Tengo la suerte de tener muchos amigos argentinos y siempre se les ha saltado una lágrima cuando me han hablado de Gardel, al que siempre denominan como "Eterno en el alma y en el tiempo". Tanto y tanto lo recuerdan y admiran que en Buenos Aires, Tacuarembó, Montevideo y Medellín, donde ocurrió el accidente que le costó la vida, el día de su fallecimiento, el 24 de junio, es considerado como el "Día de Carlos Gardel", celebrándose fiestas y concursos de tangos.
Tanto se apreciaba su voz que la UNESCO, desde el 1 de septiembre del año 2003, la consideró como Patrimonio de la Humanidad. Quizás, y sin quizás, fue el cantante que más grabaciones realizó, cerca de mil, cantando cerca de 800 temas diferentes, algunos de ellos en francés. Con letra de Emilio Falero y música de Virgilio Carmona, grabada en junio de 1929, tenemos "Ríe, payaso":
El payaso con sus muecas y su risa exagerada/ nos invita, camaradas, a gozar del carnaval;/ no notais en esa risa una pena disfrazada,/ que su cara almidonada nos oculta una verdad./ Ven payaso, yo te invito, compañero de tristeza,/ ven, acércate a mi mesa si te quieres embriagar,/ que si tú tienes tus penas, yo también tengo las mías/ y el champán hace olvidar./ Ríe, tu risa me contagia/ con la divina magia de tu gracia sin par;/ bebamos mucho, bebamos porque quiero/ con todo este dinero hacer mi carnaval.// Llora, payaso buen amigo,/ no llores que hay testigos/ que ignoran tu pesar/ seca tu llanto y ríe con alborozo,/ a ver pronto, che mozo, traiga nomás champán.// Yo también como el payaso de la triste carcajada,/ tengo el alma destrozada y también quiero olvidar,/ embriagarme de placeres en orgías desenfrenadas/ entre música y champán./ Hace un año justamente,/ regresaba a mi morada/ con deseos de descansar,/ al llegar vi luz prendida/ en el cuarto de mi amada,/ es mejor no recordar.// Llora payaso buen amigo,/ no llores que hay testigos/ que ignoran tu pesar,/ seca tu llanto y ríe con alborozo,/ a ver pronto, che mozo, traiga nomás champán.
Las letras de Gardel era hermosísimas, así como la música que, en muchos de los casos, él mismo componía. En la película "Las luces de Buenos Aires" canta el tema "Tomo y obligo", con letra de Manuel Romero -que fue además guionista de la película, junto a Luis Bayón- y música del propio Carlos Gardel. ¿Quién no recuerda este tango de 1931?:
Tomo y obligo, mándese un trago,/ que hoy necesito el recuerdo matar,/ sin un amigo lejos del pago/ quiero en su pecho mi pena volcar./ Beba conmigo, y si se empaña/ de vez en cuando mi voz al cantar,/ no es que la llore porque me engaña,/ yo sé que un hombre no debe llorar./ Si los pastos conversaran, esta pampa le diría/ de qué modo la quería, con qué fiebre la adoré./ Cuántas veces de rodillas, tembloroso, yo me he hincado/ bajo el árbol deshojado donde un día la besé./ Y hoy al verla envilecida y a otros brazos entregada,/ fue para mí una puñalada y de celos me cegué,/ y le juro, todavía no consigo convencerme/ cómo pude contenerme y ahí nomás no la maté./ Tomo y obligo, mándese un trago;/ de las mujeres mejor no hay que hablar,/ todas, amigo, dan muy mal pago/ y hoy mi experiencia lo puede afirmar./ Siga un consejo, no se enamore/ y si una vuelta le toca hocicar,/ fuerza, canejo, sufra y no llore/ que un hombre macho no debe llorar.
