CALVARIO
Yo te sigo, Señor, yo voy vestido
de negro silencioso y centenario.
No alcanzo a ver siquiera tu sudario
ni el perfil de tu cuerpo suspendido.
Un antifaz me salva del olvido
que es vivir el afán de lo diario.
Y hoy soy en la ladera del Calvario
aquello que seré, que siempre he sido.
Yo te sigo, Señor, que nadie quiera
indagar el porqué de mi camino
ni el sueño que mi pecho conmemora.
Porque una vez me hirió la primavera.
Te sigo porque sí, para que un trino
me descorra la puerta de la aurora.
Enrique Barrero Rodríguez
Estimado amigo, le agradezco la publicación y difusión de este soneto del que soy autor en su espléndido blogg. Un cordial y agradecido saludo.
ResponderEliminarEstimado amigo: Su soneto es una auténtica maravilla, y por eso lo he elegido como pórtico a la Semana de Pasión. Me encanta que las nuevas tecnologías nos haya acercado, en la seguridad de que volveremos a reencontrarnos.
ResponderEliminar¡Felicidades por el soneto y por su gran trayectoria poética!