que un lapicero y papel,
y ya ves que cada día
-ladrón de melancolías,
contrabandista de sueños-,
me llevo lo más isleño
que como madre cobijas:
el sol, las dunas, los pájaros
que te vuelan derredor,
tu sonido, tu murmullo,
tu silencio, tu dolor,
tus calles, tus medias luces,
tus cigüeñas -¡mis cigüeñas!-,
tus verdes cañaverales,
tus palomas y esos mares
donde van los marineros
más valientes y punteros
de tus memorias cabales.
Sólo lápiz y papel.
Perdón por haber robado
Sólo lápiz y papel.
Perdón por haber robado
cuanto vi, aunque no he hurtado
lo que de verdad quisiera:
llevarte de compañera
a Triana, y que, a tu lado,
volviera a ser marinera
como lo fue en el pasado.
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