DESDE MI TORRE: QUE SIGA LA CADENA

Por fin, el personal se está dando cuenta de que la jueza Alaya no se para ni con amenazas de la Junta ni con descalificaciones. Por fin, Andalucía esta observando -ya era hora- de que el que la hace la paga. Hoy, como andaluz,  me siento orgulloso de que este señor, presuntamente culpable de varios delitos, entre ellos el de haber concedido libremente cerca de novecientas ayudas injustas a conocidos y familiares, amiguetes y otras especies, vaya a la cárcel. En sus declaraciones, ha querido arrastrar en su caída libre a varias de las cabezas más importantes del gobierno andaluz. Me imagino que esta misma jueza va a actuar en consecuencia y llegará hasta dar con el punto final del tenebroso hilo. Lo que ha pasado en Andalucía en los últimos años no tiene justificación alguna, pero sí nombres y apellidos. El primer, o el último, eslabón de la cadena ya está entre rejas, y ahora estarán temblando los que sabían o permitieron sus desvergüenzas. ¡Bien merecido lo tienen!

Me hubiese encantado que ninguno de los dirigentes que nos gobiernan pasasen por este trance tan penoso, pero aún más penoso es que al pueblo al que representan, o dicen representar, lo hayan engañado tan burdamente, que hayan matado sus esperanzas y se haya quedado defraudado en la fe del voto. Ahora, ya sabemos con qué bueyes aramos, y no debemos confiarnos en lo más mínimo con la clase política. Ahora, ya sabemos para qué quisieron subirse a la poltrona: no para defender los intereses de Andalucía, sino para esquilmarla en su propio beneficio y en el de todos sus familiares y amigos afines. En varias ocasiones, y desde este mismo blog, he denunciado la nueva Sierra Morena en la que ha convertido el PSOE a esta región. Hoy, Mercedes Alaya me ha dado la razón, y confío en que siga dándomela si es que los eslabones de esta cadena se siguen sumando unos a otros.

No me vale que el expresidente Chaves sea o no aforado. Es un ciudadano español y como tal debe responder a la Justicia si es que algo sabía de este entramado en el que el primer pagache has sido este Francisco Javier Guerrero en su nefasta etapa como Director General de Trabajo y Seguridad Social de la Junta de Andalucía. No sé qué méritos profesionales concurrirían en él para ocupar puesto tan importante como delicado. Me imagino que ninguno. Tampoco por qué no puede declarar Manuel Chaves, el virrey, al que Zapatero se lo llevó corriendo a Madrid para sacarlo del fango, y al que en vez de darle dos cosquis bien dado, o tres espoliniquis, me lo nombra vicepresidente tercero de un gobierno que ha hecho todo lo distinto de saber gobernar.

Si queremos devolver la confianza a los andaluces, empecemos por dudar de sus gobernantes y, ante la duda manifiesta de robos cotidianos y saqueos de las arcas, no dudemos en sentarlos en el banquillo como  imputados de delitos gravísimos. Si la Justicia lo estima conveniente: a la cárcel. Es la única forma de que los políticos sepan que no están para otra cosa que para las que los ha votado el pueblo. Y, por favor, que vuelvan los interventores de carrera a cuidar las arcas del Estado, el erario público, que cualquier partida sea auditada convenientemente, que los que mandan manden en política pero no en las llaves del dinero público, tan goloso. Es la única forma de que los votantes vayan confiados a las urnas, y de que Andalucía no salga siempre en los medios de comunicación como el lugar y sitio de los desmanes más incontrolados, del paro, del subsidio y de la hambruna, y sí, como la gran comunidad que es, por su riqueza, sus empresas, sus hombres honrados y generosos, su crecimiento económico y su excelente nivel social, cosas que siempre nos han prometido durante 30 años consecutivos engañándonos como a bobos.

"Andalucía imparable" era el slogan del PSOE. Pues cumplámoslo: imparable en no cesar de denunciar las injusticias cometidas en su nombre; imparable en la persecución de los políticos corruptos; imparable en el deseo de que nuestra imagen se repare por todo el mundo; imparable en la felicidad y la alegría, esos dos gozos que se verían colmados si desde el primero hasta el último de los que nos han engañado estuviesen ya entre rejas. 

En las manos de Mercedes Alaya -a la que le estarán haciendo pasar las negras los poderes fácticos- encomiendo, como andaluz, mi espíritu. Y como creyente, pido a Dios que se haga justicia en esta tierra que bien podría ser el paraíso terrenal que creó.