Hace un rato, después del primer tiempo de un final de liga que se veía comprometido y que escuché por la radio -mi amante favorita-, bajé al restaurante que hay debajo de casa para ver la segunda mitad y comprobar un poco el ambiente entre madridistas y barcelonistas. ¡Qué chasco! Creí que se estaban jugando unos partidos en los que, punto arriba o abajo, juegan 22 supermillonarios que hoy visten de blanco, mañana de negro y pasado mañana de rombos. Y unos ganan y otros pierden. Lo de siempre. No entiendo nada de fútbol, y si me gustan los colores blanquiverdes del Betis es porque, como decía hace unos días recordando a mi tío Antonio, él fue quien me llevaba desde niño al antiguo campo de Heliópolis. Si me hubiese llevado al Sánchez Pizjuán pues, casi con toda seguridad, me tiraría más el campo y los jugadores del Nervión. Y me gusta la Estrella porque mi padre fue hermano. Si hubiese sido de la Esperanza de Triana, lógicamente estaría más apegado a la morena de la antigua calle Larga. Pero ni soy semanasantero ni futbolero. En estas corrientes, como en las de la vida, me dejo llevar por mí mismo. Sí soy trianero porque en ella vino mi nacencia. Trianero de solar, de corral, que tampoco trianero que rechaza a Sevilla. Primero soy sevillano, por los cuatro costados, y después del barrio que me vio nacer y que me ofreció la oportunidad de ver cada día a Sevilla de frente como una Florencia rediviva.
¡Qué mal trago los 35 últimos minutos que vi de esta final de liga! Mis vecinos son de media clase alta o de alta clase media -que jamás sabré diferenciar estos estribos-, es decir: médicos, abogados, militares, propietarios de fincas, corredores de seguros..., en fin: que no hay que llevarlos a alfabetizar. Con el fútbol pierden los nervios, la lengua y hasta la vergüenza. Varias broncas amenazantes contenidas por el dueño del local se sucedieron. No hablaban del Barcelona como equipo sino con la triste expresión de ¡Afuera los separatistas! ¡Que se queden en su país! ¡No son españoles! ¡Catalinos al paredón!...
Seguro que estos jamás vieron la pena sobre sus hombros, el hambre en sus estómagos y el dolor en su corazón; que jamás cogieron el "catalán" con sus pobres maletas para buscar el pan en Barcelona mientras los señoritos andaluces escupían a sus paisanos desde la montura del caballo cuando recorrían miles de hectáreas en las que trabajaban los gañanes a cambio de un trozo de pan, tocino rancio y una escudilla de mosto viejo avinagrado, y pidiéndoles siempre a Dios de que al señor, o al "amo", no se le fueran nunca sus ojos en busca de los cuerpos jóvenes y en flor de sus hijas..., o sus hijos. De todo hay en la viña del Señor.
Estoy seguro que ninguno de mis vecinos ha leido a José María Osuna en su alegato valiente "La novena provincia andaluza" ; ni a mi querido Antonio Burgos en su "Andalucía, ¿tercer mundo?; ni a mi maestro Manuel Barrios en su compilación de "Cartas del pueblo andaluz" o en "Epitafio para un señorito"; ni a Alfonso Grosso en su "Andalucía, un mundo colonial"; ni a Aquilino Duque, ni a Alfonso Comín, ni a Antonio Limón ni a cuantos tuvieron que pasar una y otra vez por los interrogatorios de la célebre "Gavidia" en los que nunca estuvieron ni Griñán ni sus miles de adláteres paniaguados; ni a tantos y a tantos anónimos que se dejaron la piel en defensa de nuestra tierra.
Cerca de un millón de andaluces tuvieron que emigrar a las tierras catalanas y, evidentemente que con trabajo, nunca explotación como suelen decir y propagar los implicados de a caballo, salieron adelante, tuvieron hijos, ya tienen nietos y hasta pudieron comprarse una casita decente para el "veraneo" en sus localidades natalicias. Hoy, quien como yo defiende a Barcelona por muchas cosas: por el ambiente cultural, por los antros de siempre que en Sevilla nos hemos cargado en favor de la mal entendida modernidad, por ser una capital cosmopolita y abierta en la que jamás nadie me ha hablado en "catalán", y por tener la sensualidad que mi ciudad ha ido perdiendo gracias a alcaldes como Monteserín..., me tachan de separatista. Y si además, como me pasa, siento inclinación desde niño por el equipo de la ciudad porque la estampa o el cromo para mi álbum más difícil de conseguir era el del portero Ramallets...
