miércoles, 3 de marzo de 2010

RINCÓN COFRADE TRIANERO: MADRE Y SEÑORA DE LAS CIGARRERAS

LA VIRGEN DE LA VICTORIA SALIENDO DE LA FÁBRICA DE TABACOS

Esperará Triana hasta el Jueves Santo, cuando todas las mocitas abran sus arcas buscando sus mantillas y las calles trianeras se conviertan en caminos de blondas para visitar los Sagrarios. Por la tarde, orillas de San Telmo, esperarán a su Madre andarría de La Victoria. Si mucho tuvo que andar esta antigua hermandad desde su fundación en San Benito, pasando por el monasterio de la Santísima Trinidad, la Antigua y los Siete Dolores, San Francisco de Paula, San Miguel, Los Terceros, San Andrés, San Pedro, Omnium Sanctorum, Santiago, Santa Catalina y la Real Fábrica de Tabacos, hoy los trianeros estamos orgullosos de su presencia en nuestro arrabal, porque le hacía falta a Triana, en la horizontal más sureña de nuestro río, una espadaña de fe en el símbolo de Cristo atado y azotado por confesar que es Rey, y el amor de María victoriosa.

A Ella: María de la Victoria, la Victoria de María, Victoria Dolorosa o Victoria Cigarrera, a la que adornaron las mágicas inspiraciones musicales de López Farfán, Francisco Barril, Font de Anta y José Velázquez, y ante la que se postró de rodillas, hace 106 años, el rey Alfonso XIII, y se han rendido los ángeles y arcángeles del cielo sevillano, Triana le ha puesto una orilla en la que retratar su cabeza inclinada, sábalos de plata que danzan y saltan para alegrar el llanto de sus seis lágrimas de perlas, juncos de cristales para adornar su belleza y cientos de duendecillos morenos del Monte Pirolo y del Puerto Camaronero para que le canten hosamnas y aleluyas por bulerías.

Y Madre Victoria, 45 años ya en el corazón de Triana y de los trianeros, sonreirá feliz cuando en la alta tarde el río confunda su sabor salobre con el de los altos mirabeles y albahacas rodeados de incienso; cuando las palmas se mezclen con las notas del himno nacional; cuando ya por fin de vuelta a casa, después de tanto y tanto caminar por capillas y altares de Sevilla, se sienta orgullosa de agradecimiento y diga que bendita la hora en que Triana la acogió en su seno como Madre y Señora de las Cigarreras.

No cabe suerte mayor
ni existe más laureada
que verte, Señora, anclada
en esta orilla de amor.
Ya con nostros tu flor,
tu rosa de la mañana,
tu jazmín por la ventana
de este hulmide caserío
y tu nombre junto al río
en la orilla de Triana.


(EMILIO JIMÉNEZ DÍAZ)

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