domingo, 23 de mayo de 2010

CANCIONES POR NUESTRAS VIDAS: UN HOMENAJE A RAQUEL MELLER

Aunque ya significamos la tremenda importancia de Francisca Marqués López, "Raquel Meller", como excelsa protagonista en el mundo del cuplé, con piezas tan inolvidables como "El relicario", "La violetera", "Flor de té", "Agua que no has de beber" o "Mala entraña", más todas la que irán apareciendo por estos recuerdos de nuestro amplio cancionero, asi como su amplísima filmografía, hoy quiero dejar constancia de las opiniones que sobre ella vertieron en un número de la revista "La canción popular", en 1922, algunos de nuestros más grandes poetas y escritores de la época.

Uno de los más hermosos piropos que le pudieron decir, se lo dijo el dramaturgo compostelano Manuel Linares Rivas: "Cuando el arte tenga una estatua, la estatua se parecerá a Raquel Meller".

El escritor, dramaturgo y empresario teatral, Gregorio Martínez Sierra, se pregunta qué era, quién era la artista: "¿Raquel Meller? Emperatriz de la expresión, agua que vive, fuego que enciende, ¿genio consciente, o inconsciencia genial?; ¿quién sabe y qué importa? El huracán mueve los altos olmos; ¿acaso es voluntaria la perfección de majestad con que las ramas se doblan, se retuercen, azotan el aire?; ¿acaso es consciente el poderoso y músico resonar de sus copas?; ¿tal vez el huracán sabe de dónde viene o ha querido venir? Sin embargo, ¡oh belleza resultante total y suficiente de lo que suponemos inconsciencia! ¡Oh mujer maravilla cierta, sigue tu camino de inspirada o iluminada! Tu arte o tu fuerza suscitan en nosotros, alma y cuerpo, las tormentas del goce indudables, y por ello te somos perdurables agradecidos y eternos deudores".

Jacinto Benavente, nuestro gran dramaturgo y Premio Nobel de Literatura en 1922, también se preguntaba por la artista aragonesa: "El arte de Raquel me sugiere siempre la misma pregunta: ¿Dónde habrá aprendido este ángel tanta diablura?".

La madrileña María Guerrero, la gran estrella de la escena teatral española, abuela paterna de Fernando Fernán Gómez, sabiendo de sus cualidades dramáticas, se quejaba de que se hubiese dedicado a la canción en vez de a la escena, para la que ella intuía que poseía una buena madera: "¡Raquel Meller! La fuerza enorme de expresión de sus ojos interesa y atrae desde el primer momento. ¡Qué estupenda actriz se ha perdido con esta moda de el cuplé en España!

En el mismo sentido se reafirma el actor malagueño Emilio Thuiller, cuando dice: "¿Raquel Meller? Ese nombre lo dice todo: distinción, buen decir... Es la más refinada de las artistas. ¡Qué gran actriz hubiese sido de dedicarse a hacer comedias".

El gran actor murciano, Fernando Díaz de Mendoza, esposo de María Guerrero, la considera en su comentario como una artista nata en cualquier género: "Los profanos no podemos precisar en qué se afirma su eficacia, pero nos sentimos esclavos en seguida. Si fuese posible sustraerse al medio, dijérase que era una marquesita del siglo XVIII que lucía su talento ante la Corte. Viéndola, oyéndola, se olvida el género de su arte. Es sólo una gran artista de un arte suyo, exclusivo, único".

El escritor cordobés, Cristóbal de Castro, dejó en su homenaje una dedicatoria hermosa. "Para Raquel, gracia morena,/ risa es primor, llanto es primor...;/ cuando Raquel sale a la escena/ ríe el Amor, llora el Amor..."; y también nuestro sevillano Manuel Machado la requebraba de esta forma: "Esta Raquel, por su "aquel",/ por su genio y por su sal,/ ha hecho el nombre de "Raquel"/ una vez más inmortal".

El montillano José María Carretero Novillo, más conocido por el seudónimo de "El Caballero Audaz", nos hacía de ella un retrato breve pero ciertamente maravilloso, una joya para la prensa de aquellos días que aún sigue siendo un diamante literario para la nuestra: "Raquel Meller... Una gracia pueril de colegiala y un guiño picaresco de midinnette; olor a los clavo de los rojos claveles de España y sutil fragancia de rosa Pompadour; un rostro de educanda del Sacre Coeur y un corazón vibrante de las más plenas feminidades... Raquel Meller..., la gracia estética, fina y dúctil "del alma encantadora de París", y el apasionamiento desgarrado y bravío de la manola... Raquel Meller..., ingénua y perversa, mística y frívola; alma de mujer que es el Alma de la Mujer, única y sola, total, cosmopolita, como la fémina cantada por el divino Rubén..."

