sábado, 19 de junio de 2010

CANCIONES POR NUESTRAS VIDAS: 1936-1950 (33)


Aunque ya desde 1922, por medio de su paisano y gran compositor Manuel Penella, Conchita Piquer empezaba a darse a conocer y no precisamente en su país, sino casualmente en Nueva York, nadie podría pensar que se iba a convertir en la gran diva de la canción española, en la máxima intérprete de este género, en su maestra más consumada. No es exageración lo que Carlos Herrera dejó como comentario en el libro de Martín de la Plaza "Conchita Piquer. Biografía no autorizada" (Alianza Editorial. Madrid, 2001): "La obra de la Piquer en la escena española es comparable a la de Edith Piaf en Francia, o Ella Fitzgerald en América."

Desde esta fecha hasta la del 13 de enero de 1958 en la que dice adiós a su profesión en Isla Cristina cuando estaba con su espectáculo "Puente de coplas", son más de doscientos los títulos que estrenó, aparte de seis películas -no le gustaba mucho el cine, porque ella no quería que le mandase ningún director-, y nueve montajes que paseó por todo el mundo.

Fue precisamente en Nueva York donde hizo sus primeras grabaciones entre los años 1922-24 en la importantísima Columbia Records. En estos discos grabó cuplés revisteriles, chotis, fados, tangos, fox-trot, pasodobles y canciones varias, incluyendo sus primeras canciones "La maja de rumbo" y "El florero", entre "La piconera cordobesa", "Pepa la naranjera", "Canción gitana" o una versión de "Amapola" y otra de "Es mi hombre" de la famosa Mistinguet, y muchas más. Pero, sin duda, sus grandes años, cuando se consolida como reina de la canción o de la copla, es a partir de 1935.

Conchita Piquer fue mucha Conchita Piquer en todos los sentidos. Fue tan profesional, tan exigente consigo misma y con tanto sentido de la responsabilidad, tanto en los ensayos como en los escenarios, que chocó muchas veces con sus propios compañeros de "su" compañía, con las artistas y los artistas de su tiempo, y hasta con los propios autores y compositores. Precisamente su retirada en Isla Cristina se debió a un fallo suyo imperceptible para el público y para el propio maestro Posadas, que dirigía la orquesta, cuando estaba cantando "Mañana sale". Nadie se dio cuenta, excepto ella, que no se lo perdonó.

Sería difícil elegir, para esta breve historia que estoy desarrollando, las mejores de sus canciones de esta época esplendorosa. Ya pusimos como ejemplo en otras páginas del blog "Almudena", "Eugenia de Montijo", "Ojos verdes", "Si vas a Calatayud" y "Triniá". Para seguir hoy con su recuerdo vamos a ver uno de los pasodobles también más versionados de la historia de la copla: "La Parrala", con letra de Rafael de León y Valerio y música del maestro Quiroga. Fue grabada el año 1940 en el sello "La Voz de su Amo", y con dirección de Luis César Amadori, Conchita Piquer la incluyó en la película "Me casé con una estrella", estrenada en 1952:

La Parrala dicen que era de Moguer,/ otros aseguran que fue de la Palma,/ pero nadie supo de fijo saber/ de dónde sería Trini la Parrala./ Las malas lenguas decían/ que las claritas del día/ siempre le daban bebiendo,/ pero nadie comprendía/ el por qué de la agonía/ que la estaba consumiendo./ Unos decían que sí,/ otros decían que no,/ y pa dar más que decir/ la Parrala así cantó:// Que sí, que sí, que sí, que sí,/ que a la Parrala le gusta el vino./ Que no, que no, que no, que no,/ ni el aguardiente ni el marrasquino./ Que sí, que sí, que sí, que sí,/ que si no bebe no pué cantar,/ que no, que no, que no, que no,/ que sólo bebe para olvidar./ ¿Quién me compra este misterio?/ Adivina, adivinanza./ ¿Por quién llora, por quién bebe,/ por quién sufre la Parrala?// Dos hombres riñeron una madrugá/ dentro del colmao donde ella cantaba./ Y el que cayó herido dijo al expirar:/ "Por tu culpa ha sío, Trini la Parrala"./ Los jueces al otro día/ a la Trini preguntaban/ si a aquel hombre conocía/ y la Trini contestaba:/ "Yo no lo he visto en mi vía/ ni sé por qué lo mataban."/ Unos dijeron que sí,/ otros dijeron que no,/ y pa dar más que decir/ la Parrala así cantó:// Que sí, que sí, que sí, que sí,/ que la Parrala tiene un amante./ Que no, que no, que no, que no,/ que ella no quiere más que su cante./ que sí, que sí, que sí, que sí,/ que si no bebe no pué cantar./ Que no, que no, que no, que no,/ que sólo bebe para olvidar.