La unión de Carlos Gardel con el escritor, poeta y letrista Alfredo Le Pera fue magnífica. Es en estos años -lástima que pocos por el accidente en el que ambos murieron-, cuando se dan las más hermosas composiciones con la música del propio Gardel. Todavía está vivo en la memoria el tango "Mi Buenos Aires querido", que es el himno sentimental de Argentina:
Mi Buenos Aires querido,/ cuando yo te vuelva a ver/ no habrá más pena ni olvido./ El farolito de la calle en que nací/ fue el centinela de mis promesas de amor,/ bajo su quieta lucecita yo la vi/ a mi pebeta, luminosa como un sol./ Hoy que la suerte quiere que te vuelva a ver,/ ciudad porteña de mi único querer,/ y oigo la queja/ de un bandoneón,/ dentro del pecho pide rienda el corazón./ Mi Buenos Aires/ tierra florida/ donde mi vida/ terminaré./ Bajo tu amparo/ no hay desengaños,/ vuelan los años,/ se olvida el dolor./ En caravana/ los recuerdos pasan,/ con una estela/ dulce de emoción./ Quiero que sepas/ que al evocarte,/ se van las penas/ de mi corazón./ La ventanita de mi calle de arrabal,/ donde sonríe una muchachita en flor,/ quiero de nuevo yo volver a contemplar/ aquellos ojos que acarician al mirar./ En la cortada más maleva una canción/ dice su ruego de coraje y de pasión,/ una promesa/ y un suspirar,/ borró una lágrima de pena aquel cantar./ Mi buenos Aires querido,/ cuando yo te vuelva a ver/ no habrá más pena ni olvido.
Faltaban tres meses para su desgraciada muerte cuando Carlos Gardel ponía música a una de las más hermosas letras, original de Le Pera, de estas "Canciones por nuestras vidas", a "El día que me quieras", cuya grabación se realizó el 19 de marzo de 1935. ¿No han bailado nunca esta canción? Me extraña. Es de las canciones que más derecho de autor han generado por todo el mundo. Yo la he bailado cientos de veces. Lola y yo, en aquellos tiempos felices, teníamos la costumbre de dedicar un día de la semana a bailar, pero a bailar durante más de diez horas, con nuestros intervalos para la copa fría de champán y el descanso ganado a pulso. Casi siempre era sábado, o domingo. Los niños se iban de excursión con el "cole" y nosotros, a partir del almuerzo, dejábamos a oscuras el salón de la calle Alfarería, encendíamos un vela..., y a bailar. Los Panchos, Diana Ross, Count Basie, Sinatra, Nat King Cole, Otis Reddins, Paul Anka, Eydie Gorme, Gloria Lasso, Linda Ronstadt, Miles Davis... y Gardel, siempre había que terminar con Gardel. Volvían los niños y seguíamos bailando, abrazándonos, amándonos. Y cenaban los niños, los acostábamos, y seguíamos danzando, hasta acabar en la eternidad, escuchando aquello irrepetible, mágico, milagro de la vida:
Acaricia mi ensueño/ el suave murmullo/ de tu suspirar./ Cómo ríe la vida( si tus ojos negros/ me quieren mirar./ Y si es mío el amparo/ de tu risa leve/ que es como un cantar,/ ella aquieta mi herida,/ todo, todo se olvida./ El día que me quieras/la rosa que engalana/ se vestirá de fiesta/ con su mejor color./ Y al viento las campanas/ dirán que ya eres mía,/ y locas las fontanas/ se contarán su amor./ La noche que me quieras/ desde el azul del cielo, / las estrellas celosas/ nos mirarán pasar./ Y un rayo misterioso/ hará nido en tu pelo,/ luciérnaga curiosa que verá/ que eres mi consuelo./ El día que me quieras/ no habrá más que armonía./ Será clara la aurora/ y alegre el manantial./ Traerá quieta la brisa/ rumor de melodía./ Y nos darán las fuentes/ su canto de cristal./ El día que me quieras/ endulzarán sus cuerdas/ el pájaro cantor./ Florecerá la vida, no existirá el dolor./ La noche que me quieras/ desde el azul del cielo,/ las estrellas celosas/ nos mirarán pasar./ Y un rayo misterioso/ hará nido en tu pelo./ Luciérnaga curiosa que verá/ que eres mi consuelo.
Sería interesante analizar cuántas metáforas se esconde en esta hermosa canción de Alfredo Le Pera... "un rayo misterioso, hará nido en tu pelo", "endulzarán sus cuerdas el pájaro cantor", "la rosa que engalana se vestirá de fiesta"... Quizás sea de las canciones más versionadas por artistas de todas las nacionalidades y tesisuras artísticas y de voz diferentes. Fue un éxito total porque el tema y la música de Gardel no eran para menos. ¡Inolvidable este "El día que me quieras", que dio título a la película del mismo nombre!
