miércoles, 6 de octubre de 2010

DESDE MI TORRE: EL PARO, PATRIMONIO ORAL Y TANGIBLE DE LA HUMANIDAD (ANDALUZA)


Hay que ver la que están dando con hacer lo posible e imposible para que la UNESCO -que nadie sabe en definitiva a qué se dedica-, nombre, o premie, o designe al Flamenco como Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. En esa lista de peticionarios acérrimos -que tampoco saben qué significa tal nominación- se encuentran todos los que dicen ser y sentirse flamencos, hasta el betunero de El Patio Sevillano, pasando, claro está, por aquellos del "pesebre" que no sabrían distinguir una soleá de una sevillana rociera. Nos jugamos la vida en ésto, en que el Flamenco, tan denostado por nuestros políticos hasta que Felipe se inventara lo de "La Bodeguiya", sea reconocido mundialmente con ese título tan largo que sí que no sirve para nada, excepto para que los asesores de la "cosa" se hayan gastado una buena millonada de euros en viajes, langostinadas varias, cosillas diversas y álbumes de fotos como recuerdo de esa lucha encarnizada con otros países que quieren, lo mismo que nosotros, que el "balumba-balumba" de El Congo también consiga tal prestigio.

A los socialistas de hoy -¡Ay, Pablo Iglesias!- no les importa que España haya rebasado en este mes los cuatro millones de parados, más de seis si contamos esos "trabajadores" que el Presidente dice que están en periodo de formación. Y a Griñán -el nuevo virrey de Andalucía- no le hace llorar que cuatro de cada diez de esos parados sea andaluz, uno de los suyos (?), uno de los que él debe defender a capa y espada. Desde el remozado Palacio de los Montpensier, la vida se tiene que ver de otra manera.

El paro no se ve, no se quiere ver desde San Telmo. A él, a este abogado subido al carro de la política -que es una primitiva con los complementarios- el paro no le va a poner la cara de té que se le puso a María de las Mercedes y a Bernarda de Utrera en su romance por bulerías. ¿Qué importa un parado más o menos? Ahora bien, el Flamenco debe ser Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. ¡Toma ya el título! Si no fuese oral, no habría cante; y si fuera tangible -aunque Antonio Mairena nos lo quiso colar con aquello de la "razón incorpórea", toda razón lo es-, posiblemente no nos sirviesen los oídos y sí las manos.

Pongamos que esa UNESCO que nadie sabe a qué se dedica, y tras abrumarse con tantas firmas rimbombantes, más la de los miles de mindundis, nos concede la distinción. ¿Qué pasa ahora? ¿Se cambia el ritmo y la sentencia de la soleá? ¿Ya no se cantaría la seguiriya de El Marrurro como debe cantarse? ¿Hay que respirar de otra manera cuando alguien cante los tangos de El Titi de Triana? ¿Se le quitará a Vallejo la "Llave" por haber tenido la mala suerte de no nacer gitano? ¿Valdrán más baratas las entradas de la Bienal? ¿Tendremos que ir todos con sombrero de ala ancha y pañuelo de lunares, o casi en pelotas como hacen los nuevos y encumbrados bailaores? Pido que alguien me explique, por ejemplo cualquiera de los muchos asesores, para qué sirve esto tan largo de nombrar.

Pero lo que sí es oral y, desgraciadamente tangible en una Andalucía que podría ser El Dorado de España y Europa, es el paro, el humillante paro, el paro del que Griñán no quiere saber ni oír nada -siendo la voz más fuerte de nuestra comunidad-; el paro que es tangible, que se puede tocar con las manos, con la vista y con las lágrimas del corazón. Si aquí no está pasando nada es porque todo el apoyo está en la familia, como pasó en los años de posguerra. Si no existiese esta solidaridad, tan tristemente seria e impuesta por las circunstancias, posiblemente nuestro presidente autonómico estaría más escondido que Léon Degrelle en Constantina, y eso del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad del Flamenco le sonaría a un chascarrillo de los que se contaban en la taberna de El Traga.

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