EL ARENERO
Uno nació del río y por su arena
y otro en la vega de hornos y de alfares
y, mientras faenaban, los cantares
les ofrecía Triana en su patena.
El venenillo entraba en cada vena
el néctar de las dulces soleares
y hasta puso el altar de los altares
cuando abrían sus labios de azucena.
Maestros de los aires alfareros,
cuántas noches de cantes sin dineros
para pagar tal gloria, y tan completa...
Silencio y religión por El Zurraque,
que ni un murmullo al aire se destaque
cuando Antonio nos canta y llora El Teta.
Uno nació del río y por su arena
y otro en la vega de hornos y de alfares
y, mientras faenaban, los cantares
les ofrecía Triana en su patena.
El venenillo entraba en cada vena
el néctar de las dulces soleares
y hasta puso el altar de los altares
cuando abrían sus labios de azucena.
Maestros de los aires alfareros,
cuántas noches de cantes sin dineros
para pagar tal gloria, y tan completa...
Silencio y religión por El Zurraque,
que ni un murmullo al aire se destaque
cuando Antonio nos canta y llora El Teta.
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