VIAJERO YO
El viejo tren decrépito jadea
y se arrastra cansino por la umbría
hora de atardecer morada, fría
y gris del humo de la chimenea.
Viajero yo, mi memoria recrea
una tras otra la fotografía
de aquel álbum de ayer que todavía
entre olvido y olvido amarillea.
Huye el pasado y la locomotora.
Huye el turbio paisaje hora tras hora
y el tiempo en el reloj de la estación.
Viajero yo con el alma viajera
hacia una lejanía sin frontera
tras no sé qué, al azar, al alimón.
El viejo tren decrépito jadea
y se arrastra cansino por la umbría
hora de atardecer morada, fría
y gris del humo de la chimenea.
Viajero yo, mi memoria recrea
una tras otra la fotografía
de aquel álbum de ayer que todavía
entre olvido y olvido amarillea.
Huye el pasado y la locomotora.
Huye el turbio paisaje hora tras hora
y el tiempo en el reloj de la estación.
Viajero yo con el alma viajera
hacia una lejanía sin frontera
tras no sé qué, al azar, al alimón.
Qué tiempos aquellos cuando esos viejos- pero románticos- trenes nos llevaban de una a otra ciudad. Cada viaje nos permitía leer un nuevo libro. Ahora, la tan reclamada "Alta Velocidad", nos permite leer los correos electrónicos del día.
ResponderEliminarSeguimos descubriendo a Paulino González con estos sonetos de muchisimos quilates.
Yo recuerdo cuando íbamos de veraneo a El Puerto de Santa María y salíamos en el tren desde la estación de San Bernardo. Creo que tardábamos cerca de 5 horas. Paraba en todas la estaciones, hasta en la Venta de la Salud, que está en Bellavista, tenía que cargar agua..., cuando no se estropeaba. Ya después llegaron las diesel y aquello era otra cosa.
ResponderEliminarEstos últimos sonetos de "Paulus" son de su último libro: "Tren de lejanías". Son una maravilla como estás comprobando.
Entre tu inolvidable "Paulus" y nuestro amigo José Luis he vuelto a mi primer recuerdo. Le llevo a mi hermano tres años y mi madre lo llevaba en brazos. Debía tener yo cuatro años o algo menos. Por problemas familiares, mi madre fue a Lebrija con sus dos pequeños. Tengo grabadas en la mente las paradas en cada estación y el primer encuentro con mi abuela, la única vez que la vi. El tren está en el estreno de mi mente...
ResponderEliminarCreo que a todos nos ha pasado lo mismo. El tren siempre ha ido presente con nosotros en los recuerdos de la infancia. Yo me sé de memoria todos los nombres de las estaciones hasta Cádiz en los trenes de vapor, y desde Sevilla hasta Córdoba, cuando yo venía por aquí, ya en trenes más modernos: el ferrobús, en los años setenta.
ResponderEliminar¡Eso es señal de que vamos para viejos!