Me podría llevar días y días escuchando a Carlos Gardel y escribiendo de él aunque no lo haya conocido, tanta la memoria de mis abuelos y padres que me lo recordaron siempre, y de mis amigos Norma y Horacio que me lo cantan y me lo lloran con acento argentino, ese acento tan meloso que se nos escapó a los exportadores del idioma. Días y días bailando, soñando, amando, besando y abrazando con sus canciones..., para terminar, con sonido de tango en el corazón, haciendo el amor como si tuviese 20 años.
Pero la historia de las "Canciones por nuestras vidas" es larga y tenemos que seguir con nuestros pasos caminando por los diversos tiempos. Volveremos en algunas citas a su huella, a la del gran y universal Gardel, como él quiso volver a su primer amor en otra letra magistral de Le Pera, con música suya, el mismo año de su muerte:
Tanto se apreciaba su voz que la UNESCO, desde el 1 de septiembre del año 2003, la consideró como Patrimonio de la Humanidad. Quizás, y sin quizás, fue el cantante que más grabaciones realizó, cerca de mil, cantando cerca de 800 temas diferentes, algunos de ellos en francés. Con letra de Emilio Falero y música de Virgilio Carmona, grabada en junio de 1929, tenemos "Ríe, payaso":
El payaso con sus muecas y su risa exagerada/ nos invita, camaradas, a gozar del carnaval;/ no notais en esa risa una pena disfrazada,/ que su cara almidonada nos oculta una verdad./ Ven payaso, yo te invito, compañero de tristeza,/ ven, acércate a mi mesa si te quieres embriagar,/ que si tú tienes tus penas, yo también tengo las mías/ y el champán hace olvidar./ Ríe, tu risa me contagia/ con la divina magia de tu gracia sin par;/ bebamos mucho, bebamos porque quiero/ con todo este dinero hacer mi carnaval.// Llora, payaso buen amigo,/ no llores que hay testigos/ que ignoran tu pesar/ seca tu llanto y ríe con alborozo,/ a ver pronto, che mozo, traiga nomás champán.// Yo también como el payaso de la triste carcajada,/ tengo el alma destrozada y también quiero olvidar,/ embriagarme de placeres en orgías desenfrenadas/ entre música y champán./ Hace un año justamente,/ regresaba a mi morada/ con deseos de descansar,/ al llegar vi luz prendida/ en el cuarto de mi amada,/ es mejor no recordar.// Llora payaso buen amigo,/ no llores que hay testigos/ que ignoran tu pesar,/ seca tu llanto y ríe con alborozo,/ a ver pronto, che mozo, traiga nomás champán.
Las letras de Gardel era hermosísimas, así como la música que, en muchos de los casos, él mismo componía. En la película "Las luces de Buenos Aires" canta el tema "Tomo y obligo", con letra de Manuel Romero -que fue además guionista de la película, junto a Luis Bayón- y música del propio Carlos Gardel. ¿Quién no recuerda este tango de 1931?:
Tomo y obligo, mándese un trago,/ que hoy necesito el recuerdo matar,/ sin un amigo lejos del pago/ quiero en su pecho mi pena volcar./ Beba conmigo, y si se empaña/ de vez en cuando mi voz al cantar,/ no es que la llore porque me engaña,/ yo sé que un hombre no debe llorar./ Si los pastos conversaran, esta pampa le diría/ de qué modo la quería, con qué fiebre la adoré./ Cuántas veces de rodillas, tembloroso, yo me he hincado/ bajo el árbol deshojado donde un día la besé./ Y hoy al verla envilecida y a otros brazos entregada,/ fue para mí una puñalada y de celos me cegué,/ y le juro, todavía no consigo convencerme/ cómo pude contenerme y ahí nomás no la maté./ Tomo y obligo, mándese un trago;/ de las mujeres mejor no hay que hablar,/ todas, amigo, dan muy mal pago/ y hoy mi experiencia lo puede afirmar./ Siga un consejo, no se enamore/ y si una vuelta le toca hocicar,/ fuerza, canejo, sufra y no llore/ que un hombre macho no debe llorar.
