El personal está un pelín silbador y revienta actos oficiales. Y van dos seguidos: el del Día de las Fuerzas Armadas -achacado desde el Poder a la derecha, ultra o no- y el de la inauguración de remozamiento, el pasado domingo, de la Plaza de España de Sevilla, el gran legado de Aníbal González a una ciudad que nunca después lo tuvo en cuenta.
Como siempre pasa, aunque con más frecuencia en el tema taurino, división de opiniones. Unos a favor, porque todo el mundo tiene derecho al pataleo cuando lo privan de sus más elementales derechos; otros, en contra, porque nadie tiene ese mismo derecho de reventar un acto, sea de la naturaleza que sea. Claro está que esta vara de medir es un metro subjetivo que maneja uno u otro a su antojo depende de quien sea el silbado o abochornado. Y, si es un periodista, de en qué medio escriba, o hable.
En esta ocasión sevillana, no han salido banderas rojas y gualdas con el águila franquista, ni siquiera la constitucional, ni las "desesperanzadas" andaluzas. No, no. Ni las de CCOO, ni las de la casi extinta CNT, ni las republicanas, ni las de el Betis -que sí que se vieron por miles en las avenidas de la ciudad cuando el último segundazo-. En la inauguración del mayor recinto cerámico del mundo, nacido de los alfares de Triana, los silbidos y abucheos, las banderas expandidas al aire, salían del corazón y los brazos de los del mismo equipo: UGT=PSOE, que para eso el Poder le arrima tela marinera del telón de euros para que se muevan lo mínimo y pongan la voz con sordina como hacía el trompetista de Machín cuando cantaba "Dos gardenias" en directo en el minúsculo espacio del salón donde se hacían las mañanas dominicales de Radio Sevilla.
Si hubiese sido la derecha, los gritos hubiesen llegado a Pensilvania. La voz de los pobres es un aparte, porque estos pobres de solemnidad nunca se escuchan, ya que jamás hablan de sus miserias. Y porque ni siquiera tienen bandera, sólo un cercano comedor social de Cáritas o de unas monjitas solícitas. Pero es la misma izquierda quien ha gritado, quien ha echado en cara a su propio partido, como nosotros a Lopera, la injusticia de un bajonazo.
Algunos dicen, y puede que sea verdad, que no son actos para chillar y para silbar y para cagarse en los muertos de quienes no se acuerdan de nadie, y que hay otros sitios para hacerlo. Yo, que no le silbé jamás a Curro Romero en sus tardes malas, cuando me había arrancado diez mil pelas del bolsillo; y que ya no grito, porque sería predicar en el desierto y, además, flaquea mi voz, que no está ni para un liviano fandango, sólo pregunto: ¿Y cuándo es la ocasión que dicen algunos periodistas para chillar a esta gente? ¿Cuando se meten en sus "audis" de lujo con los cristales tintados? ¿Cuando en un acto informal llevan más guardaespaldas que Berlusconi? ¿Cuando se descamisan y se panizan en mítines a los que sólo acuden los afectos?
No, no estoy a favor de silbidos, gritos e insultos. Pero bien es verdad que a nadie silban, gritan e insultan si no se lo merecen. Y menos cuando estas réplicas sonoras vienen de sus propios hermanos.
Mal, muy mal se le está poniendo el ojo a la yegua.
(Foto: Diario ABC. Kako Rangel)
Como siempre pasa, aunque con más frecuencia en el tema taurino, división de opiniones. Unos a favor, porque todo el mundo tiene derecho al pataleo cuando lo privan de sus más elementales derechos; otros, en contra, porque nadie tiene ese mismo derecho de reventar un acto, sea de la naturaleza que sea. Claro está que esta vara de medir es un metro subjetivo que maneja uno u otro a su antojo depende de quien sea el silbado o abochornado. Y, si es un periodista, de en qué medio escriba, o hable.
