LAS JOYAS
Allí estaba desnuda, conforme a mi apetencia,
llevando encima sólo sus alhajas sonoras,
y tan rico aderezo le daba la apariencia
triunfadora y fatal de las esclavas moras.
Cuando emite al danzar su chasquido burlón,
ese mundo de piedras y metal confundidos
me lleva hasta el arrobo, pues amo con pasión
aquello en que la luz se mezcla a los sonidos.
Sus labios sonreían y se dejaba amar
echada en el diván, con el rostro inclinado
hacia ese amor profundo, tan fuerte como el mar,
que subía hacia ella, como a su acantilado.
Sus brazos y sus piernas, sus muslos, sus caderas,
suaves como el aceite, como un cisne ondulante
adoptaban posturas que usan las bayaderas
para excitar mejor miradas expectantes.
La lámpara brindaba sus postreros fulgores,
los leños reflejaban su luz en cada esquina,
e imprimían sus chispas fugaces resplandores,
como huellas sangrientas, en su piel ambarina.
Charles Baudelaire
"Las Flores del Mal"
1857
No hay comentarios:
Publicar un comentario