La unión de Carlos Gardel con el escritor, poeta y letrista Alfredo Le Pera fue magnífica. Es en estos años -lástima que pocos por el accidente en el que ambos murieron-, cuando se dan las más hermosas composiciones con la música del propio Gardel. Todavía está vivo en la memoria el tango "Mi Buenos Aires querido", que es el himno sentimental de Argentina:
Mi Buenos Aires querido,/ cuando yo te vuelva a ver/ no habrá más pena ni olvido./ El farolito de la calle en que nací/ fue el centinela de mis promesas de amor,/ bajo su quieta lucecita yo la vi/ a mi pebeta, luminosa como un sol./ Hoy que la suerte quiere que te vuelva a ver,/ ciudad porteña de mi único querer,/ y oigo la queja/ de un bandoneón,/ dentro del pecho pide rienda el corazón./ Mi Buenos Aires/ tierra florida/ donde mi vida/ terminaré./ Bajo tu amparo/ no hay desengaños,/ vuelan los años,/ se olvida el dolor./ En caravana/ los recuerdos pasan,/ con una estela/ dulce de emoción./ Quiero que sepas/ que al evocarte,/ se van las penas/ de mi corazón./ La ventanita de mi calle de arrabal,/ donde sonríe una muchachita en flor,/ quiero de nuevo yo volver a contemplar/ aquellos ojos que acarician al mirar./ En la cortada más maleva una canción/ dice su ruego de coraje y de pasión,/ una promesa/ y un suspirar,/ borró una lágrima de pena aquel cantar./ Mi buenos Aires querido,/ cuando yo te vuelva a ver/ no habrá más pena ni olvido.
Faltaban tres meses para su desgraciada muerte cuando Carlos Gardel ponía música a una de las más hermosas letras, original de Le Pera, de estas "Canciones por nuestras vidas", a "El día que me quieras", cuya grabación se realizó el 19 de marzo de 1935. ¿No han bailado nunca esta canción? Me extraña. Es de las canciones que más derecho de autor han generado por todo el mundo. Yo la he bailado cientos de veces. Lola y yo, en aquellos tiempos felices, teníamos la costumbre de dedicar un día de la semana a bailar, pero a bailar durante más de diez horas, con nuestros intervalos para la copa fría de champán y el descanso ganado a pulso. Casi siempre era sábado, o domingo. Los niños se iban de excursión con el "cole" y nosotros, a partir del almuerzo, dejábamos a oscuras el salón de la calle Alfarería, encendíamos un vela..., y a bailar. Los Panchos, Diana Ross, Count Basie, Sinatra, Nat King Cole, Otis Reddins, Paul Anka, Eydie Gorme, Gloria Lasso, Linda Ronstadt, Miles Davis... y Gardel, siempre había que terminar con Gardel. Volvían los niños y seguíamos bailando, abrazándonos, amándonos. Y cenaban los niños, los acostábamos, y seguíamos danzando, hasta acabar en la eternidad, escuchando aquello irrepetible, mágico, milagro de la vida:
Acaricia mi ensueño/ el suave murmullo/ de tu suspirar./ Cómo ríe la vida( si tus ojos negros/ me quieren mirar./ Y si es mío el amparo/ de tu risa leve/ que es como un cantar,/ ella aquieta mi herida,/ todo, todo se olvida./ El día que me quieras/la rosa que engalana/ se vestirá de fiesta/ con su mejor color./ Y al viento las campanas/ dirán que ya eres mía,/ y locas las fontanas/ se contarán su amor./ La noche que me quieras/ desde el azul del cielo, / las estrellas celosas/ nos mirarán pasar./ Y un rayo misterioso/ hará nido en tu pelo,/ luciérnaga curiosa que verá/ que eres mi consuelo./ El día que me quieras/ no habrá más que armonía./ Será clara la aurora/ y alegre el manantial./ Traerá quieta la brisa/ rumor de melodía./ Y nos darán las fuentes/ su canto de cristal./ El día que me quieras/ endulzarán sus cuerdas/ el pájaro cantor./ Florecerá la vida, no existirá el dolor./ La noche que me quieras/ desde el azul del cielo,/ las estrellas celosas/ nos mirarán pasar./ Y un rayo misterioso/ hará nido en tu pelo./ Luciérnaga curiosa que verá/ que eres mi consuelo.
Sería interesante analizar cuántas metáforas se esconde en esta hermosa canción de Alfredo Le Pera... "un rayo misterioso, hará nido en tu pelo", "endulzarán sus cuerdas el pájaro cantor", "la rosa que engalana se vestirá de fiesta"... Quizás sea de las canciones más versionadas por artistas de todas las nacionalidades y tesisuras artísticas y de voz diferentes. Fue un éxito total porque el tema y la música de Gardel no eran para menos. ¡Inolvidable este "El día que me quieras", que dio título a la película del mismo nombre!
