Sigo esperando noticias de los programas de las distintas fuerzas políticas, pero no llegan. Se están pasando los días en vaivenes de acusaciones de unos contra otros, pero ninguna hoja de ruta, ninguna declaración -que debería ser jurada- de qué contenidos y propuestas ofrecen para arreglar tantas fracturas como tiene nuestro país en todas sus materias: sanidad, educación, trabajo, justicia, etc. ¿Qué voy a votar si no me dicen el contenido de sus programas? De todas formas, para nada vale que me lo digan, porque son tan embusteros que, cuando alcanzan la efímera gloria del Poder, pasan de todo y se mofan de nosotros.
Cuando las propuestas y promesas de los políticos sean notariales, y ante un incumplimiento la ley les aparte de sus menesteres, es posible que me decante por algunos; cuando ante el nepotismo y la corrupción los políticos vayan cautelarmente a la cárcel, me pensaré si merece la pena hipotecar mi voto a los partidos que representan; cuando aquellos que metan las manos en las arcas públicas salgan en grandes caracteres en los titulares de prensa y se voceen sus nombres en informativos tanto televisivos como radiados, se les haga un juicio rápido, aunque con todas las garantías, y visiten la Modelo, Carabanchel o Sevilla 2, probablemente confíe un poco más en ellos porque no tendrán otra alternativa que ser honestos; cuando se demuestre que es verdad que trabajan por el pueblo que los alza hacia el Poder, quizás me piense si merece la pena depositar mi voto con sus siglas; cuando ninguno de ellos se haga rico con su cargo, cese de su trabajo sin otras prebendas que las partes proporcionales que le corresponde -siguiendo la misma regla que se aplica a todos los trabajadores-, se jubile a los 65 años y cobre según lo cotizado, y se le prohíba recibir más de una pensión, tal vez me crea que la justicia es posible en España..., y tal vez le ofrezca me voto.
Pero mi voto no está para mantener a parásitos que abandonan su sillón del Congreso cuando les apetece. Mi voto no quiere servir para mantener a un Senado que no sirve absolutamente para nada. Mi voto no puede amparar a quienes ejercen su cargo para lucrarse y lucrar a sus familiares colocándolos con un sueldo de lujo en gabinetes que no sirven para nada. Mi voto no es un aval para esquilmar sistemáticamente las arcas de nuestro país. Mi voto no está a disposición de los demagogos y embusteros que cambian las leyes a su antojo. Mi voto, hasta que no me demuestren una honradez sin mácula, siempre irá en blanco. Cuando los partidos pasen por el cedazo o alambique de esa honestidad que reclamo, posiblemente dejaré mi voto con sus nombres. No hasta entonces.
¡ Ahí va mi sombrero,amigo !.Los grandes problemas suelen tener soluciones sencillas.
ResponderEliminarfranmmartin
Te invito al club de los descontentos.
ResponderEliminar