Ayer fue de esos sábados en los que uno disfruta a tope respirando el aire, aire, aire -como canta José Mercé- de mi barrio de Triana. Llegué a Santa Justa, me recogió mi buen amigo José Luis y me dio un vuelco de emoción cuando pude pisar otra vez el suelo de mi tierra y compartir el pan de la conversación con todos aquellos amigos que suspiramos por las mismas cosas. Ayer, además, fue un día grande, porque en ese minúsculo ateneo que es "El Ancla", donde apenas si cabemos a una loseta por pies, nos encontramos con Ángel Vela, El Perlo de Triana, Rafael Martín, Caty León, Fernández Cachero, Pepa Montes y su marido Ricardo Miño, Manuel Cerrejón, Rafael Infante, Paco Sosa, José Luis, Elisa Santos, Rafael Rodríguez Gómez, nuestros excelentes amigos de Morón Pepe y Gregorio, Ana Díaz y su marido, que lanzarán a partir de enero una revista gratuíta que llevará el nombre de "Triana Crónica", y para que no faltase nada se situó ante las puertas un músico ambulante, gitano portugués, que con su trompeta y teclado nos llenó de hermosos pasodobles todo el ambiente de la Cava de los Civiles...
Para mí, al menos una vez al mes, me es necesario empaparme de esa Triana que me queda ahora tan lejos. Necesito su aire, aire, aire, el calor de mis amigos, el color de la visión que el barrio me ofrece, pisar sus calles pacientemente y ver de nuevo los rincones por donde tantas veces me ha anidado la memoria.
Cuando volví, con la nostalgia de la despedida, pero con la esperanza de una pronta vuelta, no me hacía a la idea de que estaba en Córdoba, sino que había tomado unas cervezas con mis amigos y volvía a mi casa de la calle Alfarería a darle de comer a los canarios y regar las muchas plantas de mi balcón, como siempre.
Cuando volví, con la nostalgia de la despedida, pero con la esperanza de una pronta vuelta, no me hacía a la idea de que estaba en Córdoba, sino que había tomado unas cervezas con mis amigos y volvía a mi casa de la calle Alfarería a darle de comer a los canarios y regar las muchas plantas de mi balcón, como siempre.
Ese músico callejero, extraordinario trompetista, se siente artista cuando se planta ante El Ancla, allí se luce con unos "solos" impresionantes que premiamos con el correspondiente aplauso. Cada vez que llega me acuerdo de Luis Caballero, de Julio el corneta, de Juanito Díaz, de Rafael, el primo de Manuel Vallejo (un nonagenario en la tertulia) y de otros amigos que compartieron con nosotros muchas mañanas de sábado.
ResponderEliminarYo me lo paso como un niño con zapatos nuevos en domingos de ramos. ¡Qué maravilla volver de nuevo a tu infancia con estas personas que nos hacen aún más agradable tomar unas cervezas! Fue un día delicioso el de ayer. ¡Aire, aire, aire!
ResponderEliminarTe tomo la palabra para esas visitas una vez al mes. Aire, aire, aire y por lo menos un par de cervezas.
ResponderEliminarPor cierto, Eugenio te agradece el detalle que has tenido con él al dejarle la máquina de escribir eléctrica. "El Perlo" no puede pasar un segundo sin escribir, hay días que me llama por la noche para recitarme su último poema.
Dile a Eugenio que no merece la pena, y que la máquina se la he regalado, no se la he prestado.
ResponderEliminarEmilio, muchísimas gracias por la invitación. Y gracias a todos por la calurosa acogida: Ángel Vela, Caty León, José Luis, Elisa, y a todos los allí presentes. Fue un placer compartir con vosotros esas cañas. No es fácil encontrar en tan poco espacio tanta Triana. Nos veremos en ‘El Ancla’…
ResponderEliminarEs que somos así, Ana, tiesos y bien pintados, pero así. Ya sabéis donde tenéis y podéis disfrutar de un sitio de buen rollo, de excelentes polémicas y de sinceros abrazos. Me alegro, particularmente, de que disfrutáseis esos breves momentos.
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