáfora ajustadísima, Barrero no odia ni se reprime a la hora de escribir un soneto magnífico, o una décima excelente, pero tampoco da la espalda, o la mano de sus poemas, a las nuevas creaciones libres, tan sugerentes si el ritmo de la música de la palabra sigue al corazón que la pronuncia y la fija para siempre.
Hoy, como presentación de su obra, he elegido un soneto de su hermosísimo libro de juventud "Cien sonetos de amor", concretamente el que va señalado con el número IV, publicado en Sevilla, por Qüasieditorial, el año 1996
Hoy, como presentación de su obra, he elegido un soneto de su hermosísimo libro de juventud "Cien sonetos de amor", concretamente el que va señalado con el número IV, publicado en Sevilla, por Qüasieditorial, el año 1996
IV
Tumbada frente al mar, qué luminosa
acuarela tu cuerpo prolongado.
Lame el sol el perfil de tu costado.
Besa tus pies el agua silenciosa.
En cercos desiguales pasa y posa
la espuma su blancor alborozado
y se quiebra en tu vientre soleado
como el pétalo ajado de una rosa.
Así quiero tenerte -sal marina,
altamar de mi sueño que cabalga
por la arena encendida de mi vida,
rumor de mar y amor, leve verdina
enredada en mis venas como un alga
hasta dejar la sangre verdecida-.
Enrique Barrero Rodríguez
"Cien sonetos de amor"
1996
Me ha encantado todo, la ilustración, la fotografía, tu amabilidad…Quede inexcusable agradecimiento a ritmo de décima:
ResponderEliminarAquí te dejo, en Sevilla,
mi agradecido sentir.
Emlio, el Guadalquivir
te lo acerque a aquella orilla
Que esta décima sencilla
por sus aguas no se borre.
Quien alienta y quien descorre
mis versos por la semana
los hace, a su vez, campana
de su esbelta y alta torre.
Fuerte abrazo.
Eso es muy hermoso, Enrique. Lo imprimiré para ponerle un marquito y situarlo en la vitrina de mis recuerdos.
ResponderEliminarUn millón de gracias por ese regalo inesperado.
No hay más que tener amigos poetas...
ResponderEliminarLa semana promete.
Me ha encantado conocer la poesía de Enrique y, por supuesto, conocerlo personalmente y saber que estamos en la misma onda, como todos vosotros, mis amigos cercanos.
ResponderEliminarMe ha llenado de satisfacción entrar en este blog y poder formar parte, si así se me permite, de los "amigos cercanos" de Emilio. Es una lástima que no lo conociera cuando en la presidencia del Ateneo podía adoptar algunas iniciativas.como, por ejemplo, la publicación de los cinco libros conmemorativos de las grandes ocasiones en la que el Ateneo tuvo una especial vinculación con la poesía.Enhorabuena por todo.
ResponderEliminarUn saludo muy especial a Ángel Vela a quien le agradezco sus recuerdos y su afecto. También, si es tan amable de servir de mensajero, a su hija Sonia, a quien le perdí la pista hace algún tiempo, creo que en Huelva. Fue una grandísima colaboradora durante aquellos años y siempre nos trató, al Ateneo y a mi mismo, con una gran generosidad, y, por supuesto, eficacia.
Mis amigos cercanos, Enrique, seguro que ya son tus amigos.
ResponderEliminarSorpresa muy agradable reencontrarme con la voz de caballero de don Enrique Barrero González. Durante su jefaturas a los mandos de la nave del Ateneo ha sido el tiempo en que más cercano he sentido a la Docta Casa. Su deferencia para conmigo y, especialmente, con mi hija Sonia, forjó un verdadero afecto.
ResponderEliminarSonia, admirado amigo, continúa en Huelva cumpliendo con su trabajo. Ella también guarda hermosos recuerdos de aquellas tardes en las que, por tus deseos, colaboró con el Ateneo.
Mi más fuerte abrazo.
Y es que para algo, con sus muchos disidentes cercanos, tenía que servir este blog. Con eso me doy por satisfecho.
ResponderEliminarBuenos frutos estamos recogiendo, Emilio, gracias a la buena sombra de tu torre, de nuestra torre cobalto.
ResponderEliminarEstas son las cosas que me hacen sentirme feliz.
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