domingo, 8 de agosto de 2010

UNAS GOTAS DE EROTISMO Y HUMOR (24)


Hay muchachos que suelen tapar muy bien a la novia sus carencias ortográficas con alguna excusa:

A su novia le escribía
un soldadito de Aroche,
y en la carta le decía:
Me ze hestá aziendo de noche,
perdona la hortografía.

¡Ole, ole y ole! Me parece que no es la percha adecuada para colgar nada lo que nos dice esta copla:

Ahora tiene mi abuela
sólo un colmillo
donde mi abuelo cuelga
sus calzoncillos.

¡Cómo sería el gachó de feo, o de bruto, para que el padre de la muchacha le endiñase de tal forma!:

Ayer pasé por tu puerta,
sin querer metí el hocico
y tu padre me dio un palo
creyendo que era un borrico.

El personaje de la siguiente letrilla parece que se ha licenciado en ciencias económicas, porque sabe sumar de una manera prodigiosa:

Con los dedos de las manos
y los dedos de los pies
y la picha y los cojones
suman justo veintitrés.

¡Ni uno más ni uno menos, qué genio se perdió la ciencia! Y este otro nos demuestra la antitesis del dinamismo:

De tu casa a la mía
sólo hay un paso,
pero no voy a verte
porque me canso.

Menos mal que la novia no vivía en Alcosa y él en El Tardón. Seguro que un muelle de guita tenía más fuerza que el individuo. Hay quienes se acostumbran a su oficio y cuando salen de ellos se encuentran totalmente perdidos. Fue lo que le pasó al protagonista de esta coplilla popular:

Dejé la zahurda un día
y me fui a correr caminos,
al no encontrar la alegría
me volví a cuidar cochinos
que era lo que yo sabía.

Cuando las mujeres se dan aires de grandeza, siempre hay algún borde que se los corte:

Dices que tienes, que tienes,
qué coños vas a tener,
cuatro pelos en el culo
como cualquiera mujer.

Aquí, en esta copla anotada por Manuel Garrido Palacios en "Alosno, palabra cantada", en la página 47, nos encontramos con otro flojo de tomo y lomo:

El furriel me dio tu carta,
el cabo me la leyó,
el sargento dio respuesta
y el brigada me la echó,
y yo durmiendo la siesta.

¡Viva Cartagena! Cómo sería el tío de tonto cuando la novia no para de repetírselo una y otra vez:

Eres tonto de noche,
tonto de día,
y tonto por la tarde
y al mediodía.
Se me olvidaba
que también eres tonto
por la mañana.

Ahora bien, él se desquitaba con ella de una forma más soez:

Eres una guarrindonga
y eso bien lo sabes tú,
que cuando vas a cagar
haces cla, cle, cli, clo, clú.

Y es que los hombres son todos unos insultantes. No se puede comparar de ninguna de las maneras a una mujer y a una burra:

La mujer y la burra
apostaron a correr,
a correr ganó la burra
pero a burra la mujer.

Y a lo mejor no es que sean burras, es que en ocasiones tienen mucho temperamento. Nos lo dice la coplilla:

La mujer que sale brava
aunque la tiren al río
y la metan de cabeza
no se le quita el bravío.

No me explico por qué las porteras tienen que purgarse tanto:

La portera de mi casa
se purga con clorato de potasa,
sin embargo la de enfrente
se purga con clorato efervescente.
Son distintas maneras
que tienen de purgarse las porteras.

¡Está bien con las porteras! Y qué me dicen de la pobre vida de los hortelanos. ¿Esto es vida?:

La vida del hortelano
es mu larga de contá:
almuerzan pan y cebolla,
meriendan cebolla y pan,
y si a la noche no hay olla
cenarán pan y cebolla.

¡Dieta mediterránea pura! Hay que tener cuidado de que a uno no le mire esta mujer de la copla, porque entonces nos deja con la edad de la primera comunión:

Los ojos de mi morena
tienen un mirar extraño,
que cuando miran a un hombre
le quitan de vida un año.

Qué clase de penas tendría este hombre para hacer llorar de esta manera a los peces. La letra es de Jorge Llopis:

Al mar le conté mis penas,
y lloraron los besugos,
las carpas y las ballenas.

¡Qué pena de hombre! También me da pena de este otro que está amargado con su pareja. Copla firmada por "Cipresito de Alarcón" y recogida en el libro-programa "Er-77" (1954), citado en la página 63:

Vivir sin ti no es vivir,
vivir contigo tampoco.
¿Me quieres tú a mí decir
si no es pa romperte el coco
y sacarte el aserrín?

Ahora bien, para pena de verdad la que sentía Rodesinda. ¿Por qué? Paciencia, leed la copla:

Y aquella picha fea y asquerosa
gustaba a Rodesinda,
la cual la hallaba linda,
y de gusto expiraba
cuando se la metía,
y la pena muy triste la ponía
cuando se la sacaba.

Cuando se tiene mucha avaricia pasa lo que pasa. Y esto suele pasarle a muchas mujeres. Nos lo cuenta Manuel Garrido Palacios en "Alosno, palabra cantada" (1992) en la página 79:

Yo conocí quien tenía
un pajarillo en la mano
y por ir a coger otro
los dos se fueron volando.

Nos cuenta el mismo caso esta coplilla:

Yo te quería a ti sola
y tú querías a dos,
tú querías repicar
y andar en la procesión.

Las mujeres siempre suelen dar mucho disgusto a los hombres. Vuelve a ser Manuel Garrido Palacios quien anote esta copla en el libro citado, página 74:

Yo sembré un perejinal
y me salieron culantros,
las mujeres hoy en día
le pegan un palo a un santo.
La vergüenza está perdía.

Hay hombres que ya están hartos de cartearse con la novia o con la pretendiente. Francisco Álvarez Curiel nos anota esta copla en su "Cancionero popular andaluz" (1992), página 169:

No me mandes ya más cartas
que me harto de leer,
y mándame ya tu cuerpo
que es lo que quiero ver.

Aconseja el dramaturgo Ventura de la Vega que las mujeres sean rápidas en el amor, si no quieren que al hombre se le vayan las "cabras" con demasiada antelación:

No os descuidéis, mujeres,
que la ocasión es calva,
abrid las piernas antes
que el hombre se distraiga.
Si no, ya véis qué pronto
gasta en puñetas vanas
todas las municiones
que tiene la canana.

Anotemos "canana" para nuestro diccionario. Por regla general, los oficios delatan:

No puedes negar, Fuensanta,
que tu novio es piconero,
que siempre tienes la cara
llena de churretes negros.

Menos mal que las mujeres dan algunas veces felicidad a los hombres. Nos lo cuenta esta coplilla:

Las mujeres dan al hombre
dos veces felicidad,
al casarse uno con ellas
y al llevarlas a enterrar.

¡Qué chasco, y es que todo se sabe cómo empieza pero nunca cómo acaba! Bueno, yo si he terminado por hoy. Mañana, si Dios quiere, más. ¡Ah, y a vuestra salud la Cruzcampo!

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