Del mismo año, aunque después de hizo una nueva grabación en 1954, e incluida también en la misma película, es la canción con aires de bulerías "A la lima y al limón", que todavía se sigue recordando por los amantes de la copla:

La vecinita de enfrente, no, no,/ no tiene los ojos grandes,/ no tiene el talle de espiga, no, no,/ ni son sus labios de sangre./ Nadie se acerca a su reja,/ nadie llama a dus cristales,/ que sólo el viento de noche/ es quien le ronda la calle./ Y los niños cantan/ a la rueda, rueda,/ esta copla triste/ que el viento le lleva.// A la lima y al limón/ tú no tienes quien te quiera./ A la lima y al limón/ te vas a quedar soltera./ Qué penita y qué dolor,/ qué penita y qué dolor,/ la vecinita de enfrente/ soltera se quedó,/ solterita se quedó,/ a la lima y al limón.// La vecinita de enfrente, no, no,/ nunca pierde la esperanza/ y espera de noche y día/ aquel amor que no pasa./ Se han casado sus amigas,/ se han casado sus hermanas/ y ella solita y sin novio/ se ha quedado en la ventana./ Y otros niños cantan a la rueda, rueda,/ el mismo estribillo/ que el viento se lleva.// (Refrán)// La vecinita de enfrente, si, sí,/ a los treinta se ha casao/ con un señor de cincuenta, sí, sí,/ que dicen que es magistrado./ Lo luce por los paseos,/ lo luce por los teatros,/ y va siempre por la calle/ cogidita de su brazo./ Y con ironía/ siempre tararea/ el viejo estribillo/ de la rueda, rueda.// A la lima y al limón,/ que no me quedé soltera./ A la lima y al limón,/ que ya tengo quien me quiera./ Ya mi pena se acabó,/ ya mi pena se acabó./ Que un hombre llamó a mi puerta/ y le di mi corazón./ Y conmigo se casó./ ¡A la lima y al limón!

"No me llames Dolores" con letra y música muy pegadizas, correspondientes a Rafael de León y al maestro Quiroga -inseparables de la artista, o la artista inseparable de ellos-, la grabó Conchita Piquer el año 1941, haciéndose rápidamente muy popular, popularidad que también ha llegado a nuestros días en lo que yo llamo memoria colectiva de la copla:

Cuando el domingo te pones/ tu traje negro de pana/ y ese clavel en la boca/ y el sombrero de ala ancha;/ cuando acaricias silbando/ los hierros de mi ventana,/ de tanto y tanto quererte/ el corazón se me para.// No me llames Dolores,/ llámame Lola,/ que ese nombre en tus labios/ sabe a amapola,/ sabe a amapola./ De noche y día/ sólo pienso en tí,/ que eres la vía/ pa mí, ay, ay, sí./ Si te llamas Francisco,/ llámate Antonio,/ que Antonio se llamaba/ mi primer novio,/ mi primer novio.// Ni tu madre a mí me quiere,/ ni la mía a ti tampoco./ ¡Qué nos importa de nadie/ si nos queremos nosotros!/ Aunque pongan una tapia/ y tras de la tapia un foso,/ han de saltarlos tus brazos/ y han de cruzarlos mis ojos./ (Refrán).

Son, como vemos a lo largo y ancho de la canción española, andaluza, o simplemente copla, historias de amores posibles o imposibles, celos, dudas, duques que se enamoran de violeteras, marquesas que se enamoran de gañanes, toreros que abandonan a sus madrinas, solteras ricas, amantes que no llevan un anillo con una fecha por dentro... La vida misma pero en la almendra de una copla. Una tesis doctoral del amor y el desamor condensada en un folio. La copla lleva en sus estrofas los tres capítulos principales en los que el hombre y la mujer piensan: el amor, la vida y la muerte. Si a esta concisión le acompaña una música excelente -en muchas ocasiones realizada sobre la marcha-, se produce el milagro. ¿Quién, con menos mimbres, puede hacer una obra maestra como "Tatuaje"?

La grabó Conchita Piquer en el sello Odeón en 1941, incluyéndolo en su espectáculo "Ropa tendida", que se estrenó en el Teatro Reina Victoria en 1942. Es, como muchas de ellas, de las más versionadas por ser tan hermosa. Desde Miguel de Molina a Pasión Vega han sido muchos los artistas que la han grabado y la han llevado en su repertorio. En la voz de La Piquer, era, y sigue siendo, una obra maestra. La letra fue del moguereño Xandro Valerio y de Rafael de León, y la música, como siempre, de Quiroga:

