Bueno, bueno, que también Marujita Díaz tenía unos ojos hermosos, nadie lo puede poner en duda. Ojos grandes y picarones para bambolearse en esa mirada que mata, tan grandes como los que recogía en esta copla Gabriel María Vergara en su libro "Mil cantares populares amorosos" (1921):
Tienes los ojillos grandes
como piedras de molino,
que parten los corazones
como granitos de trigo.
Ojos que alumbran más que el célebre faro de la costa murciana:
Ni la farola que tiene
el faro de Cabo de Palos
alumbra como tus ojos,
que encandilan al mirarlos.
Ojos que harían cambiar el color del universo en la copla de Antonio Rincón Muñiz, publicada en su libro "Alconchel" (1989):
Niña, hasta el coloó del cielo
cambia cuando tú lo miras
con tus ojitos abiertos.
Y si de cielo hablamos, para qué salir la luna. "Demófilo" nos recogió esta seguiriya:
No sarga la luna
que no tiée pa qué,
con los ojitos e mi compañera
yo m'alumbraré.
Y es que no se necesita más si tiene uno la suerte de la luz de una mirada como la de Marujita:
No quiero para vivir
más calor que el de tu pecho,
más luz que la de tus ojos
ni más aire que tu aliento.
Algunos prefieren huir de miradas como esa, según anota Álvarez Curiel en su "Cancionero popular andaluz" (1991):
No me mires que me irrito
y paso la noche en vela
pensando en esos ojitos
y en tu carita morena.
Ya lo decía la soléa antigua recogida en el cancionero andaluz:
No siento en el mundo más
que los ojitos de tu cara
que matan con tu mirar.
Siempre será de día con ojos luminosos como esos. Gabriel María Vergara no anota esta otra copla:
Antes de rayar el alba
alza la alondra su vuelo
creyendo que ya es de día,
y es luz de tus ojos bellos.
Y es que son ojos que pueden asaltar por el camino de la vida a cualquiera. La copla la recoge Francisco Rodríguez Marín en su libro "El alma de Andalucía en sus mejores coplas amorosas" (1929):
Al rebolver de una esquina,
tus ojitos me asartaron,
tus cabeyos me prendieron
y a la carse me yebaron.
Hermosísima esta otra copla del poeta malagueño Salvador Rueda:
Alguna traición me has hecho,
morena de mis entrañas,
porque te tiemblan los ojos
como estrellas en el agua.
Ojos que siempre habrán de llevarse en la memoria, como anota Álvarez Curiel en esta copla:
Nunca podré estar sin ti
pues sólo podrá el rigor
separarme de tus ojos
mas de mi memoria no.
No hay mejor piropo para esos ojos que el que también registró Álvarez Curiel:
Benditos sean tus ojos,
tus pestañas y tus cejas,
que cuando miras a un hombre
si no está, muerto lo dejas.
Aunque hay que tener cuidado para no caer en ellos prisionero de por vida. La copla es de Alcalá Venceslada, publicada en su libro "De la solera fina" (1925):
Bandolero me hice yo
por robar, niña, tus ojos
y ellos me echaron después
cien llaves y cien cerrojos.
Deseos de guiarse por ellos no le faltó en esta copla a José Luis Rodríguez Ojeda:
¡Ay, corazón,
por el faro de tus ojos
quisiera guiarme yo!
Y es que a mujeres tan guapas hay que prometerles lo que canta la copla anotada por Manuel Garrido Palacios en su libro "Alosno, palabra cantada" (1992)
Tú tendrás, mientras yo viva,
un corazón que te adore,
un amor que te comprenda,
unos ojos que te lloren,
un hombre que te defienda.
Y mañana, si Dios quiere, otra ración de coplas con ojos y miradas de por medio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario