(Dos grandes artistas: Emilia Jandra y Manolo Domínguez)
Por su marcado interés, porque la verdad tiene que saberse, porque es necesario de que todos sepamos las injusticias que se cometen en nuestro país, donde todo lo que se hace es propaganda, cuando la acción nunca llega, hoy dejo la visión "DESDE MI TORRE" a María del Carmen de las Casas, nombre y voz conocidos en toda Sevilla, no sólo por ser profesional de la COPE durante toda su vida laboral, la voz televisiva del programa "Arriate" de Canal Sur, la de miles de anuncios, retransmisiones, doblajes de películas y acompañante en cientos de programas culturales a lo largo y ancho de nuestra geografía. Voz que sabe callar, pero que tiene el derecho, el uso y la necesidad de no hacerlo cuando las injusticias claman.
"Soy Mari Carmen de las Casas y todavía estoy en carne viva después de pasar con todos vosotros la inolvidable mañana de ayer en la que nos costaba digerir lo que había pasado: que Emilia no esté ya entre nosotros ni volvamos a escuchar su voz ni sentir su calorcito entrañable.
Pero ayer, aparte del dolor, me embargaba un sentimiento de rabia y de impotencia al compartir con Juanelo la experiencia vivida en Madrid en esos últimos 17 días de Emilia en la UCI, en los que él, como familiar directo y acompañante, no ha recibido ningún tipo de asistencia por parte de los Servicios Sociales. Ni los del Hospital, ni los de la Comunidad de Madrid, ni tampoco por parte de la Junta de Andalucía. No puedo entender cómo se pregona triunfalmente por parte de los políticos el buen funcionamiento de sus Consejerías, llenas de consejeros, asesores de los consejeros, secretarios, subsecretarios, directores generales, directores de servicios, etc, etc, etc, y cuando llega el momento de atender a un familiar que se encuentra fuera de su lugar de residencia, solo, desprotegido, sin nadie cercano con quien compartir la soledad del dolor -que es la mayor soledad-, se le abandone a su suerte y no se le proporcione un techo, una ducha, un bocadillo..., lo más básico, en fin, para la supervivencia.
Ni los servicios sociales de la Comunidad de Madrid -único lugar donde Emilia podía ser atendida-, ni los de la Junta de Andalucía atendieron las peticiones de Juan, y Juan se ha pasado 17 días sentado en una silla y aprovechando algunos momentos de la noche para echarse en algún pasillo del hospital siempre temiendo que vinieran los de Seguridad diciéndole: -"Usted no puede estar aquí". Esto es inhumano, además de tercermundista. ¿Y estamos en Europa? ¿Dónde la solidaridad, ya que casi es "pecado" hablar de caridad? ¿Dónde los hombres, como cantaba el poeta?
Ahí queda la denuncia para que sea atendida por "quien corresponda", y para que a otras personas en las mismas circunstancias de Juanelo y de sus hijos, que también han pasado por el mismo calvario, no se vuelva a repetir. ¡Señores políticos, menos palabrería vana y más acciones!
Y ahora os quiero hablar de Emilia, mi queridísima Emilia, la única, porque de personas como ella sí que se rompió el molde, aun quedando mucho de ella en sus hijos Virginia, José Juan y Toñi. Ella era la dulzura, la Bondad -con mayúsculas-, entendiéndola como su inclinación natural a hacer el bien. Las últimas palabras a su marido al entrar en quirófano fueron: -"Juan, come", actividad que no seduce demasiado a Juanelo. Siempre estuvo enamorada de la vida, a pesar de todas las dificultades por las que tuvo que pasar desde su infancia. Pero a ella no le arredraban las dificultades y tenía recursos: los que le proporcionaba su gran fuerza interior. ¿De dónde la sacabas, Emilia? ¿Cómo eras capaz de afrontar los momentos duros con una sonrisa, esa sonrisa y esa mirada con las que nos estás abrazando a todos desde arriba?
Yo siento tu abrazo Emilia, y oigo tu voz cálida contestando a mi pregunta. -¿Y tú cómo estás, Emilia? -Yo bien, "zangre". -¿De verdad? -Claro que sí, corazón, que no quiero que te disgustes por mí. -Yo no me disgusto, Emilia, pero quiero saber la verdad. -Bueno, me tienen que operar ya. Dicen los médicos que no se puede esperar más, pero hay muchas esperanzas porque no se explican cómo puedo cantar todavía con lo perjudicados que están los pulmones... -Pues verás como todo va a salir bien, Emilia, tú vas a responder divinamente. -Claro que sí, "zangre".
Esta conversación, la última, fue la pasada Navidad. Y me despedí diciéndole: -"Tenme al tanto de todo". Y he estado al tanto a través de José Juan, su hijo, y me he alimentado de la esperanza de que todo iba a salir bien hasta el final. Final que ha llegado, aunque no era el deseado. Pero siempre nos quedará su recuerdo maravilloso. Todas las personas que tuvieron la suerte de conocerla, agradecerán el que haya pasado por sus vidas. Aunque lo haya hecho de puntillas, habrá dejado huella. En mí, de momento, has dejado una herida que todavía está en carne viva, pero estoy segura que tú me irás enviando el bálsamo para que vaya cicatrizando, y al final lo que me quedará será tu recuerdo dulcísimo para siempre."
"Soy Mari Carmen de las Casas y todavía estoy en carne viva después de pasar con todos vosotros la inolvidable mañana de ayer en la que nos costaba digerir lo que había pasado: que Emilia no esté ya entre nosotros ni volvamos a escuchar su voz ni sentir su calorcito entrañable.
Pero ayer, aparte del dolor, me embargaba un sentimiento de rabia y de impotencia al compartir con Juanelo la experiencia vivida en Madrid en esos últimos 17 días de Emilia en la UCI, en los que él, como familiar directo y acompañante, no ha recibido ningún tipo de asistencia por parte de los Servicios Sociales. Ni los del Hospital, ni los de la Comunidad de Madrid, ni tampoco por parte de la Junta de Andalucía. No puedo entender cómo se pregona triunfalmente por parte de los políticos el buen funcionamiento de sus Consejerías, llenas de consejeros, asesores de los consejeros, secretarios, subsecretarios, directores generales, directores de servicios, etc, etc, etc, y cuando llega el momento de atender a un familiar que se encuentra fuera de su lugar de residencia, solo, desprotegido, sin nadie cercano con quien compartir la soledad del dolor -que es la mayor soledad-, se le abandone a su suerte y no se le proporcione un techo, una ducha, un bocadillo..., lo más básico, en fin, para la supervivencia.
Ni los servicios sociales de la Comunidad de Madrid -único lugar donde Emilia podía ser atendida-, ni los de la Junta de Andalucía atendieron las peticiones de Juan, y Juan se ha pasado 17 días sentado en una silla y aprovechando algunos momentos de la noche para echarse en algún pasillo del hospital siempre temiendo que vinieran los de Seguridad diciéndole: -"Usted no puede estar aquí". Esto es inhumano, además de tercermundista. ¿Y estamos en Europa? ¿Dónde la solidaridad, ya que casi es "pecado" hablar de caridad? ¿Dónde los hombres, como cantaba el poeta?
Ahí queda la denuncia para que sea atendida por "quien corresponda", y para que a otras personas en las mismas circunstancias de Juanelo y de sus hijos, que también han pasado por el mismo calvario, no se vuelva a repetir. ¡Señores políticos, menos palabrería vana y más acciones!
Y ahora os quiero hablar de Emilia, mi queridísima Emilia, la única, porque de personas como ella sí que se rompió el molde, aun quedando mucho de ella en sus hijos Virginia, José Juan y Toñi. Ella era la dulzura, la Bondad -con mayúsculas-, entendiéndola como su inclinación natural a hacer el bien. Las últimas palabras a su marido al entrar en quirófano fueron: -"Juan, come", actividad que no seduce demasiado a Juanelo. Siempre estuvo enamorada de la vida, a pesar de todas las dificultades por las que tuvo que pasar desde su infancia. Pero a ella no le arredraban las dificultades y tenía recursos: los que le proporcionaba su gran fuerza interior. ¿De dónde la sacabas, Emilia? ¿Cómo eras capaz de afrontar los momentos duros con una sonrisa, esa sonrisa y esa mirada con las que nos estás abrazando a todos desde arriba?
Yo siento tu abrazo Emilia, y oigo tu voz cálida contestando a mi pregunta. -¿Y tú cómo estás, Emilia? -Yo bien, "zangre". -¿De verdad? -Claro que sí, corazón, que no quiero que te disgustes por mí. -Yo no me disgusto, Emilia, pero quiero saber la verdad. -Bueno, me tienen que operar ya. Dicen los médicos que no se puede esperar más, pero hay muchas esperanzas porque no se explican cómo puedo cantar todavía con lo perjudicados que están los pulmones... -Pues verás como todo va a salir bien, Emilia, tú vas a responder divinamente. -Claro que sí, "zangre".
Esta conversación, la última, fue la pasada Navidad. Y me despedí diciéndole: -"Tenme al tanto de todo". Y he estado al tanto a través de José Juan, su hijo, y me he alimentado de la esperanza de que todo iba a salir bien hasta el final. Final que ha llegado, aunque no era el deseado. Pero siempre nos quedará su recuerdo maravilloso. Todas las personas que tuvieron la suerte de conocerla, agradecerán el que haya pasado por sus vidas. Aunque lo haya hecho de puntillas, habrá dejado huella. En mí, de momento, has dejado una herida que todavía está en carne viva, pero estoy segura que tú me irás enviando el bálsamo para que vaya cicatrizando, y al final lo que me quedará será tu recuerdo dulcísimo para siempre."
Es terrible lo que nos está pasando a los seres humanos, si es que aún lo somos completamente. Cómo es posible no revelarse contra quienes tienen la culpa de que la decadencia moral nos esté llevando, como borregos, al precipicio. ¡Algo habrá que hacer, y de manera urgente! El testimonio de María del Carmen de las Casas respecto al caso de nuestra querida Emilia te deja el ánimo como una aljofifa. Y es lo que vamos pareciendo ya. Recuerdo a un vecino que, de vez en vez, gritaba en medio del patio de vecinos..."¡Hasta cuándo!", refiriéndose al régimen de Franco. ¿Hasta cuando, Emilio...?
ResponderEliminarEs incomprensible lo que le ha pasado a Juanelo en Madrid. Los servicios sociales de la Comunidad lo reenviaban a la Junta de Andalucía y aquí no se le tomaba en cuenta. Se devolvían la pelota. En el PSOE, no es nada nuevo, todo es propagando: las ayudas, etc. Venden humo. Cuando llega la hora te encuentras tan solo como él. ¿De pena!
ResponderEliminar