jueves, 30 de septiembre de 2010

POR DISTINTOS CAMINOS (8)


Parece que el tiempo no pasa por estas calles, que la modernidad no horada
sus pulmones de savia vieja y casi marchita; que siguen pasando por ellas
cada día, apuntando sus perfiles: Mesonero Romanos, Deleito Piñuela,
Pedro de Répide, Gómez de la Serna...;
que las vetustas buhardillas -sus costados al sol de la mañana-
guardan la bohemia pobre de un pintor desconocido; que por ellas: Coloreros, de la
Luna, de la Cebada, Amaniel, Encomienda, de los Latoneros, de los
Herradores, de Esparteros, de las Hileras, del Olmo, del Mesón de Paredes,
del Tribulete o de la Ballesta, el reloj ha parado su minutero siglos atrás,
quizás para apresar aquello que, en el Madrid castizo, fue, es y seguirá siendo eterno.

Cada paseo por el Madrid llamado de los Austrias, es un gozo para el espíritu.
Al mismo tiempo que crecían por la nueva capital tahúres y militares,
falsos frailes y licenciosas busconas, tusonas de posadas y portales,
truquistas y estafadores, políticos de tres al cuarto, picapleitos y gorrones,
esquinas y plazas se llenaron de conventos: los Agustinos, Los Mínimos de la Victoria,
los Mercedarios, Carmelitas de Santa Ana..., y las calles, arrancando en la Morería,
siguiendo un camino de gloria antigua por la de Toledo y la Colegiata,
plazuela de Antón Martín, Puerta del Sol, Postigo de San Martín, Santo Domingo...

Calles y plazas gloriosas para un Madrid en sus gloriosos tiempos de la primera expansión.

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