domingo, 27 de febrero de 2011

CANCIONES POR NUESTRAS VIDAS: ¡AUPA TUNA! (91)

A todos nos alegra el alma cuando vemos a las clásicas tunas o estudiantinas por las calles de nuestra ciudad, con su indumentaria vistosa, la juventud en sus rostros y las hermosas canciones en sus labios, acompañadas por los sones de guitarras, laudes, bandurrias y panderetas.
Aunque pueda parecer que estas agrupaciones son relativamente modernas, nada más lejos de la realidad. Los ancestros de estas agrupaciones de estudiantes vienen desde muy antiguo, prácticamente desde la fundación de las primeras universidades en nuestro país. Ya el mismo Alfonso X "El Sabio" se refería a los llamados "sopistas", que eran estudiantes que se alimentaban de las sopas de los conventos de caridad con la llamada sopa boba, cuando dejó apuntado en "Las Partidas": Esos escholares que troban y tañen instrumentos para haber mantenencia.

Según deduce la historia, aquellos estudiantes tenían mucha picardía y mucho ingenio y, a veces, deambulan con pícaros, arrieros y comparsas de cómicos, actuando por los pueblos cuando en vacaciones iban camino de casa. Subsistían, pues, utilizando la picaresca habilmente e intentando con sus canciones embaucar a las damas para lograr sus favores. Pero lo que hoy conocemos como "tunas", estas agrupaciones universitarias, tienen su origen a finales del XIX, cuando bien organizados se van formando respetando en todo momento las raíces tradicionales, sin peder un ápice del sentido bohemio, pícaro y galante de siglos anteriores. Si ya algunos de los escritores del Siglo de Oro, como Quevedo, nos hablaban de los estudiantes contándonos sus procacidades, el francés Charles Davillier, en su libro "Viajes por España" (1862), nos dice cuando se refiere a Alcalá de Henares: "Ya que nos encontramos en una ciudad a la que una universidad hizo antaño célebre, no debemos olvidarnos mencionar a unos de los tipos más curiosos de la antigua España. Queremos hablar de esos estudiantes que se designan habitualmente de "estudiantes tunantes" o "de la tuna" (...) Las antiguas novelas picarescas están llenas de los relatos de las picardías en las que los estudiantes españoles empleaban parte de su tiempo".

A muy grandes rasgos esta es la historia de estas "tunas" que alrededor de mediados del XIX comienzan a utilizar el ropaje que hoy conocemos, como memoria de aquellos posiblemente utilizados en los siglos XVI y XVII, es decir: jubón, camisa blanca, pantalones bombachos o gregüescos, calzas o mallas, la beca de color y la capa. En la beca, que suele ser de fieltro, y que es de un color distinto según la facultad a la que se pertenece va el escudo identificativo de la misma. En la capa es donde las amadas, o las conquistas, prenden sus cintas multicolores bordadas con una frase o un nombre demostrativo del amor, aunque este sea pasajero. Pero lo importante de las "tunas" son sus canciones, la mayoría tomadas del cancionero popular, pero a las que estas agrupaciones les da un latir inconfundible.

La tuna estuvo muy bien retratada en la película "La casa de la Troya" (1959), adaptación de la novela del mismo título de Alejandro Pérez Lugín, que dirigió Rafael Gil y en la que tuvieron papeles protagonistas: Ana Esmeralda, Arturo Fernández, José Rubio y Julio Riscal. ¿Quién no recuerda el célebre pasacalle "Tuna Compostelana"?

Pasa la tuna en Santiago, / cantando muy quedo romances de amor. / Luego la noche sus ecos / los cuela de ronda por todo balcón. / Y allá en el templo del Apostol Santo / una niña llora ante su patrón / porque la capa de tuno que adora / no lleva las cintas que ella le bordó, / porque la capa de tuno que adora / no lleva las cintas que ella le bordó. / Cuando la tuna te dé serenata, / no te enamores compostelana, / que cada cinta que adorna mi capa / guarda un trocito de corazón. / Ay, tra la la lai la la la, / no te enamores compostelana, / y deja la tuna pasar / con su trai lai lai lai la. / Hoy va la tuna de gala / cantando y tocando la marcha nupcial, / suenan campanas de gloria / que dejan desierta la Universidad. / Y allá en el templo del Apostol Santo / con el estudiante hoy se va a casar / la galleguiña melosa, melosa, / que oyendo esta copla ya no llorará, / la galleguiña melosa, melosa, / que oyendo esta copla ya no llorará. / Cuando la tuna te dé serenata / no te enamores compostelana, / que cada cinta que adorna mi capa / guarda un trocito de corazón. / Ay, tra la la lai la la la, / no te enamores compostelana / y deja la tuna pasar / con su trai lai lai lai la.

