Vaya por delante que a estas alturas de la vida, con una hermandad que cuenta con casi seis siglos a sus espaldas y, después de haberlo demostrado en esta historia casi todo, lo que menos necesita la Esperanza de Triana es una "medalla de la ciudad".
Ahora bien, reconozco que es un anhelo de la hermandad y buena parte del barrio desde hace muchos, muchos años, por ello veo de justicia la decisión de que el Ayuntamiento en pleno, y por unanimidad, adoptó no hace ni una semana.
La concesión de la Medalla de la Ciudad, "la original", es un desagravio a la polémica suscitada hace 25 años cuando un reglamento -que después se saltó con el Gran Poder- impedía a la Esperanza de Triana ser distinguida con la misma.
Cuando han pasado 25 años de esta injusticia, el barrio, que nunca persistió en su intento de reivindicar lo que creyó meritorio, se topa con una decisión que el consistorio adopta tras la propuesta del alcalde.
Muchos ven un intento electoralista del partido que respalda el primer edil en un barrio que se ha levantado en contra del consistorio en los últimos meses en sonadas ocasiones. Sea como fuere, consta en la decisión adoptada en pleno que la medalla no es la distinción de ningún grupo político, sino el reconocimiento expreso de la ciudad cuyos representantes se sientan en el Salón Colón del Ayuntamiento.
Lo que me ha extrañado profundamente es que el acuerdo plenario aprobado sea el de conceder la medalla durante "los días de Semana Santa". Desconozco si en el resto de ocasiones que se le concede una medalla a alguna institución o persona se fija en el acuerdo el día y la forma en la que se le deba entregar sin contar con la opinión de la hermandad.
En esta ocasión me consta que la corporación, por prudencia, aceptará el presente sin más debate, pero no contar con ella para ver cuándo, cómo y dónde le gustaría recibir ese regalo que le hace la ciudad, me parece que es el segundo dardo envenenado que recibe en 25 años.
Un cuarto de siglo esperando y ahora el asunto se quiere despachar en dos semanas. No y mil veces no. El alcalde ya ha comentado que podría serle entregada la medalla cuando la Esperanza de Triana pase por los palcos, y aprovechen los hermanos en la Catedral para imponérsela.
Es curioso cómo la medalla que le concedieron a Peregil tuvo más ceremonial que la que se le quiere poner ahora a la Esperanza de Triana. Al cantaor más que a la cantada.
No entiendo que los acuerdos plenarios se salten cada dos por tres, que los grandes proyectos de la ciudad se retrasen años como tónica general y, ahora, después de 25 años esperando, quieran despachar este asunto en dos semanas. No comparto que el protocolo del acto se defina de forma unilateral. Lo que tenía visos de una fiesta y un agradecimiento expreso al que lo ha propuesto, está a punto de convertirse en un agravio para el barrio. Y todo por las prisas... ¡Ni que el alcalde fuera a dejar mañana el cargo!
(JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ BENÍTEZ)
Ahora bien, reconozco que es un anhelo de la hermandad y buena parte del barrio desde hace muchos, muchos años, por ello veo de justicia la decisión de que el Ayuntamiento en pleno, y por unanimidad, adoptó no hace ni una semana.
La concesión de la Medalla de la Ciudad, "la original", es un desagravio a la polémica suscitada hace 25 años cuando un reglamento -que después se saltó con el Gran Poder- impedía a la Esperanza de Triana ser distinguida con la misma.
Cuando han pasado 25 años de esta injusticia, el barrio, que nunca persistió en su intento de reivindicar lo que creyó meritorio, se topa con una decisión que el consistorio adopta tras la propuesta del alcalde.
Muchos ven un intento electoralista del partido que respalda el primer edil en un barrio que se ha levantado en contra del consistorio en los últimos meses en sonadas ocasiones. Sea como fuere, consta en la decisión adoptada en pleno que la medalla no es la distinción de ningún grupo político, sino el reconocimiento expreso de la ciudad cuyos representantes se sientan en el Salón Colón del Ayuntamiento.
Lo que me ha extrañado profundamente es que el acuerdo plenario aprobado sea el de conceder la medalla durante "los días de Semana Santa". Desconozco si en el resto de ocasiones que se le concede una medalla a alguna institución o persona se fija en el acuerdo el día y la forma en la que se le deba entregar sin contar con la opinión de la hermandad.
En esta ocasión me consta que la corporación, por prudencia, aceptará el presente sin más debate, pero no contar con ella para ver cuándo, cómo y dónde le gustaría recibir ese regalo que le hace la ciudad, me parece que es el segundo dardo envenenado que recibe en 25 años.
Un cuarto de siglo esperando y ahora el asunto se quiere despachar en dos semanas. No y mil veces no. El alcalde ya ha comentado que podría serle entregada la medalla cuando la Esperanza de Triana pase por los palcos, y aprovechen los hermanos en la Catedral para imponérsela.
Es curioso cómo la medalla que le concedieron a Peregil tuvo más ceremonial que la que se le quiere poner ahora a la Esperanza de Triana. Al cantaor más que a la cantada.
No entiendo que los acuerdos plenarios se salten cada dos por tres, que los grandes proyectos de la ciudad se retrasen años como tónica general y, ahora, después de 25 años esperando, quieran despachar este asunto en dos semanas. No comparto que el protocolo del acto se defina de forma unilateral. Lo que tenía visos de una fiesta y un agradecimiento expreso al que lo ha propuesto, está a punto de convertirse en un agravio para el barrio. Y todo por las prisas... ¡Ni que el alcalde fuera a dejar mañana el cargo!
(JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ BENÍTEZ)
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