En esta ocasión sevillana, no han salido banderas rojas y gualdas con el águila franquista, ni siquiera la constitucional, ni las "desesperanzadas" andaluzas. No, no. Ni las de CCOO, ni las de la casi extinta CNT, ni las republicanas, ni las de el Betis -que sí que se vieron por miles en las avenidas de la ciudad cuando el último segundazo-. En la inauguración del mayor recinto cerámico del mundo, nacido de los alfares de Triana, los silbidos y abucheos, las banderas expandidas al aire, salían del corazón y los brazos de los del mismo equipo: UGT=PSOE, que para eso el Poder le arrima tela marinera del telón de euros para que se muevan lo mínimo y pongan la voz con sordina como hacía el trompetista de Machín cuando cantaba "Dos gardenias" en directo en el minúsculo espacio del salón donde se hacían las mañanas dominicales de Radio Sevilla.
Si hubiese sido la derecha, los gritos hubiesen llegado a Pensilvania. La voz de los pobres es un aparte, porque estos pobres de solemnidad nunca se escuchan, ya que jamás hablan de sus miserias. Y porque ni siquiera tienen bandera, sólo un cercano comedor social de Cáritas o de unas monjitas solícitas. Pero es la misma izquierda quien ha gritado, quien ha echado en cara a su propio partido, como nosotros a Lopera, la injusticia de un bajonazo.
Algunos dicen, y puede que sea verdad, que no son actos para chillar y para silbar y para cagarse en los muertos de quienes no se acuerdan de nadie, y que hay otros sitios para hacerlo. Yo, que no le silbé jamás a Curro Romero en sus tardes malas, cuando me había arrancado diez mil pelas del bolsillo; y que ya no grito, porque sería predicar en el desierto y, además, flaquea mi voz, que no está ni para un liviano fandango, sólo pregunto: ¿Y cuándo es la ocasión que dicen algunos periodistas para chillar a esta gente? ¿Cuando se meten en sus "audis" de lujo con los cristales tintados? ¿Cuando en un acto informal llevan más guardaespaldas que Berlusconi? ¿Cuando se descamisan y se panizan en mítines a los que sólo acuden los afectos?
No, no estoy a favor de silbidos, gritos e insultos. Pero bien es verdad que a nadie silban, gritan e insultan si no se lo merecen. Y menos cuando estas réplicas sonoras vienen de sus propios hermanos.
Mal, muy mal se le está poniendo el ojo a la yegua.
(Foto: Diario ABC. Kako Rangel)
Estimado Emilio, me gustaría ponerme en contacto con usted para comentarle un proyecto sobre Triana. Le agradecería si me pudiera facilitar algún correo electrónico o decirme de qué forma puedo contactar con usted. Muchas gracias. Un saludo
ResponderEliminar¿Un proyecto sobre Triana? ¡Albricias! Emilio no dejes de contestar cuanto antes...
ResponderEliminarMándeme la dirección de su correo electrónico y le contestaré al momento enviándole el mío.
ResponderEliminarCordialmente.
Esperemos que en las urnas se plasmen estos gritos y silbidos ( ¿ Utopía ? ).
ResponderEliminar¿Es que no sabemos quiénes están enfrente? Un dúo maravilloso: Rajoy-Aznar, ¡que media de ataque para acabar con los poderes del dinero, los causantes de la crisis...! Estamos apañao. Ni contigo ni sin tí...
ResponderEliminarLas urnas no son la chistera de un mago, ya sabemos lo que puede salir de ella.
Esperemos que se plasmen en las urnas, pero hay tantos paniaguados que me parece imposible. Si al menos le echásemos la casta de los franceses...
ResponderEliminarPuede ponerse en contacto conmigo en el siguiente correo electrónico: redaccion@trianacronica.com
ResponderEliminarUn saludo
Hola Emilio y blogueros de esta Torre: aquí estoy a las tres y media de la madrugada escribiendo y esperando que se me pase el dolor de estómago que tengo a causa de algo que me habrá sentado mal en la cena. Vaya rollo. He estado aprovechando para repasar entradas del blog, que durante los días ordinarios voy de un lado a otro, entre el trabajo y preparar mi casa nueva en el Aljarafe. Un no parar, que se dice. Además, la próxima semana tengo que dar una charla sobre Vallejo y llevo con el tema otros pocos de días. En fin, a seguir con el blog.
ResponderEliminarBien hallada de nuevo. Esperamos como agua de mayo tus siempre atinados comentarios.
ResponderEliminar¡Bienvenida a la casa común!