Sigue el pique-pique en el cancionero popular en torno a las madres que no aceptan a los novios de las hijas, o al contrario. La lírica del pueblo siempre dio rienda suelta a este tema en las coplas, como esta que se recoge en el cancionero de Álvarez Curiel (1991):
Yo te quisiera querer
y mi madre no me deja,
en todo se han de meter
las pícaras de las viejas.
El enamorado toma algunas veces sus precauciones, como en esta letra del cancionero que llevaba en su repertorio Antonio "El Arenero" a compás de soleá:
Cuando paso por tu calle
llevo pan y voy comiendo
pa que no diga tu madre
que con verte me mantengo.
Para los desamores también la lírica tiene su copla a punto:
Anda diciendo tu madre
que yo a ti te he entretenío,
y yo te tengo apuntá
en el libro del olvío.
Deseos de casarse no le faltan a esta mozuela de la copla. Y mal lo lleva su madre si no accede a sus deseos de matrimonio. Lo canta por garrotín Antonio Mairena:
Si mi mare no me casa
este domingo que viene,
le pego fuego a la casa
con toíto lo que tiene.
Las comparaciones se suceden en el cancionero por culpa de las dichosas madres:
Si tu madre no me quiere,
la mía te quiere menos,
si la tuya te realza
la mía me sube al cielo.
Cuando muchas veces las madres quieren lo máximo para las hijas, también el cancionero popular se previene, como en esta copla ciertamente muy popular:
Si tu madre quiere un rey
la baraja tiene cuatro:
rey de oros, rey de copas,
rey de espadas, rey de bastos.
Demasiado fuerte esta otra donde el amado/a pidió la muerte de su suegra. La recoge Ricardo Molina en su libro "Cante flamenco. Antología." (1969):
Tú le pediste a Dios
que mi madre se muriera
y mi madre se murió,
y ahora busca a quien te quiera,
que ya no te quiero yo.
Muy fuerte también esta que sigue, presente en el "Novísimo cancionero flamenco" de Juan Manuel Villén (1887):
Tu madre es una arrastrá
que por algunos parnés
entregará tu persona
hasta al mismo Lucifer.
El insulto se impone ante los malos modales en esta copla por soleá:
Tu madre es una judía,
que pasa por mi verita
y no da los buenos días.
La férrea vigilancia materna también se recoge en las coplas. He aquí una muestra que nota Álvarez Curiel:
Tu madre me monta guardia
como si fuera un castillo;
ni guardias ni centinelas,
te tienes que venir conmigo
quiera tu madre o no quiera.
Con esta variante que también anota el mismo investigador:
Tus ojos son dos luceros
en la Venta de Antequera;
tú tienes que ser pa mí
quiera tu madre o no quiera.
El asentimiento con un poquito de guasa también da alas a la copla, tal como así hace notar esta letra por soleá que se recoge en "La poesía lírica en andaluz" (1983):
Tu madre no dice ná,
tu madre es de las que muerden
con la boquita cerrá.
El estado de ánimo lo refleja a la perfección esta triste letra de Manuel Balmaseda (1881):
Tu madre se habrá creío
que algún dañito me ha hecho,
con decí que yo ando triste
¡y no sabe que ando muerto!
El juramento de un rompimiento total también se recoge en el cancionero en esta copla por seguiriya:
Ve y dile a tu madre
que ande reposá,
porque tu ropa junto con la mía
no se va a lavar.
En esta soleá del maestro Antonio Mairena se pone de manifiesto las carencias de la amada:
Vergüenza vienen vendiendo,
dile a tu madre que compre,
que a ti te hace más falta
que a una puertecita los goznes.
Tanta presión suelen meter las madres y la opinión paisana que el amor se convierte en aborrecimiento, tal como dice la copla del poeta José Cenizo en el libro "De la tierra al aire":
Ya no te quiero ni ver,
entre tu mare y la gente
aborrecí tu querer.
En esta copla que cantaba por bulerías por soleá Antonio Mairena, el tema es casi idéntico:
Yo contigo vivo hasta el morir
pero a tu madre yo no la camelaba
que ha hablaíto mu mal de mí.
Pero evidentemente todas las coplas tienen su revancha, como esta del cancionero popular:
Anda diciendo tu madre
que no me quiere por sordo,
y yo no te quiero a ti,
chiquilla, por lo que oigo.
Y mañana, otra dosis de esta gigantesca muestra de la lírica popular.
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