Hay cientos de canciones que forman el repertorio de la tuna, unas vibrantes y marchosas, otras, auténticas piezas sentimentales, baladas imborrables. Pero de todas ellas, ninguna más representativa, o más vinculada a estas agrupaciones, que la célebre "Clavelitos", con letra de F. Galindo y música de Genaro Monreal, el genial compositor de temas como "Las tardes del Ritz", "El capote de paseo", "Campanera" o "Ni se compra ni se vende": 

Mocita dame el clavel, / dame el clavel de tu boca, / que pá eso no hay que tener / mucha vergüenza ni poca. / Yo te daré el cascabel, / te lo prometo mocita, / si tu me das esa miel / que llevas en la boquita. // Clavelitos, clavelitos, / clavelitos de mi corazón. / Hoy te traigo clavelitos / colorados igual que un fresón. / Si algún día clavelitos / no lograra poderte traer, / no te creas que ya no te quiero, / es que no te los pude traer. // La tarde que a media luz / vi tu boquita de guinda, / yo no he visto en Santa Cruz / otra mocita más linda. / Y luego al ver el clavel / que llevabas en el pelo, / mirándolo creí ver / un pedacito de cielo.

Aunque todas las canciones pueden llevarse al repertorio de la "tuna", algunas de estas composiciones son exclusivas de estas agrupaciones, como: "Horas de ronda", "Rondalla", "Fonseca", "Ronda del silbidito", "La tuna", "Estudiantina madrileña", "En la noche perfumada", "Las cintas de mi capa", "Bella aurora", "La tuna pasa", "La sirena", "Desierta", "Carrascosa", "La estudiantina pasa", "Maricarmen", "El Manolo", "En mi capa hay cintas", "Aquí está la tuna", "Cinco letras nada más", "Estudiantina"...., y muchos fueron los autores que hicieron posible este gran manatial literario y musical: Villena, Alfonso Esparza, Salina, Padilla, Lecuona, Luis Araque, Mario de Jesús, Luna de la Fuente, Texidor, Castro y Reyne, Delgado, San Julián, Julio Noel...

¿Recordáis el célebre tema "Rondalla", con letra y música de Alfonso Esparza Oteo?

En esta noche clara de inquietos luceros/ lo que yo mas quiero te vengo a decir / en tanto que la luna extiende en el cielo / su palido velo de plata y jazmín. / Y en mi corazon, siempre estás / y no puedo olvidarte jamás / porque yo nací para ti / y en mi alma la reina serás. / En esta noche clara de inquietos luceros / lo que yo mas quiero te vengo a decir. / Abre el balcón y el corazón / siempre que pase la ronda, / mira, mi bien, que yo también tengo una pena muy honda. / Para que estés cerca de mi te bajare las estrellas / y en esta noche callada de toda mi vida sera la mejor. / Y en mi corazón siempre estás, y no puedo olvidarte jamás, / porque yo nací, para ti y en mi alma la reina serás. / En esta noche clara de inquietos luceros / lo que yo más quiero te vengo a decir. / Abre el balcón…

¿Y más representativa que la titulada "Fonseca", en recuerdo juvenil de la universidad de Santiago de Compostela?

Adiós…Adiós…Adiós, tierra donde estudié, / donde con ilusión mi carrera empecé. / Adiós mi universidad, / cuyo reloj no volveré a escuchar. / Adiós mi universidad, / cuyo reloj no volveré a escuchar. / Las calles están mojadas / y parece que llovió, / son lágrimas de una niña, / de una mujer que lloró. / Triste y sola, / sola se queda Fonseca / triste y llorosa / queda la universidad / y los libros… y los libros empeñados / en el monte… en el monte de piedad. / No te acuerdas cuando te decía, / a la pálida luz de la luna, / yo no puedo querer más que a una / y esa una mi vida eres tú. / Triste y sola, / sola se queda Fonseca, / triste y llorosa / queda la universidad, / y los libros… y los libros empeñados / en el monte… en el monte de piedad.

Y mañana, más rondas, si Dios quiere.

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