domingo, 29 de mayo de 2011

MI PREGÓN TAURINO DE LA FERIA DE CÓRDOBA (5)


Entre Sevilla y Córdoba, y en materia taurina, no se deben leer las rayas de las manos, porque entre toreros y entre gitanos no valen las buenaventuras. Son vidas pegadas a las mismas alamedas del mismo río, vidas uniformadas en los mágicos burladeros de ese Padre Guadalquivir que define nuestros destinos. Vidas pegadas, si se quiere, por el corazón de quienes supieron hacer del toreo un lazo de amistad entrañable por entre los miedos oscuros de las mínimas capillas, de los callejones, de los relojes que daban las encrucijadas de las horas en punto, de los paseillos con mucho oro de por medio y las caras descompuestas, de las músicas a una buena faena, de las oscuras palabras en tardes de alternativas y del luto peculiar y supersticioso de las monteras. Río abajo o río arriba, Córdoba siempre se quedó en Sevilla desde aquella memorable tarde de "Manolete" de 1941, y ojalá y para siempre que hoy Sevilla en Córdoba, no por mi palabra, sino por el recuerdo entrañable de vuestros toreros, varilargueros, novilleros y peones, emparentados, porque la historia así lo quiso, con paisanos de mi tierra.

No hay que olvidar que fue en esa cercana ciudad de la Giralda donde hizo su presentación y se vistió por primera vez el traje de luces vuestro "Torero Aristócrata", don Rafael Pérez de Guzmán. Tampoco hay que olvidar que José Dámaso "Pepete I" se doctora en Sevilla, aunque muera en Madrid y sea alzado a hombros por la copla popular:

Pepete salió a la plaza
como un torero valiente;
por salvar a un picador
un toro le dió la muerte...

Ni que incluso fue plaza esquiva y altanera la Maestranza para aquel gran "Lagartijo" -al que Mariano de Cavia acertó en denominar como Califa-, hasta el punto de que en el año 1884 decide, no falto de altas razones el matador del popular barrio de la Merced, no volver a pisar jamás el ruedo maestrante. Ni que vuestro segundo Califa, Rafael Guerra "Guerrita" toreó muchísimas de sus tardes en Sevilla y con gran triunfo, dándole la confirmación de la alternativa en esta plaza a mi paisano aljarafeño Ricardo Torres "Bombita" y, en Madrid, a su hermano Emilio...

Toreros cordobeses y toreros sevillanos...

Mientras que vuestro paisano José Flores "Camará" toma la alternativa en la capital de España de manos de "Joselito", el cronista "Don Pío" -célebre por aquellas calendas- grita emocionado al ver a "Gallito" la comentada frase: -¡Ha resucitado Lagartijo".

Toreros sevillanos y toreros cordobeses...

Mientras que Emilio Torres "Bombita", también en Madrid -eje taurino de la época-, concede a un "Machaquito" de verde y oro para la lidia de toros de Veragüa la última alternativa del siglo, vuestro más que merecido tercer Califa le cede los trastos de matar -en una de las corridas más largas de la historia- a mi admirado Juan Belmonte, perpetuado en bronce en mi plaza del Altozano por las manos de un escultor tan unido a Córdoba como Venancio Blanco.

Toreros cordobeses y toreros sevillanos...

Cuando las voces hablan de pugnas, de zancadillas y de internas guerras que sólo se solucionan en los terrenos donde el valor es la única y legítima defensa, ahí está el testamento taurino de "Guerrita" con un senequismo a flor de piel: -¡Primero, yo; después, naide, y después de naide, Fuentes!, aquel Antonio Fuentes Zurita, del barrio de San Lorenzo, que tuvo el privilegio de vivir en la casa natal de Gustavo Adolfo Bécquer.

Toreros sevillanos y toreros cordobeses...

En el año en que se abre el gran calendario del nuevo siglo, no hay que olvidar que fue otro torero sevillano, Enrique Vargas "Minuto", el que le abre las puertas como matador, en Madrid, a un querido paisano vuestro: a José Rodríguez Sánchez "Bebe Chico". Cuando Rafael Vega de los Reyes "Gitanillo", pasa el momento amargo de ese marrajo de la falta de contratos y decae la alegría del verde de sus ojos y hasta el cetrino de su piel se descompone, sólo es "Manolete" quien le lanza la montera de la amistad, y mandando en los carteles como mandó en los ruedos, lo impone en las empresas sacándolo de una crisis profunda, gesto que jamás olvidaría Rafael en cada tarde al hacer el paseillo y que, por supuesto, no olvidó en aquella trágica de LInares cuando en el Cadillac del cuarto Califa salió llorando para Madrid en busca del doctor Jiménez Guinea, para intentar salvar la vida de su amigo ocho años más tarde de que él mismo fuese testigo de su alternativa, cuando le cedió los trastes mi paisano "Chicuelo".

Toreros cordobeses y toreros sevillanos.

¿Y el casamiento de ese mismo "Chicuelo" con "Dora La Cordobesita"? ¿Existen o no existen lazos de unión en las orillas alfombradas de Arte que lleva el río entre Córdoba y Sevilla? Y cuando se nombra a Córdoba y a sus toreros, todo el mundo se para en "Manolete", como si todas las horas taurinas se hubieran quedado, por y para siempre, imantadas en aquella tarde agosteña de 1947. Con esta copla cantaba Manolo Caracol aquel momento:

De buen torero,
hasta en la muerte tú diste
detalles de buen torero.
Si un toro te dió la muerte,
tú lo mataste primero
como matan los valientes.

Por supuesto que no ganando en intensidad a la voz enduendada de Caracol, el pregonero quiere cantar ahora, en los catorce muletazos justos de un soneto, la parsimoniosa serenidad exterior y maestría de quien supo poner temple al toreo con una seriedad impresionantemente radical, estética y solemne:

Alfanje vertical de Manolete
sobre el ruedo triunfal de la agonía.
Toro y torero es pura geometría:
si círculo el astado, él minarete

que se eleva a la altura y que promete
-el rostro enjuto y la mirada fría-
sobre un punto preciso, la armonía
de la muerte jugando al molinete.

Se para el tiempo y todo es escultura
cuando pasa el pitón por la cintura
y Manolete, erguido cual mezquita,

lleva al toro embebido en la muleta,
mientras pasa la gloria en su veleta
y el aire en los tendidos resucita.


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