Me podría llevar días y días escuchando a Carlos Gardel y escribiendo de él aunque no lo haya conocido, tanta la memoria de mis abuelos y padres que me lo recordaron siempre, y de mis amigos Norma y Horacio que me lo cantan y me lo lloran con acento argentino, ese acento tan meloso que se nos escapó a los exportadores del idioma. Días y días bailando, soñando, amando, besando y abrazando con sus canciones..., para terminar, con sonido de tango en el corazón, haciendo el amor como si tuviese 20 años.
Pero la historia de las "Canciones por nuestras vidas" es larga y tenemos que seguir con nuestros pasos caminando por los diversos tiempos. Volveremos en algunas citas a su huella, a la del gran y universal Gardel, como él quiso volver a su primer amor en otra letra magistral de Le Pera, con música suya, el mismo año de su muerte:
Yo adivino el parpadeo/ de las luces que a lo lejos/ van marcando mi retorno. Son las mismas que alumbraron,/ con sus pálidos reflejos,/ hondas horas de dolor./ Y aunque no quise el regreso,/ siempre se vuelve al primer amor./ La quieta calle donde el eco dijo: "Tuya es su vida, tuyo es su querer",/ bajo el burlón mirar de las estrellas/ que con indiferencia hoy me ven volver./ Volver,/ con la frente marchita,/ las nieves del tiempo/ platearon mi sien./ Sentir, que es un soplo la vida,/ que veinte años no es nada,/ que febril la mirada/ errante en las sombras/ te busca y te nombra./ Vivir,/ con el alma aferrada/ a un dulce recuerdo/ que lloro otra vez./ Tengo miedo del encuentro/ con el pasado que vuelve/ a enfrentarse con mi vida./ Tengo miedo de las noches/ que, pobladas de recuerdos, encadenen mi soñar./ Pero el viajero que huye,/ tarde o temprano detiene su andar./ Y aunque el olvido que todo destruye,/ haya matado mi vieja ilusión,/ guarda escondida una esperanza humilde,/ que es toda la fortuna de mi corazón.
Hay muchos, muchos más tangos del siempre recordado Carlos Gardel, el francés uruguayo o el uruguayo francés que, por encima de todo, fue y es, y será siempre, el símbolo musical nacional de Argentina, su ídolo, el alma de sus canciones. Desde 1912 a 1935, Gardel hizo una obra que está viva para toda una eternidad, si es que esta ilusión existe.
Hay muchos, muchos más tangos del siempre recordado Carlos Gardel, el francés uruguayo o el uruguayo francés que, por encima de todo, fue y es, y será siempre, el símbolo musical nacional de Argentina, su ídolo, el alma de sus canciones. Desde 1912 a 1935, Gardel hizo una obra que está viva para toda una eternidad, si es que esta ilusión existe.
¡Gardel, siempre Gardel!
(En la fotografía, Carlos Gardel)
¡Qué interesante! Un día yendo en el coche de José Luis Parreño, habilidoso artesano y entusiasta de la guitarra flamenca, recibí los beneficios del tango en su teoría y práctica. Íbamos a Jerez y durante todo el camino estuvimos escuchando, en la magnífica voz de su hermano (creo que fue director de Radio Nacional en Andalucía), la historia, el espíritu y las mejores voces del tango argentino. Y era curioso, porque se trataba de un regalo para José Luis, o sea, que su hermano le hablaba como si lo tuviera delante y le explicaba los valores de esa música con contínuos ejemplos. Huelga decir que se me hizo el viaje demasiado corto... igual que tus explicaciones.
ResponderEliminarDe Gardel se ha hablado mucho y se sigue hablando, pero son muy pocos los que conocen el sentimiento que en Argentina provoca. Es como un dios, Ángel, sin ser argentino. Yo,cuando vienen mis amigos de allí, les hablo de flamenco, que les encanta, y ellos me hablan del tango y de Gardel..., y llegan a emocionarme de verdad.
ResponderEliminarFue, además, un hombre que no tuvo en su vida otras complicaciones. Su vida era el tango y hacer felices a los demás con esa música que veneraban. En dosis menores, fue lo mismo que le pasó a España con Antonio Machín.
Es una pena que no me pueda entretener tanto con los intérpretes de las canciones más hermosas que pasaron por nuestras vidas.
No me extraña que ese camino a Jerez se te pasase en dos minutos.