El vino en un barco de nombre extranjero,/ lo enconré en el puerto un anochecer/ cuando el blanco faro sobre los veleros/ su beso de plata dejaba caer./ Era hermoso y rubio como la cerveza;/ el pecho tatuado con un corazón./ En su voz amarga había la tristeza,/ doliente y cansada, del acordeón./ Y ante dos copas de aguardiente/ sobre el manchado mostrador/ el fue contándome entre dientes/ la vieja historia de su amor.// Mira mi brazo tatuado/ con este nombre de mujer./ Es el recuerdo del pasado/ que nunca más ha de volver./ Ella me quiso y me ha olvidado,/ en cambio, yo no la olvidé,/ y para siempre voy marcado/ con este nombre de mujer.// El se fue una tarde con rumbo ignorado/ en el mismo barco que lo trajo a mí,/ pero entre mis labios se dejó olvidado/ un beso de amante que yo le pedí./ Errante lo busco por todos los puertos;/ a los marineros pregunto por él,/ y nadie me dice si está vivo o muerto/ y sigo en mi vida buscándolo, fiel./ Y voy sangrando lentamente,/ de mostrador a mostrador,/ ante una copa de aguardiente/ donde se ahoga mi dolor.// Mira tu nombre tatuado/ en la caricia de mi piel,/ a fuego lento lo he marcado/ y para siempre iré con él./ Quizás ya tú me has olvidado,/ en cambio, yo no te olvidé,/ y hasta que no te haya encontrado/ sin descansar te buscaré.// (Recitado) Escúchame, marinero,/ y dime: ¿qué sabes de él?/ Era gallardo y altanero,/ era más dulce que la miel./ Mira su nombre de extranjero/ escrito aquí, sobre mi piel.// (Cantado) Si te lo encuentras, marinero,/ dile que yo muero por él.

Por la hermosura de la letra y de la música casi puede parecer una herejía parodiar esta canción, pero no nos olvidemos que el propio Rafael de León se divertía en muchas ocasiones haciendo una letra paralela totalmente humorística como pudieron ver mis blogueros en "Triniá", caso que ocurrió con otras muchas. En esta ocasión, elegimos la parodia que de ella hizo Emilio El Moro, el que remedaba el repertorio de las propias artistas que lo contrataban:

Se la trajo un barco de unos balleneros./ La encontré en el puerto un amanecer,/ cuando junto al faro, sobre un cubo viejo,/ sus cuarenta arrobas dejaba caer./ Era grande y rubia como una mazorca,/ su pecho de vaca como un camión,/ y en su boca larga tenía dos bigotes,/ lo mismo que un guardia de circulación./ Y ante dos litros de aguardiente/ se me plantó en el mostrador,/ y fue bebiendo lentamente/ hasta acabar con el bidón.// Mira mi brazo tatuado/ con los recuelos de un café. Esto que ves junto al sobaco/ es el retrato de mi Andrés./ El tío granuja me pegaba/ con la correa de un tirapiés,/ y para siempre voy marcada/ desde el tobillo hasta el tupé.// Se piró una tarde con rumbo ignorado/ en un mercancías que llegó hasta aquí,/ pero entre sus dedos se llevó enredado/ mi reloj de oro, porque no le vi./ Y loco la busco por todos los puertos,/ a los marineros le explico quién es,/ y algunos me dicen que me vaya al polo,/ porque allí hay ballenas pa parar un tren./ Y voy andando entre la gente/ sin mi cadena y mi reloj,/ y menos mal que no vio un diente/ que con un puente tengo yo.// Tengo un zapato tatuado/ sobre los dedos de mi pie./ La muy ballena me ha pisado/ y calza un ciento veintitrés./ Quizás la gorda me ha olvidado,/ en cambio yo no la olvidé,/ y hasta que no la haya encontrado/ nunca sabré la hora que es.// (Recitado) Escúchame, marinero,/ y dime, ¿no la has vuelto a ver?/ Tenía la cara de un pandero/ y andaba como un chimpancé./ Mira el tacón de su zapato/ clavado aquí sobre mis pies.// (Cantado) Si te la encuentras, marinero,/ no pares nunca de correr.

Mañana seguiremos con más coplas de éxito de Conchita Piquer, la gran señora de la canción.


(En la fotografia, Conchita Piquer en un retrato de Walken)

4 comentarios:

  1. Perdona, Emilio, si te digo que sobre la seriedad y la importancia de Conchita Piquer y tu magnífico relato, me he tenido que reir con la parodia de Emilio el Moro; su humor popular es destornillante, y luego como lo cantaba... Imagino lo que se reirían la gente con él. Acabar la lectura de esta forma no puede ser más gratificante.

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  2. A mi padre le encantaba, y cteo que iba más al San Fernando a ver a Emilio El Moro que a Marifé o Juanita Reina. Debo dedicarle unas páginas, así como a las parodias de sus propias canciones del mismo Rafael de León.

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  3. No dejes de hacerlo porque está completamente olvidado y le debemos mucho; más nuestros padres que nosotros que lo cojimos de refilón... Según me contó nuestro amigo Ricardo Miño -fue su compañero con Marchena- era un enamorado de las guitarras; tenía varias de primera categoría. No quiso ir a una gira por el norte de África por aquello de su nombre artístico; eso de "El Moro" no iba a sonar bien por allí... Su figura evoca toda una época.

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  4. Creo que se merece un apéndice en esta breve historia de las canciones por nuestras vidas. Yo lo vi actuar mucho y me acuerdo perfectamente de él. En cierta ocasión, de casualidad, tuve la oportunidad de hacerme con gran parte de su discografía, aunque buscaré la que me falta. Él estuvo con todos los grandes y jamás le faltó el trabajo. Con la guitarra hacía juegos malabares: la tiraba por alto y la recogía tocando, tocaba con la guitarra en la espalda, se la cambiaba de manos, que ya es difícil tocar así... ¡Era un genio!

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