No, no estamos en Dharavi, la población más pobre y tugurial de la India de Mumbai, ni en las grandes zonas suburbiales de México, ni en los más desoladores municipios de Sudáfrica, en cuyos lugares se les debería caer la cara de vergüenza a tantos, sin ella, que ocupan los más altos cargos de esta gran injusticia colectiva a la que llamamos mundo. No, la fotografía, y da fe de ello la atenta cámara de José Manuel, está tomada recientemente en pleno centro de Sevilla, en su calle de Marqués de Paradas, a un paso de donde despacha tantas quejas el Defensor del Pueblo Andaluz y, por ende, de todos los que la habitan.
Junto a los contenedores de basuras múltiples, esas que nos invitan a reciclar en los hogares, y casi frente al ambulatorio de la Seguridad Social, un hombre se mezcla con ellas, torpemente tendido sobre cartones próximos, asiendo con su mano izquierda una mochila con todas las pertenencias que la vida ha podido ofrecerle. No sabemos si es joven o viejo, si alguna ingesta larga de vino barato lo llevó a refugiarse entre ese malecón de desechos, o si quizás él mismo quiso convertirse en un reciclado más para encontrarse pronto con esa otra vida que tanto nos prometen, pero que nadie ha contado en primera persona.
Es hora de batallas laborales, y autobuses y coches llevan a las personas que tendrán que empezar a sudar el pan de cada día. El tráfico no repara en este hombre, los peatones tampoco, nadie quiere saber nada de esta indigencia cada vez más abundante. Holgado sí lo hizo, para denunciar la insolidaridad y para llamar de nuevo a nuestras conciencias antes de disimular y echar la vista hacia otro sitio.
Fotografía: José Manuel Holgado Brenes
Texto: Emilio Jiménez Díaz
Si este es el mundo que les espera a nuestros hijos y nietos urge ese cambio de era que se presiente. Que llegue cuando antes el nuevo ser humano. Terrible la foto de José Manuel.
ResponderEliminarNo, Emilio, no estamos, en esos lugares donde el ser humano puede ser un deshecho, pero para los que vivimos cerca del comedor de las monjas escenas tan dolorosas no son -trágicamente- familiares.
... quiero decir nos son...
ResponderEliminarLa fotografía de Holgado es impresionante, pero más impresiona que pase eso en nuestros días. Sé cómo está la Cava con el comedor de las monjas... y cuántas personas pasan por allí. ¡Terrible!
ResponderEliminar¡Gratitud plena, querido Emilio, una vez más! Tus comentarios y los que los queridos blogueros van añadiendo, aumentan tremendamente la angustia que sentí en su día cuando hice la foto... Y cuando, por desgracia, sigo repitiendo estos temas que sabéis me obsesionan. Pero no se nos olvide que hay Alguien que dijo un día y sigue vigente: -¡Bienaventurados los pobres, los que lloran, los perseguidos, los que han hambre y sed!... ¿Nos lo perdonará?
ResponderEliminarCada vez que tengo que poner un comentario a tus fotografías es una meditación para mí, y me enorgullece tener a un amigo tan artista genial como tú. ¡Aún quedan fotos más fuertes!
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