MOFA
Se mofan los relojes por la plaza,
en la estación, los bares, los jardines,
como si fuesen pobres arlequines
que a recordar las horas nos emplaza.
Por donde vamos, el reloj abraza
la vida de los hombres, y ruines
saltan a nuestros ojos cual mastines
y aprietan como labios de tenaza.
Reloj en la muñeca de los hombres,
en el móvil que suena a cada instante,
tras de la barra de cualquier café…
recordando las horas, los segundos,
como si no existieran más profundos
temas sobre ese tiempo que se fue.
Emilio Jiménez Díaz
Emilio de nunca he llevado un reloj encima, ni una agenda. Tan solo el despertador de mi bato, que ni anda ni lo arreglo, en mi mesilla de noche. En el móvil lo tengo quitado de la pantalla. Siempre me he despertado con la claridad del amanecer. Las ventanas de mi alcoba están orientadas al este. Pero me cago en la mare que los parió, siempre veo relojes por todos los lados.
ResponderEliminarEs una agonía tener relojes por todas partes. Ya lo tienen hasta los quioscos de prensa.
ResponderEliminar"... y aprietan como labios de tenazas...". Hermoso poema.
ResponderEliminarYo si salgo sin el reloj me vuelvo a por él...porque se me hiela el brazo izquierdo y soy como un barco "desbrulujado" en alta mar. Los genios no los necesitan; tampoco los eternamente jóvenes. Ya me gustaría desecharlos por los dos motivos.
Ahora recuerdo una letra de soleá que dice:
"A ti te faltan las horas/ que no vivistes conmigo,/ yo te viá comprá un reló/ que marque el tiempo perdío".
Este si que es un reló terrible, Ferca...
A mí me pasa igual, Ángel. Se me queda mudo el brazo..., pero qué fastidio.
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