
Raya en el pelo de azabache puro,
en su mano el cigarro como amigo,
un terno gris, cruzado cual abrigo,
y ojos negros que citan a un conjuro.
Su sonrisa quizás sea fuerte muro,
un sabio terraplén, o un fiel testigo
por mejor apartar al enemigo
cuando llega el momento de un apuro.
No fue Gracia alzada en pedestales,
y la atacaron fuertes temporales,
el frío del olvido que te hiela...
Cuando murió, muy lejos de Triana,
en el río bogaba esa mañana
una barquilla sin timón ni vela.
... y no tiene una calle en Triana, sólo aquella placa que pusimos en la fachada del Hotel Triana en tiempo de Alberto Jiménez-Becerril. Nuestra Asociación ha de dedicarle un homenaje-recuerdo a quien fue una de las voces más importantes de la copla y el cante, hoy completamente olvidada por los flamencólogos, críticos y otras especies afines que escriben en los periódicos...
ResponderEliminarPara mí fue más una cantaora flamenca que de la canción. Su discografía así lo demuestra. Mi padre, que llegó a escribirle alguna que otra composición, la admiraba mucho.
ResponderEliminarMuchas gracias por este soneto en homenaje a Gracia de Triana, somos muchos los que luchamos por rescatarla de un olvido injustificado.
ResponderEliminarSiempre que me la nombran me acuerdo de aquella letrilla hermosa que cantaba. Hay que rescatar a Gracia de Triana de ese injusto olvido.
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