DUERMEN LOS DUENDES
Quiero hacerte un poema y no me sale,
y es que los duendes duermen a estas horas
en que tú, mujer mía, hasta enamoras
el aire que es más aire y que más vale.
Vuela la madrugada y todo cabe
por entre este universo donde moras
con dos palomas acariciadoras
del pecado venial y del que es grave.
No llegaría a ser yo si me faltaras,
porque sin ti no hay mundo y lontananza,
ni sol ni mar ni cielo, no habría nada.
Lágrima, al fin, si tú no me abrazaras
con cuajados collares de esperanza
y el verdor de la vida en tu mirada.
Emilio Jiménez Díaz
"De rosas y de espinas" (1987)
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