También el escritor barcelonés, Manuel Bueno Bengoechea, quiso fijarla en las escasas líneas de un recuerdo: "Raquel Meller es la maga lírica de nuestra escena. El encanto de su voz supera en poder sugestivo a todas las músicas. Ella evoca, con una gracia sentimental que subyuga, nuestros amores truncados y nuestras ilusiones perdidas, las horas de pasi´`on y de dolor, de ensuelo y de nostalgia, por que ha pasado nuestro corazón. Cuando canta Raquel, nuestros más escondidos recuerdos se ponen de pie y volvemos a vivir las viejas y semiolvidadas historias que nos hicieron en otro tiempo felices y desgraciados alternativamente".

El poeta Lorenzo Roldán, pone cierre a este homenaje merecido que hemos querido dedicar en nuestras paginas a la gran "Raquel Meller", a esa mujer nacida en el seno de una familia económicamente débil y con grandes problemas y ausencias familiares. Desde su modesto debut en el pequeño salón barcelonés de "La Gran Peña", en 1908, hasta llegar a ser la más grande de toda la historia del cuplé, no siempre su camino fue de rosas. Se lo trabajó a lo grande y acabó con todas las que tenía a su lado en una carrera difícil hasta el éxito. En ella todo se reunía, todo se conjuntaba, todo se armonizaba... Hasta el mismo rey Alfonso XIII, tan putañero y noctámbulo, no podía con ella cuando esta gran artista demostraba su genio: "Cuando te sale la maña que llevas dentro, eres imposible".

Además de su arte, que seduce y encanta,
y su intensa mirada que, amorosa, fascina,
tiene aire picaresco de artista parisina
e ingenuidad de niña con carita de santa.

Con tal dulzura entona las canciones que canta,
y da a sus creaciones gracia tan femenina,
que la frase más fuerte, en su voz cristalina,
inocentona y suave brota de su garganta.

Yo no sé si la he visto vestida de pastora en un valle,
o alegrando la escena con su gracia española,
o con mantón de flecos por madrileña calle,

o si fue en un convento de tierra burgalesa;
o si la ví una tarde vestida de manola,
camino de los toros, en clásica calesa.

¡Francisca Marqués López, la gran "Raquel Meller", la reina indiscutible del cuplé!


(En la fotografía, Raquel Meller)

4 comentarios:

  1. Una bella musa, si es que todas las musas no son bellas... Por cierto, Emilio, creo que se casó con Gómez Carrillo, escritor sudamericano muy popular en España. En este caso tampoco fue un torero el enredado en coplas...

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  2. Efectivamente, Raquel Meller se casó en Biarritz en 1919 con el escritor guatemalteco Enrique Gómez Tible, que una vez en España cambió su segundo apellido por el de Carrillo por aquello de las bromas en la unión de sus dos apellidos "Gómeztible", convertido en "Comestible" por todo el mundo. El matrimonio no llegó a durar ni tres años, ya que se separaron a inicios de 1922. Enrique Gómez Carrillo, un gran escritor, viajero, un hombre cultísimo, y miembro de la Real Academia, murió en 1927, no asistiendo Raquel a su entierro.

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  3. Interesante historia la de este amor roto, por lo que dices y por lo que puede intuirse... Lo de "Comestible" tiene su gracia.

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  4. Emilio Jiménez Díaz24 de mayo de 2010, 0:44

    Todos sabemos, aparte de en los escenarios, de dónde sacaban sus grandes fortunas estas mujeres en aquellos años. Eran punto fijo de reyes, aristócratas, ricos comerciantes y políticos. Y no es que se convirtieran en sus amantes -que muchas sí-, pero se aprovechaban de la ocasión. No me imagino a un gran escritor y hombre cultísimo, como Gómez Carrillo, casado con una mujer como Raquel. Tenían que ser totalmente incompatibles. De estas cosas supe mucho a través de mi gran amiga Pilar López.

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