sábado, 20 de febrero de 2010

RINCÓN COFRADE TRIANERO: MADRE DE DIOS DEL ROSARIO

Los grandes equipos preparan a sus plantillas para hacer rentables a unos niños para el día de mañana en los inmensos campos de fútbol. Se preparan y piensan para encarar la portería contraria y meter el gran gol de su vida, para lograr la estima, la fama, el dinero y el poder..., pero eso es el fútbol.

Ésto es otra cosa. Estos niños trianeros, con poco más de un metro y pocos kilos de peso, los justos para su fe, se entrenan, pero de verdad, llevando el peso en el frágil morrillo, con el costal como única compañía, para levantar a Cristo o a su Madre bajo las anónimas trabajaderas, aguantando el peso con valor, con emoción y con la sonrisa de quien, además, se siente agradecido..., pero esto es Triana.

Ellos no sueñan con ser porteros, ni defensas, ni delanteros, ansían que un día el capataz los meta debajo de las trabajaderas, que crezcan sus cualidades y, si empezaron como corrientes, llegar a ir escalando, poco a poco, con fuerza y corazón, las posiciones de costeros, fiadores y pateros.

Hoy se emocionan, temblándoles los pulsos, sacar a su Virgen Chica por la puerta alfonsina de Santa Ana y responden al capataz con la energía vigorosa de quienes saben que llevan sobre sus hombros a la Madre de Dios. Mañana quisieran ser los mejores pateros del Cachorro, del de las Tres Caídas..., cuadrilleros de San Gonzalo, de la Esperanza, de la Estrella..., racheadores del Nazareno, mecedores de la O, de La Cigarrera..., o llevar algún timón de esas naves con los ojos avizores y a golpes de llamador...

Crecieron bajo el amparo y protección de Madre de Dios del Rosario, la preciosa Virgen que habita en Santa Ana y que es Patrona de este gremio desde 1955. Hoy recuerdan aquella primera vez que calzaron las alpargatas de esparto, se ciñeron la faja y se apretaron el costal para llevar a su "Niña". Y cuando dan la levantá grande en La Campana para que aplauda Sevilla cómo andan los pasos trianeros, desde el anonimato de las trabajaderas se les caerá una lágrima de emocionado gozo, y pensarán en aquellos primitivos costaleros comunistas del muelle, y en aquella escuela única de Madre del Dios del Rosario en la que ellos aprendieron para enseñarle al mundo entero que, en saber llevar los pasos, Triana es punto y aparte.

(EMILIO JIMÉNEZ DÍAZ)

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