miércoles, 26 de septiembre de 2018

DESDE MI TORRE: DE VUELTA AL CURRELO


Se iniciaron las clases de párvulos casi en la primera semana del mes. Los institutos abrieron sus puertas el pasado 17 -aunque ignoro si hay comunidades que inician sus cursos en otras fechas-. Algunas universidades de todas las siglas -para el chaparrón que les está cayendo-, si no abren, mejor. Volvieron a la normalidad tras las vacaciones de verano los vendedores, jefes y personal de servicio de los grandes almacenes, los pymes, los albañiles volvieron a los andamios y a las zanjas, los parados a las larguísimas colas del INEM, los pedigüeños a sus esquinas, los curas a sus misas. Para volver, volvió hasta la calor asfixiante cual si estuviésemos malditos por un cambio climático en el que no creen los principales gobernantes del mundo: esos golfos que son los amos de nuestras parcas retribuciones, los que envenenan nuestras comidas de usos cotidianos, los que nos controlan y vigilan a través de satélites muy sofisticados, los que hacen posible que más de un cuarto de la Humanidad muera de hambre, de sed, y de enfermedades imposibles de erradicar que, en días no muy lejanos, se volverán en contra de todos los humanos mientras ellos se pegarán la vida padre en bunkers de lujo. ¡Pero qué triste quedarse solos en este mundo que se han cargado acaparando lo que jamás van a disfrutar con su avaricia!

Pues bien, dejemos de filosofar de un futuro que cada día nos amanece más corto, y centrémonos un poco en el diario batallar de nuestro país, en el que cada día se representa una comedia vergonzosa de la que son artistas consagrados los principales responsables de salvarnos en esta difícil partida de ajedrez que todos van a perder, nosotros los primeros.

Aquí el pueblo español es lo de menos, no importa, aunque a ellos se les llenan sus bocas cuando se acercan las elecciones. Ahora están en la refriega de las cloacas del Poder: que si los masters regalados; que si los doctorados plagiados; que si las conversaciones amenazantes de un antiguo Comisario que tiene tan en vilo a España que puede derrocar a la Corona; que si la Justicia tiene menos crédito que un pordiosero en cualquier banco; que si Sánchez debe dimitir porque ha llegado a ser Presidente por medio de una moción de censura, aunque esté contemplada en la Constitución; que si Ana Pastor admite preguntas que no están en el orden del día; que sí, que sí, que no, que no, que a La Parrala le gusta el vino, como cantaba La Piquer en sus años gloriosos...; que si la Montón, la ministra Delgado, Pedro Duque en los últimos latidos..., todo menos trabajar por el país al que dicen representar.

¿Pero cuándo, en sus planes, en el de todas las fuerzas políticas, derogar la Ley Mordaza; para cuándo la anulación de la reforma laboral que hizo el PP; cuando el cumplimiento de la ley de transparencia, la equiparación de las pensiones con el IPC, la ley de dependencia...? No les interesa a ninguno de los partidos que se reparten la tarta de nuestros obligados impuestos. Ya es hora de la anulación de un Senado que no sirve para nada; el de convocar un referéndum para que el pueblo se decline libremente en las urnas si quiere o no quiere Monarquía -doble en nuestro caso-; el de suprimir de una vez todos los aforamientos; el de reglar con penas de cárcel e inhabilitaciones de por vida a todos los corruptos. Y es hora de que todos los políticos cumplan las leyes a rajatabla y con su ejemplaridad, las hagan cumplir a los ciudadanos.

No podemos vivir en un país en el que los ricos han crecido como hongos mientras que muchos millones de su población se encuentran en exclusión social, muchas familias no tienen para comer y cientos de miles de niños se alimentan de la caridad. No se puede vivir en una España en la que también crecen los hospitales privados en un 80%, mientras que en la seguridad social pública hay que esperar un mínimo de 6 meses -si es que te citan, que esa es otra, dicho por las propias enfermeras- para recibir la atención debida a un problema grave. Estoy hablando en general, pero en Andalucía, a la cola de todos los problemas, se agravan todos los baremos mientras que a nuestra Presidenta se le hace la boca agua  enarbolando siempre su gran amor por la tierra a la que representa.

Los políticos ya llegan tarde a clase. Llevan semanas vergonzosas tirándose a la cara la mierda de sus mezquindades. Y todos nosotros aguantando, esperando a que estos vagos de solemnidad inicien el curso, aprueben leyes en favor del pueblo y se impliquen en sus muchos problemas.

Siempre, y ustedes lo saben, he abogado por el voto en blanco. Un voto en blanco que sirva y sume como el que más para rebajar la nómina de diputados que, en muchas ocasiones, ni asisten al Congreso, a su trabajo, a su chollo, a lo que debería ser su responsabilidad. Pero les da miedo de que el voto en blanco valga, tienen terror a la reforma de la ley electoral, y auténtico pánico cuando hasta los propios viejos -ignorados desde hace muchas décadas- aspiran a acercarse a las puertas del Congreso para reclamar sus derechos. ¡País!

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