Motivos para creer tenemos, y muchos: creer que nos han engañado, que nos están robando a mano armada de leyes y de impuestos, que cada día nos estamos pareciendo más a las repúblicas bananeras, que ellos viven como los nuevos señoritos de este gran cortijo que es nuestro país para los nuevos césares. Creer, creemos en todo lo que se puede creer, menos en la palabra y el partido que está en el Poder y que quiere perpetuarse como hacen aquellos a los que tanto critican. Creemos en el paro, en la menor renta per cápita de Europa, en el agobio de los autónomos, en la agonía de los pequeños empresarios, en las penalidades que pasan nuestros mayores, en el gran embuste sindical, en la desolación de la juventud, en el terror de los que han rebasado los cuarenta. Creemos en todo, menos en ellos: en los que decían que aquí no pasaba nada, que las pensiones estaban aseguradas hasta el año 2050, en que había un superavit para hacer frente a cualquier cuestión social, en que jamás se haría un ERE aprovechándose de la crisis que para nada nos afectaba a nosotros, que las conquistas sociales no tendrían vuelta atrás.
Yo, tan ferviente antes, soy un total agnóstico de la religión pesebrista del puño y la rosa, de la gaviota voladora, de la hoz y el martillo y de los sindicalistas orondos, con o sin barbas. Me han convertido, con tantas y tantas mentiras, con tanto y tanto mangoneo que se palpa y se ve y se siente, en un apolítico de voto en blanco o de ayuno de abstención ante el ara de las urnas.
Sólo creo, si eso es creer, despúes de haber trabajado 44 años, que media España se sentará pidiendo limosnas a la otra media en las puertas de las iglesias..., si los rumanos nos dejan. Siempre hemos tenido la duda de que Dios exista. Pero es que Dios, con tantas cosas de por medio, como este gobierno, sólo nos deja abiertas las puertas -dicen- de la resurrección. ¡Qué pena! Como decía Miguel Hernández: ¡Tanto penar, para morirse uno!
Yo, tan ferviente antes, soy un total agnóstico de la religión pesebrista del puño y la rosa, de la gaviota voladora, de la hoz y el martillo y de los sindicalistas orondos, con o sin barbas. Me han convertido, con tantas y tantas mentiras, con tanto y tanto mangoneo que se palpa y se ve y se siente, en un apolítico de voto en blanco o de ayuno de abstención ante el ara de las urnas.
Sólo creo, si eso es creer, despúes de haber trabajado 44 años, que media España se sentará pidiendo limosnas a la otra media en las puertas de las iglesias..., si los rumanos nos dejan. Siempre hemos tenido la duda de que Dios exista. Pero es que Dios, con tantas cosas de por medio, como este gobierno, sólo nos deja abiertas las puertas -dicen- de la resurrección. ¡Qué pena! Como decía Miguel Hernández: ¡Tanto penar, para morirse uno!
Sientes como tantos y cada vez más; bueno, creo que no puede haber más porque los que faltan nunca van a sentir esto, y ya sabemos quienes son. Lo peor es que el asunto no tiene más the end que el que hemos repitido: la más completa desolación; con lo hermoso que sería que existiera la esperanza por algún lado...
ResponderEliminarYa sólo nos queda la fe en la Esperanza de Triana.
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