Mejor y más educadamente, con tanto fervor, no se puede pedir a la Virgen el logro de un buen marido. Lo que pasa es que siempre es difícil en estos menesteres, y el milagro no se produce como uno quiere:
Virgencita del Carmen,
tres cosas pido:
mi salvación, dinero
y un buen marido.
Ya me lo ha dado:
tabacoso, vinoso
y enamorado.
Yo me quiero emborrachar
pá meterle al pensamiento
otra forma de pensar.
Yo me jinqué una puchera
al tiempo de trabajar,
y a los cinco o diez minutos
yo me tuve que acostar,
casi me muero de susto.
Yo ví a un borracho en Triana
cómo le decía al Puente:
Sólo en firmeza me ganas.
La borrachera, tantas veces vista, de la miseria y penas máximas:
Con una bata de cola,
las tres de la madrugá,
sucia, borrachita y sola.
La borrachera eterna de la juerga contínua:
Juerga y juerga, venga juerga,
y otra juerga pá mañana,
pasado será otro día,
y si no vino, habrá agua.
La borrachera milagrosa de fin de semana de Fernando Peña Soto, "Pinini", por el que se alborozaban los chorros de la fuente gitana de Utrera cuando venía alegrito:
La Fuente Vieja
se ha alborotao
porque Pinini
se ha emborrachao.
Unas veces por penas y, otras, por alegrías, el "tablón" hay que cogerlo como sea:
La pesca se me dio buena,
hoy me voy a emborrachá
pá celebrá la faena,
cante yo quiero escuchá
y olvidarme de mis penas.
La tranca que yo he pillao
no es una tranca cualquiera,
no es una tranca vulgar,
ni una vulgar borrachera:
es tranca para olvidar.
Hay mujeres, casi todas, que temen más a la borrachera del marido que al propio demonio. No, no es cuestión de horarios, sino de cómo viene uno a esas horas:
Ni que bengas a la una,
ni que bengas a las dos;
en no biniendo borracho,
eso es lo que quiero yo.
Después, lo que ocurre es que, cuando llega uno borracho, además se convierte en un desagradecido:
Mi marido me dice
que no le ayudo.
Cuando viene borracho
yo le arrempujo.
Sólo los grandes sustos son capaces de refrescar a un borracho. Martín Fierro así lo recoge en una de sus coplas:
No hay cosa como el peligro
pa refrescar a un mamao,
hasta la vista se aclara
por mucho que haiga chupao.
No te vayas a jalar
para decir que es jaqueca,
ni te vayas a casar
mientras falte la manteca.
P'al dolor no hay medicina
como un peludo de vino;
bien haiga el gringo divino
que inventó la chupandina.
Aunque sea un burruscón
con un poco de chorizo,
sácalo por la ventana,
que estoy con un vaso vino
desde ayer por la mañana.
Otro buen consejo es beber del mismo vino:
Si quieres que el vinillo
no te haga daño,
échale un remendillo
del mismo paño.
Hay naturalezas que aguantan muchísimo a la hora de beber y necesitan una bodega para emborracharse:
Para que yo me pusiera
un poco calamocano
necesitaba mi cuerpo
un embudo sevillano.
Pasé por las Alpujarras,
de tintos y de claretes
media docena de jarras.
Por su suegra está Simón
pasando la pena negra,
ella le dice -¡Bribón,
borracho, pillo, ladrón!
Y él sólo le grita: -¡Suegra!
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