La madre también se erige en protagonista de la copla cuando se convierte en la mediadora de las relaciones del hijo con la amada, bien entrometiéndose en las relaciones, bien negándose a ellas o aconsejando por la propia experiencia. En esta ocasión, las coplas que el pueblo creó se dividen en varios bloques: dándole la razón a la madre, teniéndola como consejera o consultora, o estando totalmente enfrentados con la posición maternal. La primera muestra que traemos hoy, recogida del cancionero popular de Álvarez Curiel, se refiere al miedo de la madre a las relaciones de su hijo:
Mi madre a mí me decía
que me tenía que ver
en la cárcel de Almería
por culpa de una mujer.
Con la variante de saber cómo se llamaba la mujer culpable de la privación de libertad:
Mi madre me lo decía
que me tenía que ver
en la cárcel de Almería
por culpa de una mujer
que se llamaba María.
En esta otra se rebela con ella. Cada uno tiene su vida:
Mi madre dice que es pera
y yo digo que es manzana,
mi madre quiso a quien quiso
y yo a quien me dé la gana.
Y en esta se acuerda del consejo ante el amor perdido:
Y en esta se acuerda del consejo ante el amor perdido:
Mi madre me dijo a mí
que cantara y no llorara,
que echara al lao las penas
y de ti no me acordara.
Copla que tiene su variación en el consejo de que sepa guardarla:
Mi madre me dijo un dia
que cantara y no llorara,
que echara penilla al aire
pero que no la olviara,
qué buena era mi madre.
De nuevo, la figura materna se mete en la copla como consejera sabia de amores que no marchaban bien:
Mi madre me lo decía
que contigo no me hablara,
yo la desobedecía,
mira si me salió cara
la desobediencia mía.
También la soleá se erige como conductora de una letra del mismo cariz:
Mi madre me lo decía
que yo a ti no te quisiera,
mira si te conocía.
La seguiriya hiriente ante el temor de la pérdida de la madre en la copla genial de Manuel Balmaseda:
Mi mare está mala,
si llega a morí
a un dibé del cielo llorando le digo
qué será de mí.
Y el miedo ante la desolación de la posible muerte materna:
Mientras mi madre me viva
tengo en mi casa un rincón,
cuando ella se me muera
al asilo me voy yo
por no tener quien me quiera.
Copla que parece que se hace realidad en esta seguiriya recogida por el cancionero popular:
Murió mi madre,
solo me quedé,
desamparao y sin calor de nadie
fatigas pasé.
Ningún amor como el de la madre, ningún beso como el suyo, según recoge el fandango hermoso de Manolo Fregenal:
No son besos de verdad
los besos que son compraos,
que los besos verdaderos
son los que una madre da
y esos no cuestan dineros.
Y el mayor desinterés filial en esta seguiriya desgarradora:
Penas tié mi madre,
penas tengo yo,
y las que siento son las de mi madre,
que las mías no.
La madre también aparece en muchísimas composiciones como mediadora ante graves problemas, tal como cuenta este martinete del cancionero:
Ponte, madre, el mantoncillo
y ven conmigo a la Audiencia
y habla tú con el fiscal
a ver si con tu presencia
me ponen en libertad.
O como madre dolorosa que llora por la pena de sus hijos:
Pobrecita de mi madre,
llorando de pena está,
que vienen los undunares
buscando a mi hermano Juan.
Mañana, queridos blogueros, continuaremos con este manantial de coplas que tienen a la madre como protagonista de los múltiples asuntos de la vida.
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