Cuando harto de los conatos de broncas ofrecidos gratuitamente en el restaurante, en el patio del bloque un chiquillo de 16 años, Fernando, al que le gusta el Barcelona F.C. corría como un desesperado hacia el ascensor porque lo iban persiguiendo una panda de amigos (?) de su misma edad a los gritos de -"Separatista, cabrón, te vamos a dar! ¿No estarán asimilando la poca educación de sus padres, esos mismos que se quejan de que la culpa la tienen sus educadores?
¡Qué mal trago los 35 últimos minutos que vi de esta final de liga! Mis vecinos son de media clase alta o de alta clase media -que jamás sabré diferenciar estos estribos-, es decir: médicos, abogados, militares, propietarios de fincas, corredores de seguros..., en fin: que no hay que llevarlos a alfabetizar. Con el fútbol pierden los nervios, la lengua y hasta la vergüenza. Varias broncas amenazantes contenidas por el dueño del local se sucedieron. No hablaban del Barcelona como equipo sino con la triste expresión de ¡Afuera los separatistas! ¡Que se queden en su país! ¡No son españoles! ¡Catalinos al paredón!...
Seguro que estos jamás vieron la pena sobre sus hombros, el hambre en sus estómagos y el dolor en su corazón; que jamás cogieron el "catalán" con sus pobres maletas para buscar el pan en Barcelona mientras los señoritos andaluces escupían a sus paisanos desde la montura del caballo cuando recorrían miles de hectáreas en las que trabajaban los gañanes a cambio de un trozo de pan, tocino rancio y una escudilla de mosto viejo avinagrado, y pidiéndoles siempre a Dios de que al señor, o al "amo", no se le fueran nunca sus ojos en busca de los cuerpos jóvenes y en flor de sus hijas..., o sus hijos. De todo hay en la viña del Señor.
Estoy seguro que ninguno de mis vecinos ha leido a José María Osuna en su alegato valiente "La novena provincia andaluza" ; ni a mi querido Antonio Burgos en su "Andalucía, ¿tercer mundo?; ni a mi maestro Manuel Barrios en su compilación de "Cartas del pueblo andaluz" o en "Epitafio para un señorito"; ni a Alfonso Grosso en su "Andalucía, un mundo colonial"; ni a Aquilino Duque, ni a Alfonso Comín, ni a Antonio Limón ni a cuantos tuvieron que pasar una y otra vez por los interrogatorios de la célebre "Gavidia" en los que nunca estuvieron ni Griñán ni sus miles de adláteres paniaguados; ni a tantos y a tantos anónimos que se dejaron la piel en defensa de nuestra tierra.
Cerca de un millón de andaluces tuvieron que emigrar a las tierras catalanas y, evidentemente que con trabajo, nunca explotación como suelen decir y propagar los implicados de a caballo, salieron adelante, tuvieron hijos, ya tienen nietos y hasta pudieron comprarse una casita decente para el "veraneo" en sus localidades natalicias. Hoy, quien como yo defiende a Barcelona por muchas cosas: por el ambiente cultural, por los antros de siempre que en Sevilla nos hemos cargado en favor de la mal entendida modernidad, por ser una capital cosmopolita y abierta en la que jamás nadie me ha hablado en "catalán", y por tener la sensualidad que mi ciudad ha ido perdiendo gracias a alcaldes como Monteserín..., me tachan de separatista. Y si además, como me pasa, siento inclinación desde niño por el equipo de la ciudad porque la estampa o el cromo para mi álbum más difícil de conseguir era el del portero Ramallets...
Cuando harto de los conatos de broncas ofrecidos gratuitamente en el restaurante, en el patio del bloque un chiquillo de 16 años, Fernando, al que le gusta el Barcelona F.C. corría como un desesperado hacia el ascensor porque lo iban persiguiendo una panda de amigos (?) de su misma edad a los gritos de -"Separatista, cabrón, te vamos a dar! ¿No estarán asimilando la poca educación de sus padres, esos mismos que se quejan de que la culpa la tienen sus educadores?
Esta huida de mi vecino Fernando, un chiquillo sin malicia alguna, admirador del Barcelona, me ha hecho reflexionar unos minutos en cómo está España, esa "E" que aparece en todos los carteles publicitarios y que permanece después de varios meses de terminadas las obras, y que se le cayó de sus siglas al PSOE desde que nos gobierna alguien como Zapatero que no tiene ni idea de cómo se maneja esto, aunque su equipo, me imagino que después de la Ponferranida, sea el mismo al que yo le tengo afecto desde niño.
¿Quién no querría, sino un suicida, separarse de este país al que lo han matado a cuentos como si no hubiese intelectuales y todos fuésemos aquellos hombres que esperaban al patrón en la plaza del pueblo y que tuvieron que emigrar en el "exprés de las lágrimas" en la década de los 60?
¿Quién no querría, sino un suicida, separarse de este país al que lo han matado a cuentos como si no hubiese intelectuales y todos fuésemos aquellos hombres que esperaban al patrón en la plaza del pueblo y que tuvieron que emigrar en el "exprés de las lágrimas" en la década de los 60?
Inculto, es cómo puede denominarse a las personas que hablan por hablar de "Catalanes", "Vascos" o "Andaluces" y los catalogan de "separatistas", "terroristas" o "vagos".
ResponderEliminarPena, es lo único que se puede sentir por éste tipo de gente que tienen su mente y almas tan cerradas que son incapaces de ver todo lo que ellos y sus hijos, a los que dejarán como legado su tenaz intransigencia, se perderán, por no ser capaces de disfrutar de un paseo por el encantador Raval de Barcelona empapándose de su mestizaje cultural. Porque en él puedes encontrar tiendas de muchas nacionalidades, no sólo catalanas. Y se perderán también compartir un zurito de cerveza en medio de amigos en una "Sociedad Vasca", de las que aún quedan y he podido disfrutar.
Es una auténtica pena Emilio, pero no de lo que piensan, ni de lo que sienten por los otros, la pena son ellos mismos, que simplemente no son capaces de "abrir sus mentes" o es que tienen un espacio muy limitado...
Así que cuando estoy en Cataluña y escucho alguien describiendo a un "Sevillano", como si todos andásemos engominados y a caballo por la ciudad (que alguna vez me tocó oirlo), lo miro y pienso: pobrecito...
Y si estoy en Andalucía y oigo a alguien diciendo "los Catalanes no se merecen ser Españoles, que se queden en Su País", lo miro y pienso: pobrecito...
Y si fuese creyente seguramente pediría en ese momento: Dios mío, no dejes que se muera así de tonto, que eche una mijita de talento antes de irse pa el otro barrio, no sea que le toque que le abra la puerta un vasco y tenga que recibirlo dentro un catalán...
Un abrazo,
Como tú, querido Emilio, tengo mis razones para ser sevillista, y una es la misma por la que te atrae el Barcelona, aunque no seas un gran futbolero; y esa razón es que en mis tiempos de chiquillo eran los futbolistas del Sevilla los que aparecían en los álbumes de estampas; el Betis andaba por otras latitudes. Tu buscabas la estampa (ahora se dice cromo)de Ramallets yo la de Campanal.
ResponderEliminarRespecto al catalanismo tan practicado a ultranza por allá, yo lo he sufrido en mesas de trabajo; dejan mucho que desear (la mayoría) en lo que se llama educación cívica; puede con ellos el complejo de superioridad que "adorna" su personalidad nacionalista respecto de nosotros los andaluces. En el momento en que se junten dos ya están hablando para ellos sin el menor respeto por el resto de la reunión. Hay excepciones, claro está, pero -eso- excepciones. Ellos siempre han querido ser más europeos que universales, al revés que nosotros. En fín, que sean como quieran, pero que no molesten... No los felicito, porque ser campeón con esos jugadores no tiene ningún mérito; igual pienso del subcampeonato del Madrid. El campeón de la Liga para mi ha sido el Mallorca.
Bueno, es mejor acabar hablando de fútbol.
Para Elisa (que ya dicen que no es de Beethoven, como la Estrella ya no es de de Martínez Montáñés y como Las Meninas cualquier día se la atribuyen a Picasso): Comparto tu amor por Barcelona, por su gente, por su ambiente y por saber cuidar y proteger lo suyo. Aquí siempre nos estamos quejando de todo, pero jámás damos un paso al frente. Me encanta el país vasco (sin etarras) porque su gente es maravillosa, Me encanta Navarra donde, sin conocernos nos hicieron a mi mujer y a mí uno de los favores más grandes y sin conocernos de nada, Galicia, Asturias, Extremadura, ambas Castillas, Levante... Soy un trianero cosmopolita que me pongo en la piel de cada ciudad. Todas hermosas y con sus peculiaridades. Como debe ser. En la diversidad está la mejor de las verdades. Amo a Barcelona no sólo por lo que hicieron con un millón de andaluces que estaban aquí con sus escudillas para ver quién les daba de comer. La amo porque es la única ciudad europea de España, hoy por hoy, que puede asomarse al mundo sin pudor o vergüenza alguna. ¿Lo del separatismo? La misma mentira que la que los andaluces somos vagos y graciosos, embusteros y pendencieros, brujo el gallejo y agarrado el catalán. Hay sevillanos de mi barrio que hay que darles con un martillo en el codo para que saquen la cartera.
ResponderEliminarLos nacionalismos del terruño son peores que los que se han incubado desde siglos en regiones tan prósperas como Cataluña, con bastante menos recursos que la nuestra.
Estoy totalmente de acuerdo contigo. Y, bueno, ya que ha ganado otra vez la liga su equipo, que menos que decir que ¡Viva el Barcelona! ¡Igual lo diría si hubiese ganado el Madrid!
¡Que alegría, Ángel, si nosotros pudiésemos tener ese complejo de superioridad adornando esa personalidad nacionalista que aquí se cargaron dos chulos y falsos andalucistas:Pedro Pacheco y Alejandro Rojas Marcos, uno señorito de Jerez y el otro sevillano.
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo contigo en que ellos han querido siempre ser más europeos que universales. En una Andalucía de alpargatas, con un proyecto de Hytasa que se vino abajo, con una agricultura sin ni una fábrica a pie para la producción de cítricos, aceites,lácteos, etc. ¿Adónde podíamos llegar? Ellos han sido más universales que europeos abriendo mercados; nosotros hemos querido ser más universalistas exportando flamencos, ferias y caballos. Los índices de PIB y del IPC te marcan el baremo de las comunidades. Tenemos el triple de funcionarios que Cataluña, más del doble de coches oficiales, más gestores... ¿Dónde ellos y dónde nosotros? Andalucía, mal que nos pese, es una de las varias "Cenicientas" de España. Recordarás aquel slogan "SIÉNTASE ORGULLOSO DE SER ANDALUZ". A mí, para que engañarme ni engañarte, me da vergüenza de haber nacido aquí. Pero ya sabes que dije en un soneto que "era una maternidad obligatoria", a la que ya no puedo renunciar,pero sí criticar con todas mis fuerzas.
Lo del Mallorca estamos casi de acuerdo. 3o puntos de diferencia son 3o puntos, aunque ha sido el equipo revelación. Quedar el segundo, como el Madrid, con jugadores de 90 millones de euros no tiene ningún mérido. El que estos "separatistas catalanes" aporten más del 20% a la selección española creo que dice mucho.
Mi cosmopolistimo se acerca mas a la Rambla baja que a la calle San Jacinto. Han sabido buscarle el ambiente que ningún trianero hemos logrado.
La generación de Ángel tenía estampas de Campanal y así cualquiera era sevillista, en la mía el Sevilla era un sufrimiento constante y lo de ser sevillista era un acto de fe, creo que tengo mas méritos.
ResponderEliminarEstoy mas cerca del comentario de Elisa que del comentario de Ángel.
Hay que hacer un poco de memoria histórica, y el que no lea que al menos escuche las miles de historia de aquellos andaluces que fueron acogidos en Cataluña cuando aquí no tenían nada para comer y se les negaba hasta el derecho a la cultura.
En la actualidad los nietos de aquellos andaluces, que el régimen obligó a marcharse de su tierra, viven en Cataluña, Se sienten orgullosos de ser catalanes y de tener abuelos andaluces. Aquellos andaluces han convivido en armonía durante 3 generaciones y los catalanes han respetado su forma de hablar, su folklore y sus tradiciones.
Yo aconsejaría a esas personas que hablan mal de Cataluña que las próximas vacaciones las pasen allí. Que se bañen en la Costa Brava, que paseen por Barcelona, que disfruten de la gran oferta cultural, que crucen la ciudad en el metro y que se acerquen a las grandes ciudades industriales, disponen de un servicio de tren cercanías muy barato.
Durante muchos años he tenido la oportunidad de trabajar en Cataluña y no he tenido nunca sensación de inferioridad y siempre me han tratado bien.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, José Luis. Las veces que hemos hablado sobre el tema sabes de mi gran amor por Barcelona. A mí tanto en el trabajo como en mis visitas turísticas solo, con Loli y con amigos como Pepa Montes, Ricardo, Pilar López, Matilde Coral, Serranito, El Güito, Manuela Carrasco, Rafael el Negro, Israel Glaván, etc., me han tratado como un español más y nadie me ha hecho el "corralito" idiomático. Di un discurso en las atarazanas, en una cena de lujo, hablando de la importancia de Andalucía en Barcelona y de todo cuanto le debíamos por su acogida en los años difíciles, ante Pascual Maragall, su alcalde, Miguel Gila, la vedette Tania Doris, y cientos de invitados, y mi palabra tuvo el refrendo de esos aplausos que allí se dan de verdad y de "ojana" en Andalucía muchas veces. Porque como aquí todo el mundo sabe de todo...
ResponderEliminarEs de analfabetos querer comparar los pueblos, como intentar compararar a los propios hijos. Te dije el sábado que nos debemos un viaje a Barcelona para ese posible negocio de la "Bebeteca". Lo haremos.
Cataluña es maravillosa. Soy de Écija, pero por motivos de estudios y trabajo he viajado al norte en muchas ocasiones, hasta llegar a instalarme en la ciudad condal por varios años. Es decir, tuve tiempo de conocer sus rincones más bellos y de disfrutar de su ambiente cosmopolita. Después, también por trabajo, anduve otro año por Manresa (centro neurálgico del independentismo) y... qué queréis que os diga? Me trataron siempre estupendamente. Nunca tuve problemas con el idioma porque, cuando vieron que no lo dominaba, rápidamente me hablaron en castellano. Eso sí, me animaron a aprenderlo, cosa que intenté por todos los medios dada su hermosura. Nunca un mal gesto, nunca una mala cara por ser andaluz. Ningún comentario del tópico de gracioso o vago... Quizás tuve suerte. Mucha suerte, teniendo en cuenta el tiempo que estuve. El caso es que cambió mi concepto sobre los catalanes.
ResponderEliminarEn cuanto a trabajo, en los asuntos musicales en los que me muevo, Barcelona está a años luz de lo que se hace en Madrid. Y Madrid a años luz de lo que se hace en Andalucía. Allí la música avanza porque va de la mano del contexto en el que viven. Aquí la música no ha avanzado nada, porque vivimos anclados en una dictadura cerebral. Pese a lo que dicen algunos esnobistas, el flamenco no ha crecido: se ha ido acatetando. Y las sevillanas, por ejemplo, se han convertido en un melodrama insufrible por culpa de Canal Sur y su horrible concepto de telespectador. En el terreno industrial, ocurre lo mismo. Pensaban Pacheco y Rojas Marcos (a los que detesto) que esta desigualdad con el norte se iba a solucionar resucitando el nacionalismo andaluz... Pensaban que los andaluces nos íbamos a montar en ese carro para enseñar las garras al resto de España. No. Porque al final, en Cataluña, Galicia o el País Vasco solo son nacionalistas los políticos y los cuatro analfabetos que los babosean. La gente de la calle solo quiere vivir su vida lo más digna y cómodamente posible. Lógicamente defienden su tierra, sus costumbres, sus idiomas -el vascuence es la lengua más antigua de la península, que no se nos olvide-, sus tradiciones... Todo tal como lo hacemos nosotros. Igual, igual...
Comparto la opinión de José Manuel López en su concepto de Cataluña. Creo que, en general, los andaluces que hemos vivido allí durante un tiempo tenemos una visión muy positiva de Cataluña.
ResponderEliminarEl proyecto del Partido Andalucista quedó destruido a las primeras de cambio, no sólo por culpa de sus dirigentes. Todavía recuerdo que el Partido Andalucista llegó a tener representación en el Parlamento Catalán. Yo estoy convencido que una representación parlamentaria numerosa de un partido nacionalista andaluz hubiese sido muy positiva para Andalucía; así se ha demostrado con las representaciones de los partidos nacionalistas vascos y catalanes.
Con respecto a la evolución negativa del Flamenco que menciona no estoy tan de acuerdo. Se han perdido muchas cosas y se han ganado otras. Pienso que el Flamenco está llegando a mucha más gente y lugares. De todas manera es un tema que se sale un poco de esta entrada y tal vez Emilio, en alguna otra, nos de la oportunidad de comentar más a fondo. Que conste que sigo con mucho interés los comentarios flamencos de José Manuel López en este y otros blogs y que en general son muy acertados.
Comparto al cien por cien vuestras opiniones. Sobre el flamenco en Cataluña hablaremos otro día. Tengo informatizado un artículo mío de hace muchos años que puede abrir un debate en esta materia. Sería interesante.
ResponderEliminarEn primer lugar, gracias a jimenezjb, por ser seguidor de mis comentarios. Joder, es un lujo que alguien este de acuerdo con lo que yo digo, con lo atravesado que soy generalmente. No pretendo que esteis al cien por cien con mis ideas, pero con el acatetamiento del flamenco me refiero a los últimos trabajos de Mercé, por ejemplo. Se puede mezclar flamenco con otras músicas, por supuesto. No hay ley que lo prohiba, pero hay que tener mejor gusto. No es lo mismo Pata Negra, que Fondo Flamenco. La fusión se ha llevado a unos extremos perjudiciales para la salud musical general.
ResponderEliminarPor otro lado, es verdad que el flamenco llega cada vez a más gente... ¿pero qué tipo de flamenco? Andy y Lucas no es flamenco y lo que hace Pitingo, tampoco. Aunque también es cierto que no todo el mundo se traga sin anestesia unas seguiriyas de Manuel Torre. Mi madre, cuando me ve extasiado escuchando al genio jerezano, dice que me estoy apulgarando...
Seguro que ahí no lleva la razón tu madre, aunque para mí es una liturgia escuchar a Tomás Pavón, un acto místico, como si estuviese asistiendo a una misa de pontifical en la catedral de Sevilla. Sobre las fusiones, di una conferencia en Córdoba, en la Semana dedicada a Blanca del Rey, con el título "¿Innovación?..., no, gracias", que después salió en un "suelto" en la revista "Sevilla Flamenca". Creo en la evolución del flamenco. La innovación es otra cosa, es rompimiento, quebrar las estructuras, confundir las corrientes. Un día puede que me anime a incorporar el texto al blog. El propio Manuel Torre lo decía: "Lo que hay que sabé es intinguí".
ResponderEliminarImposible no opinar en un debate tan apasionado:
ResponderEliminarSobre el fútbol: mi padre era del Betis; dos de mis hermanos son del Madrid; una hermana del Atlético de Madrid; un hermano del Barcelona; algún otro del Sevilla; del Cádiz otro más; del Jerez también lo hay; hasta del Racing hay familia...y del Español, mi primo Esteban. Lo que más me gusta de que gane el Barcelona es que reconoce el trabajo de Guardiola, un tipo serio y con estilo. Lo peor, que gane el tal Laporta, un impresentable total.
En cuanto a Cataluña y los catalanes, como muchos andaluces tengo allí familia que emigró y se sienten catalanes porque esa tierra les dio el pan de sus hijos. Así que, ¿cómo meterse con ellos? Imposible. A mí siempre me han acogido de maravilla y tengo compañeros de por allí con los que trabajo. He participado en un proyecto de I+D+I con la Universidad Autónoma de Barcelona y sin problema ninguno. Cuando estuve allí, hace años, durante varios veranos (hacía la ruta Cádiz, Madrid, País Vasco y Barcelona), estuve aprendiendo catalán con mi tío Esteve Munné Santaularia, el marido de mi tía Paca, que era un señor fenomenal, de una categoría humana impresionante. He sido superfeliz en Barcelona, en la Costa Brava, en fin, aquello me encanta. Creo que los pueblos no tienen que pagar por tener políticos tan sectarios y con tan poca visión como los de allí, porque, entonces, tendríamos los andaluces que pagar también por tener a los políticos de cuarta fila que tenemos. Como todo está tan politizado confundimos política con sociedad y con pueblo, pero esto no es así.
En cuanto a la discusión que se ha suscitado sobre el flamenco, mucho que cortar, desde luego y quizá en otro momento se pueda discutir al respecto, aunque, de entrada, no estoy de acuerdo con lo que se ha adelantado sobre el tema en los comentarios.
De acuerdo total contigo, querida Caty. Que catetada tan grande dejarse engañar por los políticos y no escuchar al pueblo. ¡Viva Barcelona! Y esperemos que estos políticos mangantes que tenemos en Andalucía aprendan de una vez para que no se repita en poco tiempo la huida de un millón de andaluces -un millón- a otras tierras. ¿Hablamos también mal de los alemanes?
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