sábado, 1 de mayo de 2010

DESDE MI TORRE: LAS SETAS ENVENENADAS


Estas setas de Jürgen Mayer están envenenadas desde que empezaron a crecer en los papeles oficiales. No me meto si el proyecto es acertado o no. Los entendidos dicen que es una maravilla del siglo XXI, y pueden que lleven razón, aunque jamás he visto adecuado el sitio donde se están alzando estas setas de 30 metros de altura. Sevilla cada vez se parece menos a la Sevilla que vienen buscando los viajeros. Pero en fin, esto es cuestión de gustos y un proyecto de tanta envergadura nunca estará exento de polémicas.

Comentábamos en otra página de nuestro blog, refiriéndonos al Palacio de Congresos, de qué forma tan descarada se engordan en nuestra ciudad estos proyectos edilicios que antes de iniciarse tienen un presupuesto y acaban con el doble, y algunas veces, como en este caso, en bastante más que el doble. Un coche sale de fábrica con un precio determinado porque para eso la dirección de la empresa, sus economistas, sus diseñadores y sus ingenieros, estudian antes de su finalización el coste del material, de la mano de obra, las calidades y precio de la terminación, los costes de transportes, la ganancia de los concesionarios y la lógica ganancia que ellos como fabricantes se han marcado. Todo está milimétricamente estudiado y nada puede fallar.

En las obras que inicia nuestro ayuntamiento y la Junta de Andalucía siempre hay un desfase presupuestario, ya sea el Palacio de San Telmo, el minimetro, el tranvía -que habrá de renovarse el próximo año con otro gran costo-, o este Metropol Parasol que se va a elevar del coste oficial de 63,2 millones de euros a unos 123 millones. Es decir, un error de cálculo de nada. Cuando uno gobierna gracias a los votos del pueblo, debe marcarse unas prioridades. En el caso que nos ocupa, creo que esta obra megalómana no era una cuestión prioritaria en la ciudad, en una ciudad de tantas carencias, con tanta falta de viviendas de protección oficial y tanto paro. Como tampoco lo era esa magnificencia de rehabilitación de San Telmo. Pero bueno, imaginémos que entiendan nuestros gobernantes que sí lo son y que hay que realizarlas. Pero para eso hay un proyecto y un presupuesto global que debería cuadrar al céntimo, ya que, además, los presupuestos iniciales suelen estar inflados. Pero una vez que se aprueba y se acomete la obra, ni un solo euro de más. Es que no puede costar una obra más del doble de lo que se presupuestó. Es que una ciudad como la nuestra no puede soportar, además del alto costo en función de la modernidad, un añadido que lo duplica.

Estas setas, cuyo proyecto eligió por concurso la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento el año 2003 -que eso de la lentitud es otro tema- están no sólo sin terminar, sino que nadie sabe cómo acabarlas ni qué empresa será la que por fin siga desarrollando un proyecto que se ha parado en varias ocasiones. Habrá que tener en cuenta la barbaridad que dijo Gómez de Celis cuando era el delegado de Urbanismo: "El coste definitivo de la obra sólo se sabrá cuando se termine". Pero como vivimos donde vivimos, siempre tirando con pólvora ajena, si se analiza esa tontería es que, al final, de Celis va a llevar la razón. ¡Pues, ea, que se termine cuanto antes!

2 comentarios:

  1. Llegaron a decir desde el Ayuntamiento que las obras se estaban demorando porque al tratarse de una estructura única en el mundo todavía no estaban resueltos los métodos para realizarla. Lo mismo ocurre con nuestro metro ¿alguien conoce un metro igual en el mundo? Sevilla es la ciudad de los proyectos singulares. Contratan a un arquitecto de nombre impronunciable con un gran desconocimiento de Sevilla y a una ingeniería que todavía no ha terminado de resolver el cálculo de la estructura y todo esto dirigido por otro elemento único en el mundo: Monteseirín. Al final, esto de Las Setas de la Encarnación, resultará ser el gran proyecto de I+D que pagaremos los sevillanos y del que resultarán agraciados el tal Jürgen Mayer, la ingeniería Ove Arup y nuestro ex-concejal Gómez de Celis, que con la experiencia acumulada en este proyecto tiene papeletas para dirigir el Ministerio de Fomento.
    A veces me pregunto si esta estructura única de la Encarnación no terminará igual que aquella otra estructura que cubrió, durante un par de semanas, parte del Estadio Olimpico de La Cartuja durante la celebración de la Copa Davis.
    Sólo faltaría levantarse un día y comprobar que alguien se ha llevado los champiñones, pagados a precio de trufa, de la Encarnación.

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  2. Emilio Jiménez Díaz1 de mayo de 2010, 14:23

    Como sevillano que he dedicado gran parte de mi vida a la realización de proyectos en el campo de las grandes decoraciones, sé cómo se tienen que fragüar las ideas, cuántas veces hay que discutirlas, cuántos consejos debes pedir a los que en alguna materia son sólidos expertos. Como yo exponía en el caso de la fabricación de coches: todo cuadraba, tenía que cuadrar. Yo no le podía decir a mi director que se nos había disparado el presupuesto, porque casi seguro que me echaba para que aprendiera antes de meterme en otra historia.
    Aquí no. Tenemos el caso del Palacio de San Telmo. ¿Has mirado el coste añadido al presupuesto inicial? El caso de este Metro de risa, que costó más del doble de lo presupuestado, quiosco incluido de Almirante Lobo. El del tranvía, que el próximo año tienen que cambiar por uno de baterías acumulables y quitar toda la infraestrucura y estructuras de postes, cables y tendidos varios. Esta es la ciudad de los grandes despropósitos.
    Nadie se da cuenta de que al frente de una concejalía tiene que haber un señor enterado de esa materia que debe desarrollar. ¿Sabía mucho de Urbanismo Gómez de Celis? Lo mismo que yo del desarrollo del camaleón en los enebrales de Punta Umbría. Es decir, nada. Y lo mismo en Cultura, en Deportes, en Viviendas...
    ¿Era necesario quitar la estructura que sirvió para la celebración de la Copa Davis? Creo, que ya que se hizo, para un estadio infrautilizado, debería haberse quedado para siempre. El delegado de esta materia, si fuese un profesional, es el que tendría que haber buscado realizaciones constantes para que el superestadio no se caiga a trozos, como va a pasar. Cada vez que voy a Valencina a ver a mi hija, pienso que qué pena de derroche.
    No debo dudar de la honestidad de nadie. ¿Pero no da la sensación de que muchos se lo están llevando calentito?

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