
(En el año 2000 fue ciertamente hermoso que las primeras autoridades municipales, la Federación Provincial Taurina, la Tertulia Lagartijo, los miembros de la hermandad de Jesús Caído y los propios familiares del diestro, desaparecido hacía un siglo, y primer Califa del Toreo de esta Ciudad, estuvieran presentes en el Cementerio de la Salud -¡vaya el nombrecito!- para recordar la memoria imborrable de Rafael Molina Sánchez "Lagartijo" con motivo del primer centenario de su muerte.
Nuestra primera autoridad local, doña Rosa Aguilar, dijo que el ayuntamiento iba a organizar diversas actividades para el último trimestre del año: como festejos taurinos, exposiciones sobre su vida y obra, presentación de pasodobles y un ciclo de conferencias, así como la colocación de un busto del Califa, obra de Mateo Inurria, próxima a la Plaza de Colón.
Me pareció sensacional. Ahora bien -¡ojo!-, advertí de que no ocurriera lo que pasó en el cincuentenario de la muerte de Manolete y que más de un disgusto –aunque ya se le levantó la veda- consiguió Antonio Prieto.
Pero mejor, si les parece, lo cuento en estos versos macarrónicos por los que no me dieron una pedrada de puro milagro).
Nuestra primera autoridad local, doña Rosa Aguilar, dijo que el ayuntamiento iba a organizar diversas actividades para el último trimestre del año: como festejos taurinos, exposiciones sobre su vida y obra, presentación de pasodobles y un ciclo de conferencias, así como la colocación de un busto del Califa, obra de Mateo Inurria, próxima a la Plaza de Colón.
Me pareció sensacional. Ahora bien -¡ojo!-, advertí de que no ocurriera lo que pasó en el cincuentenario de la muerte de Manolete y que más de un disgusto –aunque ya se le levantó la veda- consiguió Antonio Prieto.
Pero mejor, si les parece, lo cuento en estos versos macarrónicos por los que no me dieron una pedrada de puro milagro).
Sol de justicia en el coso
bendito del camposanto
donde cien años reposa
quien fue rey del califato,
genio de la torería,
lidiador curtido y macho,
competidor de Frascuelo,
de El Gordito y Cayetano
y amigo y buen consejero
de Antonio Sánchez “El Tato”.
Córdoba, siempre taurina,
recuerda en agosto el año
de aquel principio de siglo,
mil novecientos amargo
en que murió Lagartijo
con los sesenta rozando,
con la moral por los suelos
después de volar tan alto,
de ser cima del toreo
con su valor y su mando.
Confirmó la alternativa
de José Sánchez del Campo,
al que todos Cara-Ancha
en el ruedo le llamaron.
Y se la dio al gran Guerrita,
su más ilustre paisano,
también Califa por sabio
y por valiente triunfando,
allá en el 87
en el Madrid cortesano.
Como torero de entonces,
supo poner bien los palos,
hijo de Manuel Molina
-Niño de Dios bien llamado-,
en Córdoba, en los Tejares,
debutó con nueve años
en una corrida mixta
donde salió pareando
como sólo hacen los ángeles:
volando más que pisando.
Cien años hace que el tiempo
se lo llevó entre sus manos.
Con la muerte, ya se fueron
para siempre los aplausos,
los oles y los silbidos,
los buenos y malos ratos,
las cornadas desgarradas,
los sueños en sobresaltos,
las páginas de la gloria,
el dinero, los contratos…
Mas un torero no muere
porque siempre está triunfando
en el alma de su pueblo,
en un recuerdo, un retrato,
una charla entre taurinos
antiguos y aficionados.
Y es más, está en Las Tendillas,
cual Gran Capitán montado
-cara de perfil augusto-
sobre el lomo de un caballo.
El día uno de agosto
de este otro siglo en que estamos,
familia y autoridades,
con Rosa Aguilar al mando,
Tertulia de Lagartijo
con doña Ana Segado,
taurinos y no taurinos,
pueblo cabal, pueblo llano,
dejaron ramos de flores
sobre el frío y blanco mármol.
Rafael Molina Sánchez
sigue el recuerdo habitando.
Su nombre está en muchos sitios,
lo pronuncian muchos labios,
y aunque por edad y tiempo
no lo vimos toreando,
como Califa primero
Córdoba sigue pintando
su nombre con letras de oro
entre todos sus espacios.
Mas ahora en su Centenario,
si se me permito hablo,
para pedir cortesmente
a quien esté organizando
los actos como homenaje
del torero legendario,
que se hagan las cosas bien,
con esmero y con cuidado,
con el lujo que merece
quien fue hijo tan preclaro.
Que se llene de recuerdos
ese trimestre del año,
que los festejos taurinos
se mimen como un grabado
y no nos salga otro perro
de toriles asustado,
sino toros de valía,
recios, bravos, no afeitados,
como los que él toreaba
echándoles los reaños.
Cuidado, advierto, cuidado,
al organizar los actos,
al elegir los toreros
y al elegir el ganado.
También con las conferencias,
no todo el que habla es apto
para hacer la biografía
de ese rey del Califato.
¡Cuidado -advierto en septiembre-:
que nadie meta la mano!
Recordarán los paisanos
que allá en el 97,
cincuentenario de gloria
para el diestro Manolete,
mil actos se programaron
y mil actos se cumplieron,
todo el año fue homenaje
para aquel que mató Islero,
pero pasado el recuerdo
no cuadraban los dineros.
El edil Antonio Prieto
hasta este pasado mes
no ha salido del aprieto
por culpa de los parneses
y por muchos intereses
de la que era oposición
y que hoy ocupa el sillón
de todos los cordobeses.
¡Cuidado, tengan cuidado,
lo diré miles de veces!
Todo salga extraordinario,
que el rey de la torería
merece en su centenario
la majestad que él tenía.
Que la Córdoba torera
disfrute con ilusión
de su eterno Lagartijo
cual si de nuevo viviera,
y no dé el ayuntamiento
la media lagartijera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario